viernes, 17 de septiembre de 2010

Maceo Funker

Foto Clarín
La banda de Maceo Parker suena como una pieza de relojería de alta gama. La maquinaria funky es perfecta. El sonido es contagioso y terco. Y puede llegar a ser tan caliente como Maceo quiera. El tipo baila, canta, anima, habla con el público. Dirige a sus músicos con señas, toca el saxo y, por sobre todas las cosas, no deja dudas de quién es el genio del funk actual. Todo el show –generoso con sus más de dos horas- fue una gran explosión rítmica. Maceo Parker, un tipo híper cool por donde se lo mire, llevó al groove a su máxima expresión.

“Si alguien se pregunta qué es lo que tocamos les digo que no es jazz –hace un gesto burlón con los manos-. Amo el jazz, pero…. Make it funky”. Todo había comenzado con un intermitente juego de luces, la banda tocando Funky Fiesta y la road manager, Natacha Maddison, haciendo las veces de maestra de ceremonia. Luego de un amague de Papa's got a brand new bag, el final de Funky Fiesta fue brutal. Todos los músicos se quedaron estáticos, como congelados, durante varios segundos. Impresionante.

Los arreglos de los temas son perfectos. Los silencios también. Bastó con escuchar la versión de Off the hook. William Hogans con la trompeta y Gregory Boyer con el trombón son pilares de bronce, los guardaespaldas del saxo de Maceo. Los tres suenan fantástico. Bajo y batería son un conglomerado rítmico, preciso y riguroso. El guitarrista Bruno Speight fue lo menos destacado: se despachó con unos solos un tanto chillones. Luego están los coristas Carolyn Hall y Corey Parker, el hijo de Maceo, quien también rapea y canta un par de canciones.

El Gran Rex estaba lleno. Había caras muy conocidas, músicos importantes como Luis Salinas y Walter Malosetti. Al principio muchos tuvieron la duda si Maceo iba a llenar el Gran Rex. Ahora es evidente que La Trastienda ya le quedaba chica.

Maceo dijo la palabra “love” (amor) unas cien veces. “We love you”, repetía. Presentó a sus músicos una y otra vez. La estructura de las canciones así se lo permite. Jugó con las palabras, con el ritmo. El hombre, proveniente de un planeta llamado Groove, es el dueño absoluto del escenario.

Una imagen que me quedó grabada: cuando todo terminó, la gente estaba tan encendida que al salir del teatro, desde la tercera bandeja, bajó una horda de flacos cantando “sacude todo lo que tenés”. Es que los bises fueron tremendos. Maceo amagaba con irse y volvía. Hubo un homenaje a Ray Charles, corto, en el que él y el tecladista William Boulware interpretaron You don’t know me. Y luego, con la gente coreando, Maceo dio lo que todos querían: Shake everything you got. Fue como un trance colectivo. Para donde mirara había gente literalmente sacudiéndolo todo.

La noche de ayer fue de esas en la que todo fluye con naturalidad, en la que la música domina la escena, las mentes y las almas. El espíritu de James Brown, presente. Fue una noche en el nombre del Funk.


3 comentarios:

Lucas dijo...

brillante

Mariano Cardozo dijo...

Holaaa Martin... seee que terrible Maceo man...camina y es Funk, respira y es Funk.... muy buen show ...y mira que puede hacer mejor aun ehh, si metia mas James Brown se venia abajo el Rex.

Alberto Santos dijo...

muy buena reseña!!!