jueves, 27 de mayo de 2010

El rock & roll no se mancha

(Foto: Martín Bonetto)

A primera vista, para el que no los conoce, parecen dos bufones y un actor porno clase B de los setentas. Los dos primeros ocultos tras sus extrañas barbas largas y los irremplazables anteojos negros, y el restante dando la cara sin problema, con cierta actitud pendenciera, mostrando sus brazos fornidos. Para el que los conoce, y nunca los vio en vivo, los tres tipos parecen dibujados, sacados de un comic. Hasta que empiezan a tocar. Ahí la imagen pasa a un segundo plano y el rock and roll gira y gira como un tornado. Y ellos saben de tornados, son de Texas.

Hay dos ZZ Top. Uno es el del show, las chicas, la coupé, el juego y las barbas largas. El otro es el power trío que suena apabullante, con largos solos de guitarra, que se alimenta de las raíces del blues. Porque ZZ Top es una banda de blues, tal vez una banda carnavalesca, un Kiss texano, puede ser, pero que suena genial y vertiginoso. Los tipos hace 40 años que tocan juntos y ya saben que, a pesar del neón, los videos, la fama y la parafernalia, lo que realmente importa es la música. El rock and roll no se mancha.

El concierto del Luna Park fue estupendo. Tocaron una hora y media a toda máquina. Empezaron con un clásico ochentoso, Got me under pressure, en el que las voces de Billy Gibbons y Dusty Hill se complementaron a la perfección. La del primero sonó cavernosa y oscura, mientras que la del bajista fluyó melodiosa y chillona. Enseguida se despacharon con Waiting for the bus y bajaron un cambio con Jesus just left Chicago. Se sienten cómodos tocando blues. No hay duda.

Entre I'm bad, I'm nationwide y el clásico del blues Rock me baby hubo una escena bizarra. Subió una chica de jean ajustado y musculosa, se acercó a Billy Gibbons y empezaron a dialogar micrófono de por medio. El se hizo el winner y ella le hizo preguntas tontas. Fue bastante malo el acting, aunque algunos se divirtieron. Por suerte terminó rápido: otra señorita subió y le dio un sombrero texano, las dos le dijeron que querían escuchar blues y el trío volvió a la música.

Cheap sunglasses y My head is Missisppi, con un solo fantástico de Gibbons, y I need you tonight dieron pie al homenaje de la noche: Hey Joe, inspirada en la versión de Jimi Hendrix. Después siguieron con Brown Sugar (nada que ver con el tema de los Stones). El bombo y el bajo sonaron feroces y muy funky. Deben haber causado más de una taquicardia. La guitarra, arenosa y sedienta, serpenteaba entre el boogie que se apoderaba del escenario. Con Just Got Paid trasladaron el rock arena de los setentas al Luna Park. Gibbons cambió de guitarra y con el slide le sacó historia a una Gibson. Aplausos. Gibbons presentó al batero Frank Beard y éste empezó a golpear, a marcar el ritmo. Era el momento de Gimme All Your Lovin', uno de sus mayores éxitos, que dio paso a la saga ochentosa de Eliminator: Sharped dressed man, con el ohohoh de la gente en sintonía, y Legs, con los instrumentos engalanados con peluches blancos.

Comenzaron los bises con Viva Las Vegas y cerraron con dos de los temas que definen a la década del setenta: La Grange y Tush, los más esperados por el público. Por la pantalla pasaron un video de sus 40 años de carrera. Imágenes de ellos jóvenes, muy lejos todavía de las barbas largas y los anteojos de sol baratos. ZZ Top supo adaptarse a cada década y tal vez los años 80 los marcaron de una manera muy fuerte para el público masivo. Ellos ahora juegan con esa imagen porque les gusta y se ve que se divierten. Pero más allá de Eliminator, MTV y los raros atuendos, ZZ Top es una banda fiel al más puro rock clásico. Y en vivo lo demuestran siempre. El show de Buenos Aires no fue la excepción.

lunes, 24 de mayo de 2010

En el nombre del padre

La confirmación de la visita de Lurrie Bell, el hijo del legendario bluesman Carey Bell, me hizo pensar en la influencia que muchos padres tienen sobre sus vástagos. En la música hay ejemplos de sobra. Las rutas del rock, del blues, del country y del jazz se alimentan de una misma sangre durante varias generaciones.

Ravi Coltrane (6 de agosto de 1965). Debe haber sido una experiencia sobrenatural haber crecido escuchando a John Coltrane y a su madre, Alice. A los cinco años de edad el sonido del avant garde del jazz se colaba por entre las melodías infantiles que él quería escuchar. Cuánto tiempo iba a pasar hasta que ese chico agarrara un saxo y empezara a tocar. Era evidente cuál era el destino del niño. Hoy Ravi es un gran músico que toca mucho en vivo y se dedica a mantener vivo el legado de su padre.

Jakob Dylan (9 de diciembre de 1969). Nació cuando su padre ya había grabado una parte importante de la discografía esencial de la historia del rock. Jakob creció en los setentas con las poesías de Allen Ginsberg y la música de Bob Dylan. Aullido y Blood on the tracks. Adolescencia en los ochenta y luego The Walflowers. Con un sonido más parecido al de Tom Petty que al de Dylan, la banda supo hacerse un lugar a mediados de los noventa. Hoy, lejos del éxito de The Difference, Jakob parece haber encontrado un lugar que le sienta bien: el del singer/songwriter que encontró su propio camino.

Mud Morganfield (27 de setiembre de 1954).Hace poco dio un concierto bárbaro en La Trastienda. Esta vez no pude ir pero unos amigos que si lo hicieron me contaron que estuvo genial. Yo lo vi en vivo el año pasado en ese mismo lugar. Recuerdo que fui con pocas expectativas y salí muy conforme. Mud es un gran cantante y un showman feroz. No caben dudas de que es el hijo de Muddy Waters. Y él no se preocupa en ocultarlo, lo exhibe con orgullo y pasión, al igual que su medio hermano, el guitarrista Big Bill Morganfield.

Ziggy Marley (17 de octubre de 1968). Su apellido es mucho más que en simple apellido, es un sinónimo de reggae. Así que con esa carga, Ziggy hizo lo que pudo y lo hizo bastante bien. Grabó buenos discos y tuvo un par de hits para hacerse conocido. Quién no recuerda Tomorrow People. Al igual que sus hermanos nunca renegó de su sangre y menos del nombre de su padre. Ziggy es un gran embajador del reggae, de Jamaica y de la mística rastafari.

Arlo Guthrie (10 de julio de 1947). Woody Guthrie fue uno de los próceres del folk, un músico itinerante, de ferrocarril, que tuvo su apogeo en la década del cuarenta e influenció profundamente a Bob Dylan y también a su hijo Arlo. En el festival de Woodstock, en 1969, Arlo interpretó Coming into Los Angeles, que se convirtió en uno de los himnos del festival. Arlo ahora graba poco pero lo compensa con una gran cantidad de shows al año. Hace poco se presentó en vivo junto a Willie Nelson y Ramblin’ Jack Elliott. Eso demuestra que clase de músico es. Tiene peso propio más allá de su apellido.

Jason Bonham (15 de julio de 1966). A los cinco años ya tocaba la batería como un crack. Mientras su padre, John Bonham, recorría el mundo con Led Zeppelin, Jason comenzaba el largo camino que lo trajo hasta el día de hoy. Una senda en la que, como muchos otros hijos de figuras de la música, decidió no eludir. Desde los 17 años, cuando formó su banda Air Race, pasando por sus discos solistas de los años siguientes, o los momentos en los que tocó junto a Led Zeppelin o Jimmy Page, luego de la muerte de su padre, Jason Bonham se mostró como un baterista sólido, progresivo y demoledor. Su próximo proyecto va a dar que hablar: está ultimando los detalles del disco que sacará junto a Joe Bonamassa y Glenn Hughes.

Rosanne Cash (24 de mayo de 1955). Rosanne es la hija de Johnny Cash y su primera esposa, Vivian Liberto. Rosanne se crió con su madre pero siempre se sintió muy influenciada y ligada a su padre. Cuando terminó la escuela secundaria se unió a los tours de éste. En tres años pasó de lavar la ropa de los músicos a cantar en el coro y abrir los shows como telonera. Luego se dedicó a su carrera solista, un tanto irregular por cierto: durante un tiempo estudió actuación pero volvió a la guitarra y a escribir canciones. Su último disco, The List, de 2009, es uno de los mejores de su carrera: son todos covers que pertenecen a una lista que su padre le entregó cuando ella cumplió 18 años y que, según le dijo, son los temas esenciales de la música estadounidense.

Hank Williams Jr. (26 de mayo de 1949). Empezó copiando a su padre, Hank Williams, uno de los músicos más influyentes de la música country, sino el más. A diferencia de todos los demás “hijos de”, Hank Williams Jr. Lleva hasta el mismo nombre de pila que su padre. Pese a todo eso logró desarrollar una carrera solista muy buena, especialmente en los setentas cuando se inclinó por un country más duro y el rock sureño. Y como está orgulloso de su pasado y de su nombre, su hijo heredó lo mismo: Hank Williams III es otro que, con un sonido más aggiornado, mantiene viva la tradición familiar.

Zakiya Hooker (sin datos). Zakiya ya es casi argentina. En los últimos años vino varias veces al país y tocó con muchos músicos locales e incluso hizo un homenaje a Pappo. Ella y su marido, Ollan Cristopher Bell, se sienten como en casa. Y para nosotros no es poco que la hija del célebre John Lee Hooker esté enamorada de la Argentina. Su primera aparición en vivo la hizo en 1991. Luego sufrió el duro golpe de perder a un hijo. Volvió a la ruta del blues, grabó algunos buenos discos, con su padre como invitado en algunas canciones. Y también fue editado uno en vivo en Buenos Aires.

Julian & Sean Lennon (8 de abril de 1963 / 9 de octubre de 1975). Los dos herederos de Lennon tuvieron vidas bien diferentes. Julian es hijo de Cynthia, la primera mujer de John. Ellos se separaron muy pronto y la relación entre el chico y su padre fue errante y conflictiva. En cambio, Sean tuvo una relación más afectuosa con su papá, aunque bastante más corta: apenas tenía cinco años cuando lo mataron frente al Central Park de Nueva York. Musicalmente, Julian tuvo su apogeo en los ochenta con Too late for goodbyes. Tiempo después quiso despegarse de la imagen de John Lennon y desde entonces su carrera fue ambivalente. Sean, en cambio, si bien participó de tributos a su padre, su música siempre fue más experimental y personal que la de su hermano mayor. Grabó junto a Lenny Kravitz, Cibo Matto y Money Mark.

Otros hijos célebres: Dweezil Zappa (Frank Zappa)/ Bernard Allison (Luther Allison) / Shirley King (B.B. King)/ Javier Malosetti (Walter Malosetti) / Kenny Neal (Raful Neal) / Ronnie Baker Brooks (Lonnie Brooks)

sábado, 22 de mayo de 2010

Diamante en bruto

Anders Osborne nació en Suecia en 1966. Hijo de un baterista de jazz, empezó a escuchar música desde muy chico. Primero los singer/songwriters de los sesenta para después, ya de más grande, inclinarse por el blues. Luego de peregrinar por un tiempo, a los 24 años se instaló en Nueva Orleans donde desarrolló su estilo, o sus estilos. Porque Anders Osborne es un músico fantástico y versátil, es las dos caras de una moneda. Es un compositor exquisito que puede sonar melodioso, sentido, acústico, reflexivo y a la vez cool, como lo demostró en su disco anterior, Coming Down (2007); o más rockero y funky, furioso y a la vez galante, pantanoso y urbano. 

Lo nuevo de Osborne, American Pachtwork, es un álbum redondo, repleto de canciones magníficas. Empieza con el tema On the road to Charlie Parker, que habla de cómo la heroína puede destruir a un genio. Y después sigue con mucha guitarra al frente en Echoes of my sins. Got your heart es una mixtura de reggae y el espíritu de Bourbon Street. Killing each other es puro rock. Darkness at the bottom es down home blues bien eléctrico. Este es su primer disco para el sello Alligator y seguramente hará que mucha más gente lo conozca.

Anders Osborne es el diamante en bruto del sur. Su música es fruto de la experiencia humana ante una catástrofe, como la estela de destrucción que dejó el huracán Katrina. Con esa tragedia él encontró el camino de su inspiración. Este puede ser uno de los mejores discos del año.



sábado, 15 de mayo de 2010

Motivarse



Me levanto medianamente temprano. Tostadas, café espumoso y jugo. Se viene un día largo e importante. Es el primer día del resto de mi vida, el que hace unos meses no imaginaba que iba a tener. Es el día que comienza un nuevo Tiempo. Afuera está nublado y fresco. Pero eso no importa ni amedrenta. Estoy con muchas ganas, muchas de verdad, pero necesito algo más, una motivación musical, algo que termine de sacarme del sopor. Rock and roll, señores… rock and roll es lo que se viene, es lo que necesito...

lunes, 10 de mayo de 2010

Embajador de los Valles Calchaquíes

Por René Roca

Mientras la noche golpeaba incansable la ruda botella del San Pedro de Yacochuya, me imaginé en una sonrisa volando como un cóndor; único capaz de ver y encontrar a dos mil metros de altura, entre los Valles Calchaquíes, a esas uvas distintivas que hacen de este salteño un verdadero embajador ante la corte de Baco. Así, rapaz y fervoroso, sobrevolé primero los aromas a barrica francesa: doce meses que valían la pena esperar. El malbec y una pizca de cabernet sauvignon moldearon mi paladar, del mismo modo que las corrientes de aire acomodan el glorioso planear del cóndor entre la cordillera. Fue una experiencia de altura que solo el fruto de un terroir magnífico como es el de Cafayate puede ser tan generoso y digno de los mejores vinos del mundo.
(Visitá la Relatería de René Roca)

viernes, 7 de mayo de 2010

Más lanzamientos

Jack Johnson – En Concert. La música de Jack Johnson es curativa. Trabaja sobre el alma de manera suave y relajante. Tiene una vibra positiva que se esparce con el ritmo y deambula en el aire arrancando sonrisas y movimientos acompasados. En estos años del nuevo milenio, cuando la tendencia musical cada vez se digitaliza más, el hawaiano no se aleja de su fórmula sencilla: buenas canciones, hermosas melodías y un sonido donde prevalece lo acústico. En su discografía faltaba un álbum en vivo. Ya habíamos tenido un anticipo hace un par de años con el DVD doble A weekend at the Greek / Live in Japan, pero ahora con el lanzamiento de En Concert la fuerza de Jack Johnson sobre el escenario es mucho más expansiva. Las canciones de este nuevo álbum fueron grabadas durante la gira Sleep through the static 2008 por Europa y los Estados Unidos. Ya sea en París, Honolulu, San Francisco, Barcelona o San Diego, Jack Johnson suena genial. Están sus mejores temas y un invitado de lujo: Eddie Vedder.

Eric Bibb - Booker's guitar. Eric Bibb es uno de los músicos actuales que más se apega a la tradición del blues del Delta. Y su último álbum no es la excepción. El nombre del disco tiene una explicación: el año pasado Bibb estaba en Londres cuando un fan se le acercó en uno de sus shows y le mostró una National Steel Guitar de 1930 que había pertenecido al legendario Bokker "Bukka" White. Ese encuentro movilizó tanto a Bibb que escribió una canción dedicada a la guitarra y que grabó tiempo después tocándola. “La guitarra de Booker tiene una historia que contar/una historia que todo el mundo tiene que escuchar”, dice el estribillo del tema que abre el álbum: una melodía dulce y una letra emocionante. El resto, blues profundo que nos acerca a las orillas del Mississippi.

Willie Nelson – Country Music. El nombre del artista y el del disco son sinónimos. Con 77 años recién cumplidos, Willie Nelson es, sin ninguna duda, el máximo exponente del country-western-swing. Con éste álbum vuelve a recrear viejas canciones, clásicos de siempre, con la producción del genial T-Bone Burnett. En los últimos años Nelson grabó un ábum de blues, otro de reggae, un par de discos en vivo con invitados como Steven Tyler, Eric Clapton y Sheryl Crow, y hasta uno entero con el arrogante trompetista de jazz Wynton Marsalis. Aquí vuelve a las raíces una vez más, raíces que nunca abandonó del todo, porque en su extensa discografía abundan discos como éste. Pero Country Music tiene una diferencia sutil a todos los demás: muestra a un artista de cerca de cumplir los 80 años que se toma su músca en serio, con pasión y alegría.

Guitar Shorty - Bare Knuckle. Guitar Shorty no editaba un álbum de estudio desde 2006, cuando ganó el W.C Handy Award al mejor disco contemporáneo de blues por We the people. Bare Knuckle es la continuación de aquél. Furia blusera y grandes solos se combinan en un puñado de canciones que suenan potentes y majestuosas. Guitar Shorty puede despacharse con un shuffle texano, un blues de Chicago, un funky o hasta un reggae bluseado, pero siempre fiel a su estilo. Bare Knuckle es su tercer disco para el sello Alligator, en donde parece que encontró un sostén para volcar sus más de 50 años en la escena musical con total libertad. ¡Imperdible!

Bryce Janey – Blues in my soul. Bryce Janey toca blues, no hay dudas. Puro electric groove, contagioso y arrollador. Janey es un joven guitarrista de Iowa y Blues in my soul es su sexto disco. A pesar de ello él apenas está comenzando a abrirse un camino en el mundo del blues. Su música tiene ese sonido retro setentoso tan codiciado por los amantes de la vieja escuela. Janey es de la nueva generación de músicos que creció escuchando a “bestias” de la talla de Robin Trower, Johhny Winter, ZZ Top, Stevie Ray Vaughan, Eric Clapton Gary Moore y Rory Gallagher. Se puede percibir algo de todos ellos en su forma de tocar. Pero también es un muy buen cantante: tiene una voz lisa y poderosa. La banda -Dan "DJ" Johnson (bajo) y Eric Douglas (batería) son como el motor de un auto deportivo recorriendo una larga recta en una ruta desierta. Un violero para tener muy en cuenta.