domingo, 20 de octubre de 2019

That's life


He sido marioneta, indigente / Pirata, poeta / Peón y rey / Estuve bien y estuve mal / Adentro y afuera / Pero hay algo que sé / Cada vez que descubro / Que he caído de bruces / Me levanto / Y vuelvo a la carrera.

El Guasón está a punto de ingresar a un estudio de tevé para participar del Murray Show. El telón se abre, la cámara lo toma de espaldas y a contraluz mientras él se contornea emulando al viejo Ray Bolger. Es una de las tantas escenas memorables de la película Joker, que seguramente quedarán entre lo mejor del cine contemporáneo gracias a tres pilares: la interpretación excepcional de Joaquin Phoenix, el ojo del director Todd Phillips y el poder determinante de una canción: That´s life, de Frank Sinatra.

El tema, que fue un verdadero éxito en los sesenta, tiene su historia que va mucho más allá de esta película.

Los años dorados de Sinatra habían quedado atrás, pero a mitad de esa década lanzó el disco Strangers int the nigth, que lo devolvió al número uno y le valió un premio Grammy. Ese 1966 significó un resurgimiento de su figura artística y el álbum siguiente, ese mismo año, fue un desafío enorme. That’s life, así llamó también el LP, tuvo una producción más orientada al pop para que Sinatra pudiera mantenerse en un plano más comercial. La canción surgió un día que Sinatra iba manejando y en la radio escuchó la versión de O.C. Smith. Quedó tan fascinado que paró el auto, buscó un teléfono y llamó a su hija Nancy para que contactara al autor.

O.C. Smith era un vocalista de jazz de Louisiana que había cantado en la orquesta de Count Basie y que luego se volcó al soul y el R&B. En 1965 grabó su versión del tema, con un tempo más lento, un coro femenino muy sutil y la presencia del piano, que Sinatra cambió por el hammond que le dio un groove más contundente. Pero Smith, que sólo tuvo dos éxitos importantes en su carrera, y That’s life no fue uno de ellos, no había escrito la canción.

Los créditos están a nombre de Dean Kay y Kelly Gordon y la primera versión, que pasó sin pena ni gloria, la grabó Marion Montgomery en 1964 para Capitol Records, con una impronta más aproximada al sonido de Nueva Orleans. Sinatra la convirtió en un éxito y al año siguiente, en 1967, Aretha Franklin la consolidó aún más con su versión para el disco Arteha Arrives. Desde entonces se volvió uno de los clásicos del cancionero estadounidense. The Temptations, James Brown, Shirley Bassey, David Lee Roth, Bono y Van Morrison fueron algunos de los artistas que la grabaron a lo largo de los años.

En el cine integró también la banda de sonido del filme A Bronx Tale, que casualmente protagonizó Robert De Niro, quien tiene un rol secundario en Joker. Y ahora, de la mano del personaje perturbado y oscuro que encarna Joaquin Phoenix, vuelve a sonar con la misma fuerza de antes, como si el tiempo no hubiera pasado. Pero pasó y, más allá de las excelentes versiones que se grabaron después, Todd Phillips recurrió a la descomunal versión Sinatra, "La Voz", porque es la que le dio el alma a la canción.





miércoles, 2 de octubre de 2019

Aggiornado


El video de Contemporary, el corte de difusión del álbum homónimo, el quinto de Rick Estrin al frente de los Nightcats, alteró a los puristas del blues. Bien sabemos que tienen el umbral de tolerancia muy bajo y que viven en permanente estado de guerra con todos los que ellos consideran que usan el nombre del blues en vano. Pero hay músicos que despiertan incluso el instinto asesino de estos personajes anclados en un dogmatismo absurdo. Rick Estrin es uno de ellos, pese a que desde hace más de tres décadas es uno de los artistas más influyentes del género y un referente absoluto de la armónica.

Dicen que con el blues no voy a ningún lado, que tengo que cambiar mi estilo…”. Así comienza la letra de Contemporary, un tema humorístico en el que los Nightcats muestran toda su destreza para combinar varios géneros en una misma canción. Estrin, Kid Andersen y compañía se lucen con un shuffle que incorpora elementos del hip hop, el funky y el rock que sacuden los rígidos límites del purismo. El tema es una genialidad y el video también.

El álbum, producido por Estrin y el ascendente Andersen, fue grabado en los estudios Greaseland, en San José, California, donde desde hace unos años se vienen haciendo algunos de los mejores discos de blues y afines, y editado por Alligator Records. De las doce canciones, nueve fueron escritas por el armoniquista y cantante, una por Andersen, otra por el tecladista Lorenzo Farrell y la restante es un cover de Nothin’ but love, una oscura canción que Bobo Jenkins registró en 1959.

Desde el punto de vista estilístico, el disco no desentona con ninguno de los anteriores, al margen de que el sonido aquí sea un poco más jugado. Las letras combinan humor con finas ironías. La armónica Estrin hace lo que quiere: suena sutil en New Year’s Eve, absorbente en The main event o más tradicional en Bo Dee’s Bounce. La guitarra de Andersen es el otro estandarte del disco. Sus riffs y solos brillan en todas las canciones, pero sobresalen mucho más en los instrumentales House of Grease y Cupckain’. En el primero se cruza con el piano de Farrell y el hammond de Jim Pugh, invitado para la ocasión, y en el segundo readaptan el sonido de Booker T & The MG’S a la nueva era.
La flamante incorporación, el baterista Derrick “D’Mar” Martin, se acopló a la perfección a la banda y su buen pulso queda de manifiesto a cada instante.

Contemporary es un álbum superlativo, con arreglos exquisitos, que muestra que el paso del tiempo no hace otra cosa que mejorar al grupo. Cuando el alejamiento de Charlie Baty pareció anticipar el fin de la banda, Estrin logró reconvertirse de la mano de Kid Andersen y con cada uno de los discos que sacaron fueron reafirmando ese compromiso de hacer buenas canciones y dar shows memorables. Rick Estrin & The Nighcats, como otros, mantienen la llama del blues encendida con un sonido más actual, pese a los gritos de los puristas desde las cavernas.