viernes, 15 de julio de 2016
Sensatez y sentimientos
El primer gesto del maestro Larry Carlton fue dejar que presentaran a los músicos antes de su salida a escena. Mariano Cardozo, productor del evento, anunció a Jota Morelli, a Daniel Maza y a Gustavo Silva, y ellos asomaron tímidamente y saludaron al público. Tras ese inusual comienzo, Carlton caminó confiado hasta el centro del escenario. Tomó su Gibson 335 y empezó a acariciarla suavemente. Improvisó una dulce melodía en soledad, bañado por un haz de luz azulado.
Tras su solo inaugural, el maestro llamó a Morelli y Maza con un gesto ampuloso. Los músicos ocuparon sus lugares y se lanzaron en un frenesí jazzístico exquisito. Silva apareció para el tercer tema y, durante el resto de la noche, alternó el sonido hammond con el de los sintetizadores. La banda sonó muy ensamblada, sin fisuras, pese a que apenas tuvieron un par de ensayos juntos. En determinados momentos, Carlton dejó que el baterista y el bajista mostraran lo suyo y también entrecruzó notas con un entusiasmado Silva. El guitarrista le dio un rol estelar a la banda y los músicos respondieron con creces. Pura sintonía fina.
La guitarra parece una extensión de su cuerpo. Desde la forma en que la agarra y todo lo que saca es orgánico y natural. Su estilo, pulido y refinado, también está cargado sentimiento. Cada una de las notas que toca dice algo. Anoche lo demostró ante un Teatro Coliseo prácticamente colmado. Conmovió con su hit Minute by minute, le puso funky con My mama told me so y Put it where you want, ambas de su época con los Crusaders, y acarició el blues con la soberbia Friday night shuffle. Dibujó las notas más finas con Room 335, de su álbum debut de 1976, y engalanó la noche con otras joyas de sus discos solistas como Sunrise y March of the jazz angels. También interpretó algunos covers como Roll with it de Stevie Winwood y Josie de Steely Dan, en la que estiró las cuerdas al mejor estilo B.B. King. En el cierre arremetió con Sleep walk, esa joya instrumental compuesta para steel guitar por Santo & Johnny en 1959, que Carlton transformó en un emotivo y vibrante saludo de despedida.
En la previa, cuando la ansiedad por ver a Carlton otra vez luego de 30 años dominaba al público, Nasta Súper hizo su debut sobre las tablas del Coliseo con una presentación tan corta como encendida. Fueron tres temas instrumentales -Doodlin', Blues in B y Robert Nighthawk stomp- en los que Rafa Nasta, armado con una Les Paul ametralló al público respaldado por sus fieles lugartenientes: Gabriel Cabiaglia, Mauro Ceriello y Walter Galeazzi.
Durante casi dos horas, Carlton colmó el amplio recinto del teatro solo con su música, interrumpida apenas por el estallido de aplausos entre tema y tema. La despedida fue conmovedora, se mezclaron sonrisas y lágrimas de emoción. Luego se abrió paso entre el público, que lo esperaba en el hall de entrada, para firmar sus discos. Otro gesto más del maestro de la sensatez y el sentimiento.
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2 comentarios:
Bien por Nafta que NO canto!
Muy buena crónica y 1 bravo para los músicos locales !!!
Saludos
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