lunes, 15 de enero de 2018

El hechicero noruego


Herre es un pequeño poblado de la región de Telemark, al sur de Noruega, en el que viven poco más de mil personas. Allí, donde no hay mucho más que hacer que soportar el intenso frío durante ocho meses al año, el 15 de enero de 1980 nació Christoffer Andersen. Kid, como lo llaman todos, es uno de los músicos de blues más importantes de la escena estadounidense y hoy, radicado en San José, California, es el cerebro de esa maquinaria sonora llamada Greaseland.

Kid Andersen empezó a tocar la guitarra a los 11 años gracias a un primo suyo que le enseñó lo básico para que pudiera tocar rock and roll. Una tarde de 1996, estaba viendo la televisión en la casa de su abuela cuando en las noticias pasaron el aviso del Notodden Blues Festival, que tenía como atracción principal a Robert Cray. “Ese instante quedó grabado en mi cabeza”, contó Kid en una entrevista que le hizo la revista Blues Blast. A partir de entonces, el blues se volvería una bola de nieve. Un amigo músico le prestó un cassette de Stevie Ray Vaughan y poco tiempo después conoció al guitarrista Morten Omlid, su mentor.

“Omild tenía una gran colección de discos. De un lado guardaba los de músicos negros y del otro los de blancos. La sección de músicos negros era más grande así que empecé por ahí”, recordó. Así fue como se llevó a su casa los primeros LP’s de los tres King, Otis Rush y T-Bone Walker. Y también uno de Little Walter. “Omild me dijo que si quería aprender a tocar bien tenía que saber cómo hacerlo detrás de un armoniquista”, explicó Andersen.

Tery Hanck
Al poco tiempo, se fue a vivir a Oslo, la capital de Noruega, y empezó a frecuentar el Muddy Waters, uno de los bares de blues más importantes de la ciudad. En ese esencario comenzó a ganar experiencia y pronto sería el guitarrista rítmico de muchos músicos internacionales que pasaron por allí como Jimmy Dawkins, Willie “Big Eyes” Smith, Nappy Brown y Homesick James. En 1998, en el festival de Notodden, conoció al saxofonista estadounidense Terry Hanck, quien sería decisivo en su vida y su carrera musical. Hanck quedó tan impresionado con el chico noruego que lo incorporó a su banda y se lo llevó a California. "Me di cuenta enseguida que era especial. No sólo aprendía rápido, sino que instintivamente sabía el tono y el sentimiento que yo quería para una canción”, relató.

En California se le abrió un mundo. Tras cuatro años junto a Hanck se fue a tocar durante un lustro con Charlie Musselwhite. Luego se incorporó a la banda de John Nemeth, pero sus problemas con el alcohol lo obligaron a dar un paso al costado. Pero la suerte estuvo de su lado. En 2009, ya recuperado, aprovecho que Charlie Baty dejaba los Nightcats y se sumó a la nueva versión comandada por Rick Estrin, formación con la que editó cuatro discos y vino a la Argentina en 2011.

Desde sus días con Charlie Musselwhite, Andersen también forjó una carrera solista, aunque con más bajo perfil. Editó tres discos Rock Awhile (2003), Greaseland (2006) y The Dreamer (2007). Y además grabó junto a Junior Watson y la leyenda del blues noruego Vidar Busk el disco Guitarmageddon (2004). Pero eso no fue todo: su nombre figura en los discos Raisin' Hell Revue (2011) de Elvin Bishop; Road Dog's Life (2013) de Smokin’ Joe Kubek y B’Nois King; Snap your fingers (2013) de Finis Tasby; If nothing Ever Changes (2015) de Wee Willie Walker; The Real Deal (2016) de John “Blues” Boyd; entre otros. Todas esas colaboraciones reflejan la versatilidad del guitarrista, que se adapta a distintos estilos de blues y otros géneros.

Su híper actividad musical se complementa con su rol como CEO de los estudios Greaseland, donde es productor artístico y técnico de sonido al mismo tiempo. Allí creó un polo muy interesante donde prolifera el sonido clásico, no sólo del blues sino de géneros afines como el soul, rockabillly, funk, gospel y hasta surf music. Pero el blues sigue siendo lo que realmente lo mueve.Hace poco editó un álbum tributo a Howlin’ Wolf con leyendas como Henry Gray y Tail Dragger como invitados; y otro dedicado a Little Walter en el que sobresalen las armónicas de Musselwhite, Billy Boy Arnold y Sugar Ray Norcia.

Kid Andersen es el hechicero, el mago que todo lo arregla. Dicen que todo lo que toca cobra un nuevo sentido y, a juzgar por todos los discos mencionados, eso es una gran verdad. En Noruega, su tierra, lo saben bien y cada vez que vuelve al festival de Notodden lo homenajean. Y en Estados Unidos también lo saben, por eso cada vez más músicos recurren a él.


2 comentarios:

Ruben Vaneske dijo...

un capo! encima es un cago de risa

Marcelo Marin dijo...

Divino personaje!!