domingo, 12 de diciembre de 2010

Comer y beber en Mendoza

Mendoza es un a porción de tierra bendecida por la naturaleza. El clima, el suelo y la gente son los tres factores que permiten que allí se elaboren algunos de los mejores vinos del mundo. Pero más allá del vino, consagrado desde hace poco como la bebida nacional, la comida también es fundamental: ya sean platos rústicos y artesanales o preparaciones gourmet.
Estos últimos cuatro días estuve en el sur de la provincia, gracias a una invitación de prensa de Las Leñas. Con otros periodistas vivimos la experiencia del valle, nos mimetizamos con la montaña (o al menos lo intentamos) e hicimos un montón de actividades: rapel, cabalgata, tirolesa, mountain bike, lonning y hasta nos metimos en una pileta climatizada, pese a que el clima estaba fresco. Todo eso estuvo muy bien acompañado por un menú cuidadosamente elegido por Gonzalo y Pomelo, en donde el fuego de leña fue protagonista absoluto. La primera noche, como bienvenida, cenamos pollo al disco con papas. Al mediodía siguiente, en medio de un viento que volaba hasta las ideas, almorzamos lomo a la parrilla –delicioso, tierno y exquisito- con un risotto con corazones de alcaucil al disco. Por la noche nos esperaba una trucha asada con vegetales salteados y flan casero con dulce de leche de postre. Al otro día el almuerzo fue un gran asado: lo único que no comí fue el chorizo, una bomba de tiempo a la cual aprendí a decirle que no. Pero después probé todo: morcilla, mollejas y chinchus. Una mención aparte merece ese costillar sabroso y tierno que comenzó erguido frente al fuego y terminó desgranado en docenas de costillas roídas por dientes afilados. La cena despedida se presentó con un chivito exquisito con batatas fritas bien crocantes. El vino siempre fue Santa Julia Reserva. A veces malbec, otras tempranillo. Ideal.
El sábado dejamos Las Leñas y, camino al aeropuerto de Mendoza, hicimos una parada más que interesante en la champañera Bianchi, en San Rafael. Recorrimos la bodega, nos explicaron el proceso de producción de los vinos espumantes a través del método champenoise y al final hicimos una degustación de ese blend de chardonnay y pinot noir, que seguramente copará las mesas de muchos argentinos dentro de pocos días, con las celebraciones de Navidad y Año Nuevo. Para terminar nos prepararon una mesa de ahumados: queso, ciervo y aceitunas, todo regado por un malbec portentoso de Famiglia Bianchi.
Mendoza es una provincia que todos deberían visitar. Su gente, su tierra, su comida y sus vinos son la garantía de que la estadía será de lo más placentera.

2 comentarios:

Oscar Olarán dijo...

Encontraste Los Leños ???

Carla Pérez dijo...

sublime mendoza