jueves, 2 de febrero de 2017

Por el Delta del Mississippi


La calle Main, la principal que atraviesa el casco antiguo de Yazoo City, está desierta. Las fachadas de los edificios que todavía están habitables están pintadas de diferentes colores dándole un toque aún más pintoresco al lugar. Pero lo que más abundan son edificaciones y warehouses abandonados, testimonio de la crisis económica de 2008 que dejó secuelas profundas.

Son las 9 de la mañana cuando salimos a la ruta. Tomamos la 49 hacia el norte con destino a Indianola y, tras una breve parada en Belzoni, llegamos al pueblo en el que descansan los restos del gran B.B. King. Su tumba, ubicada detrás del moderno museo que rescata su vida y su obra, todavía está en construcción. Por los altoparlantes suena The thrill is gone y a unos cuantos metros está estacionado el micro oscuro con el que solía recorrer todo los Estados Unidos en su extensas y agotadoras giras. A un par de cuadras de allí, cruzando la vía, está el Ebony Club, otro de los juke joints más famosos de Mississippi. Claro que, por ser de día, está cerrado, pero desde sus recodos transmite el blues que acumuló durante décadas. Mientras contemplamos el lugar, un auto se detiene de golpe y dos hombres negros se bajan y, cuando el prejuicio nos gana y pensamos lo peor, nos piden que les saquemos una foto con el bar de fondo. “¿De dónde son?” pregunta uno de ellos. “De Argentina”, responde Gabriel. “Eyyy, Manu Ginóbili”, gritan y ríen mientras se suben de nuevo a su coche deportivo y se van. Y nosotros nos quedamos mirándonos sin entender bien qué fue lo que pasó.

Seguimos hacia el norte por la 49 y nos desviamos hacia el oeste unas ocho millas para llegar a Dockery Farms, donde según los historiadores nació el blues de la mano de Henry Sloan y su discípulo Charley Patton. El lugar está muy bien conservado y es emocionante recorrer el predio. Junto a un viejo granero de chapa, reconvertido en escenario para eventos especiales, está el cartel del blues trail y a su lado un botón rojo que dice: "Press the button for blues sampler". Lo pulso sin muchas expectativas y de repente la voz de Patton entonando Some summer day irrumpe desde varios parlantes ocultos. Quedamos en shock, nos miramos con An y Gabriel cómo tratando de buscar una respuesta que ninguno está en condiciones de dar. Patton canta para nosotros solos. Nunca tuvimos tanto blues. Todavía sacudidos por la experiencia volvemos al auto y avanzamos al noreste.

La 49 nos lleva a Drew, a la prisión Parchman y Tutwiler, donde la historia cuenta que W.C. Handy, en 1902, se topó por primera vez con el blues, al ver a un vagabundo rasgando las cuerdas de una precaria guitarra con un cuchillo mientras cantaba sobre un perro amarillo. Estuvimos junto a las vías del tren, cerramos los ojos y tratamos de imaginar cómo fue ese encuentro. Al cabo de unos minutos nos movemos en busca de la tumba de Sonny Boy Williamson. Al principio no la encontramos y una mujer se ofrece a guiarnos hasta el lugar con su camioneta. El legendario armoniquista, de renombre internacional, yace en un pequeño cementerio rural de difícil acceso. Junto a su lápida, visitantes anteriores dejaron una armónica, un kazoo, unas púas y unas pocas monedas,

Pasadas las tres de la tarde, llegamos a Clarksdale, la meca del blues de Mississippi. Almorzamos unos sanguches que chorrean grasa en Abe´s, junto al monumento de Crossroads, y luego vamos hasta Hopson plantation para pasearnos entre algodonales y cabañas vintage. Después damos una vueltas por la ciudad y contemplamos lugares emblemáticos como Red's, The New Roxy, Hambone y Riverside Hotel, hasta que nos metemos en Cat Head, el local de Roger Stolle en el que vende libros, discos, entre otras cosas alusivas a la historia del blues.

El Delta Blues Museum está cerrado pero es posible ver la figura inmaculada de Muddy Waters detrás de un ventanal en el que se reflejan las luces parpadeantes del Ground Zero, el imponente juke joint de Morgan Freeman, que está a unos pocos metros. Teníamos pensado regresar a Memphis antes del anochecer pero el blues nos lleva al Red's para a ver a Lucious Spiller. Solo con su guitarra interpreta Red house, Little red rooster, I'll play the blues for you y, a pedido nuestro un par de Magic Sam: That's all I need y You belong to me. Se hizo tan tarde que la hora y media de regreso a Memphis parece el doble. Paramos por unos sanguches en una estación de servicio de Tunica porque a esta hora es imposible pretender una buena cena y porque la verdad en este momento es lo que menos importa.

2 comentarios:

Oscar Castro dijo...

Que emoción...

guillermoblues dijo...

Gracias por compartir la experiencia... la imaginación vuela.