viernes, 29 de noviembre de 2024

Lenny Kravitz, el rito sagrado

Fotos @irishsuarez

A Lenny Kravitz lo rodea un aura especial, que parece intensificarse con el paso del tiempo. El músico nacido hace 60 años en Nueva York reboza energía y lo da todo arriba del escenario. Durante casi dos horas despliega su carisma, esparce su mensaje de amor y descarga rock & roll con intensidad. Su sonido setentoso, ese que lo hizo conocido a fines de los ochenta y lo volvió una estrella en los noventa, supo adaptarse a estos tiempos de éxitos fugaces y superficiales.

El show en el Movistar Arena, el segundo de su nuevo paso por Buenos Aires, comienza a las 21:20. Los acordes de Are You Gonna Go My Way explotan con el juego de luces y Lenny Kravitz aparece repentinamente en el centro de la tarima. Lleva una chaqueta de cuero turquesa, una especie de camisola con motivos debajo, jeans Oxford y botas texanas animal print. Sus dreadlocks serpetean por el aire y sus ojos están ocultos bajo unos enormes anteojos negros. En sus manos tiene su ya clásica Gibson Flying V negra modelo 67, toda una declaración rockera.

El público delira ante el juego de seducción permanente que plantea Lenny Kravitz. Empalma Minister of Rock 'n Roll y Bring It On, antes de lanzarse sobre TK421, la canción inspirada en Star Wars de su último disco Blue Electric Light, ese que vino a presentar. Balbucea sus primeras palabras en español que se pierden entre el griterío de la gente. En el medio del tema toma un bajo para un solo lunar mientras lo acompaña el saxo de Harold Todd. Rockea otra vez con I’m a Believer (¡lo siente en sus huesos!) y al final se esfuerza por hablar en castellano. Como si fuera un pastor frente a su congregación dice: “Buenos Aires estoy tan feliz de estar acá con ustedes. Es una bendición. Otro día de vida, otro día para amar, otro día para aprender. Esta es nuestra casa esta noche y todos somos uno. Entonces empecemos agradeciendo a Dios”.

Sigue con I Belong To You y cuando termina asume el protagonismo su guitarrista Craig Ross, que lo acompaña desde hace décadas. Con la acústica comienza a tocar Stillness of Heart, pero Lenny casi no la canta, sino que deja que el público la lleve adelante. Es un gesto que, como bien dijo antes, hace que todos sean uno. Otro de sus grandes hits, Believe, resuena con fuerza entre la multitud que ya está completamente subyugada ante el magnetismo del cantante.


En Lenny Kravitz conviven Jimi Hendrix, Prince, Sly Stone, James Brown, Curtis Mayfield y Bootsy Collins. Su música es un tributo a sus raíces y sus influencias. Hay algo del pasado musical que se filtra en todo momento, como un mensaje subliminal que nos transporta al más allá para evadir el sonido hueco actual, adicto al auto tune. El glamour también brota sin parar, es parte de la esencia de su puesta en escena. Vuelve sobre su nuevo álbum con Paralysed, salta a Low, de Raise Vibration, y luego a The Chamber. Ese tramo de temas menos populares es la antesala a lo que se viene: un bombardeo de clásicos. 

Presenta a sus músicos y la descomunal Jas Kayser, su baterista, se lleva una gran ovación. Algo similar pasa con Craig Ross, una pieza esencial del funcionamiento de la banda que se completa con dos coristas, tecladista, una sección de vientos y el bajista Hoonch 'The Wolf' Choi. Entonces, sí… el riff asesino de Always on the Run abre la puerta a sus más grandes éxitos, que conecta en este orden: It Ain't Over 'Til It's Over, Again, American Woman (la gran composición del grupo The Guess Who) y Fly Away.

Ahora se dirige al público, pero esta vez en inglés. “Elegimos vivir en la oscuridad o en la luz. Nosotros vinimos a transmitir amor y llenar con esa la atmósfera. Vivimos en un mundo tan complicado que debemos controlar nuestra conducta”, predica cuando el final del show ya es inevitable. Elige Human, una más de su último trabajo, tal vez el momento más pop de la noche, para cerrar. Los músicos se despiden y unos minutos vuelven a escena para el bis con Let Love Rule, que se transformará en una extensa zapada de la banda mientras Lenny Kravitz se baja del escenario para entremezclarse con el público en una especie de rito sagrado. 

Las más de 14 mil personas que colman el Movistar Arena vibran con un Lenny Kravitz que parece completamente en trance. Así, como ya lo hizo en Boca en 2005, en el Personal Fest en 2011 y en el Lollapalooza 2019, vuelve a conquistar al público porteño que ya le garantizó fidelidad eterna.

domingo, 17 de noviembre de 2024

El Rey se fue, pero no ha sido olvidado


Es un libro y es mucho más que un libro a la vez. Es la síntesis de dos vidas cruzadas por el lente de una cámara: la del artista, por un lado, y la del fotógrafo, por el otro. The King is Gone contiene decenas de fotos de BB King, en su mayoría inéditas, que fueron tomadas por Jota Moreno Martínez durante las visitas que el Rey del Blues hizo a la Argentina entre 1992 y 2010. Las fotos están acompañadas por una biografía del músico y una selección de sus frases más célebres, que fueron recopiladas por Ailín Moreno Martínez, la hija del autor. 

El libro, cuyos textos están en español e inglés, tiene una edición de lujo: tapa dura, encuadernado tejido y papel ilustración, con dos portadas diferentes, que quedan a elección del comprador, y viene con una fotografía para enmarcar firmada con sello de autenticidad.

El próximo miércoles 27 de noviembre, Jota Moreno Martínez lo presentará en Thelonius Club (Nicaragua 5549, Palermo) en lo que promete ser una velada a puro blues, porque además de recorrer las páginas del libro y las historias detrás de las fotos, habrá música en vivo de la mano del gran guitarrista Juanma Torres.

En un reciente posteo en Instagram, el autor explicó cómo fue el proceso de armado y edición del libro: “Primero realicé la selección de fotografías y elegí dos para crear dos opciones de tapa. Luego, pasé al diseño y al armado del libro, compaginando las fotografías con los textos biográficos que se incluyen allí. Por último, pasamos a la imprenta en donde todo lo digital se vuelve real y así nació el libro físico”. Pero detrás de esa explicación técnica hay una larga historia de amor al personaje y su música.


Un LP de blues le cambió la vida 


Jota Moreno Martínez llegó al blues como lo hicieron la mayoría de sus contemporáneos. En el ocaso de los sesenta, como buen adolescente inquieto, solía viajar desde Banfield, donde vivía, hacia el centro porteño, atraído por las luces de neón y el movimiento. No tenía más de 14 años cuando en una galería ubicada sobre la calle Esmeralda, entre Tucumán y Lavalle, se topó con una disquería que vendía y canjeaba discos. Allí, atraído por la portada, se compró un LP de blues del que ahora no recuerda el nombre. Fue la llave que abrió la puerta a un universo hasta ese momento desconocido para él. Ese disco no era de blues estadounidense, sino que contenía canciones de los maestros del blues inglés como Alexis Korner y John Mayal, entre otros. 

La curiosidad lo llevó a explorar más sobre el género y al tiempo descubrió a Muddy Waters, Howlin’ Wolf y BB King. A través de revistas de la época y un LP que estaba en malas condiciones, Jota Moreno Martínez comenzó a meterse en el mundo del guitarrista oriundo de Indianola, Mississippi, que iba mucho más allá de la música. “Su historia de resiliencia me convenció y me conmovió. Éste hombre que había nacido en una plantación de algodón y vivía en una cabaña con los padres, un día salió de la casa cuando apenas tenía seis años y se encontró con cuatro o cinco personas de color colgadas… me imaginé lo que habrá sido para ese niño haber visto esa imagen dantesca”, contó a NA el autor. 

El libro comenzó a gestarse hace tres décadas, aunque él todavía no lo sabía. Fue el día que tuvo a su ídolo a pocos metros, escenario de por medio. Eso ocurrió en la tercera visita de BB King a la Argentina, cuando se presentó en Obras en 1992. Jota Moreno Martínez tomó allí sus primeras fotos de artista, algunas de las que ilustran las páginas del libro. Años después, en otra de las giras que hizo BB a la Argentina, en 1998, pudo conocerlo personalmente en el Gran Rex. 

“Yo siempre fui bastante arrojado, atrevido, y me mandé para el lado de los camarines. Nadie me detuvo porque pasé con decisión y además tenía una acreditación de prensa. Golpeé suavemente y abrí la puerta. Entonces me encuentro con BB King que estaba sentado, todo transpirado, a un metro mío. Yo me puse muy nervioso y no me salía ni una palabra en inglés. Me saqué la mochila donde tenía mi equipo de fotografía y le acerqué unas fotos que le había sacado en la presentación anterior. Le pedí si me las podía autografiar y él me dijo que sí. Las empezó a ver y me felicitó. Me dijo ‘wonderful work’ y me hizo el gesto de aprobación con el pulgar hacia arriba”, relató Moreno Martínez. 

“Saqué una lapicera Vic, de esas azules con capuchón blanco que era la que llevaba conmigo. Y se la di para que me firmara las fotos. Lo hizo y cuando terminó me pidió si le podía regalar la Vic. Eso me generó una especie de ternura y, por supuesto, se la di. Él se la guardó adentro del bolsillo del saco y se tocó el corazón como si yo le hubiera regalado una lapicera de oro. Eso, de alguna manera, también me indicó la clase de persona que era, súper humilde, sencilla y recontra agradecida”, concluyó.

domingo, 10 de noviembre de 2024

Money Man, el joven músico que sorprende con el blues rural en el sur de Brasil

En el sur de Brasil, a miles de kilómetros de los campos de algodón del Mississippi, un joven de 27 años rompió el molde de la música imperante con un álbum acústico e intimista, en el que recrea versiones de los grandes maestros del blues como Robert Johnson, Muddy Waters y Big Joe Williams con una técnica exquisita y un feeling muy auténtico. En Porto Alegre y alrededores lo conocen como Money Man, un nombre artístico que adoptó tras un malentendido durante un show con el que dio un paso fundamental en su carrera.

La historia de Enzo Viero Baddo podría ser la de cualquier músico joven de veintipico queriendo lucirse con la guitarra con un sonido contemporáneo o abusando del autotune para viralizarse en las redes, pero él eligió recorrer el camino más largo y sinuoso, que muy pocas veces lleva al éxito comercial, pero que tiene el valioso objetivo de preservar la tradición de una música que nació hace más de un siglo en el sur de los Estados Unidos y que con los años se expandió por el mundo.

En su disco Alone With The Blues, Money Man interpreta con gran prestancia temas del cancionero de Robert Johnson como Kindhearted Woman Blues, Sweet Home Chicago y Ramblin’ On My Mind, así como otros standards del blues, en su mayoría de preguerra, como Country Blues, Good Morning Little Schoolgirl, Police Dog Blues, Make Me a Pallet on You Floor, Poor Black Mattie y Rag Mama Rag. Si algún desprevenido se pone a escucharlo sin saber quién es el intérprete lo que menos pensara que se trata de un joven brasileño de 27 años.

 

- ¿Cómo llegaste al blues?

 Mi familia siempre ha tenido una rica cultura musical y esto fue fundamental para mí para descubrir el blues. Tanto mi padre como mi madre escuchaban blues de vez en cuando. A mi madre le gustaba mucho poner un CD de Taj Mahal en el coche. A mi padre siempre le gustó mucho Eric Clapton y me hablaba del álbum que hizo interpretando canciones de Robert Johnson. Un día me regaló un disco de Muddy Waters, que tenía en su colección de CDs, que contenía sus primeras grabaciones en Chicago y quedé muy cautivado por la voz y la guitarra de Muddy y el piano de Sunnyland Slim. En ese momento ya sabía que algún día iba a tocar blues aunque primero comencé interpretando canciones de rock de grupos y solistas como Cream, Clapton, Jimi Hendrix, JJ Cale, Rolling Stones y Creedence, todos ellos muy influenciados por el blues.

- ¿Qué fue lo que te cautivó del blues?

Mis problemas emocionales derivados de cuestiones personales que ocurrieron en mi infancia y la consiguiente dificultad para adaptarme al entorno universitario en la primera etapa de mi vida fueron el punto de inflexión de mi gusto por la música, que tenía más que ver con lo que quería expresar. Antes de empezar a tocar la guitarra, tomé lecciones de percusión durante unos años con el maestro Fernando do Ó, un gran percusionista del sur de Brasil. Después siempre fui autodidacta con la guitarra y más tarde con el blues específicamente, al que me volqué de lleno cuando fui a la universidad entre 2015 y 2016. Siempre me ha gustado la música sin muchos efectos, en la que el artista tiene que tener interpretación, de una manera más orgánica y no tan digital. Así comencé una búsqueda de personas vinculadas al blues. Así fue como conocí a Adrián Flores (productor y baterista argentino radicado en Brasil). Él me abrió las puertas a otras personas vinculadas con el blues y también a discos, libros y referencias.


- Hubo otro músico argentino que te influenció…

Sí, Carlos Bada fue una gran inspiración y fuente de aprendizaje gracias a los videos que sube a YouTube, que son de las mayores enciclopedias visuales para entender cómo tocar country blues con la guitarra.

- ¿Esa fue la razón por la qué te especializaste en el blues rural?

Me especializo principalmente en el blues acústico, no necesariamente de antes de la Primera Guerra Mundial, aunque la mayor parte de la música que toco se grabó originalmente en la década del treinta. Y esta elección fue hecha por mi deseo de poder trabajar en esto solo, sin necesidad de una banda, ya que me resultaba costoso y difícil armar algo con otros músicos. Quería tocar en bares y festivales, quería poder hacer algo nuevo, diferente a lo que hacía la mayoría. Trabajar solo en mi mente representaba la idea más fácil de no tener que gastar en ensayos y costosos amplificadores y guitarras (que todavía estoy tratando de adquirir poco a poco), de poder realizar interpretaciones de una manera que sólo dependiera de mí. Entender la profundidad que ha tenido el blues me hizo querer entender su parte más basal y visceral, que encontré en esos artistas, pero también en las versiones de Chicago y otros estilos más urbanos del blues. Me gusta la música cruda en general. De todas maneras, también toqué en dúo con el bajista Filipe Siak, en el circuito de bares de Porto Alegre.    


- ¿Seguís en modo autodidacta o ahora estas estudiando?

Estoy estudiando por primera vez con el gran músico, guitarrista y profesor Nicola Spolidoro, quien toca en la banda Blues Combo de Ale Ravanello, una de las mejores bandas de blues de Brasil.

- Me imagino que un joven de Porto Alegre tocando blues rural debe ser una rareza, especialmente entre los jóvenes, ¿no?

En la ceremonia de egresados del instituto, en 2014, pedí que mi canción de fondo fuera Catfish Blues, en la versión de Jimi Hendrix. Recuerdo que había cierta extrañeza en general por parte de mis compañeros, pero en general a mis amigos más cercanos les gustaba.

- La escena del blues en Brasil está bien consolidada con festivales en varias ciudades y músicos de renombre internacional como Igor Prado, Nuno Mindelis, Solon Fishbone, pero todos ellos dedicados a diferentes estilos eléctricos. ¿Cómo fue recibida tu propuesta acústica en este contexto?

Todos los músicos y amantes del blues siempre han sido muy receptivos conmigo y con mi trabajo. Pero lo cierto es que nuestros festivales tienen mucho que evolucionar en cuanto a espacio para el blues acústico. Así y todo en los lugares que toqué mi trabajo fue muy bien recibido. Realmente el mayor problema es poder perforar las duras cáscaras de los núcleos que naturalmente se cierran en el entorno musical, ya que en realidad es un mercado pequeño y difícil, que naturalmente parece formar este tipo de barreras para el crecimiento de nuevos músicos con nuevas propuestas. De hecho, ahora estoy empezando a trabajar con una banda, Money Man & The Cash Makers, en la que tocamos principalmente Chicago blues.

- ¿Por qué elegiste el nombre artístico de Money Man?

La verdad es que fue una situación curiosa. Fue una broma que Freddie Dixon (uno de los hijos del legendario Willie Dixon) durante una gira que hizo por Brasil. Lo fui a ver al Recorder Pub a finales de 2022. Tocaba con músicos locales, entre ellos Adrián Flores. Cuando entré al bar con mi novia Victoria, Adrián me saludó con su habitual broma ‘¡qué onda monigote!’ a lo que Freddie entendió ‘Money Man’, el hombre del dinero. Yo me entré a reír porque le dije que justo si algo no tenía era dinero. Más tarde, durante el receso del show, yo estaba sin consumir nada y Freddie me lanzó: ‘¿No vas a comprar nada para ti y tu novia Money Man? ¡Tienes el dinero y lo estás escondiendo! ¡No hay manera de tener una novia hermosa sin tener dinero!’”.

- ¿Quiénes son los músicos que más te influenciaron?

Robert Johnson, Big Bill Broonzy, Muddy Waters y RL Burnside, aunque la lista es mucho más larga. Además hay muchos músicos contemporáneos, brasileños, latinoamericanos y estadounidenses, con los que hablo o sigo su trabajo y que me inspiran también. La verdad es que me gusta mucho lo que hacen los argentinos con el blues, con tanto respeto y estudio.

- Es decir, que la elección de los temas de tu disco podría considerarse un homenaje a los músicos que más te inspiraron.

Sí, mi intención era tener una ventana al country blues que mostrara los diversos estilos y posibilidades que se pueden encontrar en esta música, que es mucho más rico de lo que la gente imagina, con muchas más sutilezas, especias, detalles e influencias locales. Estudiar la historia del blues es en gran medida estudiar las raíces de la música occidental moderna y también los males sociales, la desigualdad, el racismo, todo más específicamente en el contexto de la sociedad norteamericana, pero sin olvidar las características globales que presenta el blues, que es además de un estilo musical, una cultura que se volvió global porque habla de los problemas, placeres y disgustos cotidianos, de la vida humana tal como es. El blues es la verdad, como dijo el gran Willie Dixon.

lunes, 4 de noviembre de 2024

El consejo que Quincy Jones le dio a un músico argentino en su visita a Buenos Aires


Quincy Jones estuvo en la Argentina en 1956. Tenía apenas 23 años y era uno de los trompetistas de la orquesta de Dizzy Gillespie. Durante esos días memorables de la gira, retratados magistralmente por Claudio Parisi en su libro Grandes del jazz internacional en Argentina (Gourmet Musical / 2019), el maestro dejó un consejo que caló hondo en los músicos locales. 

Las actuaciones de Gillespie en el Teatro Casino, con dos funciones diarias, se extendieron por una semana, pero lo más interesante de todo era lo que sucedía después, durante la madrugada, cuando Gillespie y sus músicos iban al Rendez Vous, una boite muy bacana ubicada en Maipú al 800, y compartían zapadas con músicos locales de la talla de Osvaldo Fresedo, Chivo Borraro, Horacio Malvicini y Pichi Mazzei, entre otros.

Jorge López Ruiz, uno de los entrevistados por el autor del libro, recordó la vez que conoció a Quincy Jones. “Quincy no venía mucho a tocar porque nunca fue un gran trompetista ni un gran improvisador. Tocaba bien pero nada más. No le interesaba eso, a él le gustaba dirigir. Es más, había ingresado a la orquesta de Gillespie fundamentalmente porque hacía arreglos. Lo importante era como escribía”. 

“Ahí fue que nos relacionamos en el boliche. La primera partitura de orquesta que tuve en mis manos en mi vida me la dio Quincy. Era de él. Y todavía la conservo. Me acuerdo de una de las cosas que Quincy nos decía y que siempre me sirvió para escribir y para dirigir: ‘Cuando uno cree que está tocando a tiempo, todavía está apurado, no hay que llevarse la música por delante, hay que dejarla fluir’. Ese es un concepto muy grosso. Diría que de los más importantes de la música”, reveló López Ruiz.