martes, 23 de marzo de 2010

Diez años

Descorchar una botella a veces puede ser un viaje en el tiempo. Hace diez años yo intentaba dejar de fumar por primera vez (la tercera fue finalmente la vencida), habíamos superado sin problemas el bluff del Y2K, De la Rúa todavía no había convocado a Cavallo para tratar de salvar lo insalvable y las Torres Gemelas todavía estaban erguidas en el corazón de Manhattan. De ese año es el Villa Seca de Manuel López López que tomé este fin de semana, un exquisito vino de corte 70% malbec, 25% cabernet sauvignon y 5% merlot de las zonas de Luján de Cuyo y Maipú, en Mendoza. La contraetiqueta de este caldo cosecha 2000 aclaraba que se trataba de un vino sin filtrar y aconsejaba decantarlo. Así lo hice. No voy a usar palabras rimbombantes para describirlo porque eso no es lo mío. Simplemente voy a decir que beberlo fue una experiencia muy interesante, ni hablar cuando a la fiesta de sabores se sumó el queso de cabra con orégano. En todos estos años a mí me pasaron un montón de cosas, mientras que el Villa Seca no tuvo mucha actividad: dos años en pequeños tanques de acero inoxidable y el resto quieto, adentro de la botella. Y este fin de semana, descorche de por medio, toda su quietud y pasividad de esta década se alteró al caer en el decantador y luego pasar a las copas. La concentración alcohólica poco a poco se fue disipando y el vino en todos sus sentidos llegó al punto de equilibrio que alguien soñó diez años atrás.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

y pensar que yo le doy al sumuva, cinto en mano y la fajo

Roxana dijo...

Mal chiste:

Violencia doméstica: creció casi 30 por ciento la cantidad de denuncias

Anónimo dijo...

Casi una experiencia religiosa, una ceremonia... O sea lo suyo es un sacerdocio Sassone!

Maxi! dijo...

Más que una experiencia religiosa...amorosa...que pasión por el vino. Yo, acá en Madrid, cada vez que pruebo uno nuevo me acuerdo de mi amigo Martin y pienso...¿Qué diría el?.