Quincy Jones estuvo en la Argentina en 1956. Tenía apenas 23 años y era uno de los trompetistas de la orquesta de Dizzy Gillespie. Durante esos días memorables de la gira, retratados magistralmente por Claudio Parisi en su libro Grandes del jazz internacional en Argentina (Gourmet Musical / 2019), el maestro dejó un consejo que caló hondo en los músicos locales.
Las actuaciones de Gillespie en el Teatro Casino, con dos funciones diarias, se extendieron por una semana, pero lo más interesante de todo era lo que sucedía después, durante la madrugada, cuando Gillespie y sus músicos iban al Rendez Vous, una boite muy bacana ubicada en Maipú al 800, y compartían zapadas con músicos locales de la talla de Osvaldo Fresedo, Chivo Borraro, Horacio Malvicini y Pichi Mazzei, entre otros.
“Ahí fue que nos relacionamos en el boliche. La primera partitura de orquesta que tuve en mis manos en mi vida me la dio Quincy. Era de él. Y todavía la conservo. Me acuerdo de una de las cosas que Quincy nos decía y que siempre me sirvió para escribir y para dirigir: ‘Cuando uno cree que está tocando a tiempo, todavía está apurado, no hay que llevarse la música por delante, hay que dejarla fluir’. Ese es un concepto muy grosso. Diría que de los más importantes de la música”, reveló López Ruiz.
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