El trasfondo es conocido: un año antes, Dylan conoció a los Beatles. Ese encuentro marcó a fuego tanto al cantautor como a los músicos de Liverpool. El primero quedó impactado con el sonido de la banda y ellos se maravillaron, porros de por medio, con la poesía de Dylan. A partir de entonces, ambos comenzarían a buscar un sonido diferente en sus carreras.
A comienzos de 1965, Dylan mostró un anticipo de lo que se estaba gestando en su interior con el lanzamiento de Bring it all back home, su quinto álbum, que acunaba tanto canciones folk como otras más rockeadas. Dylan estaba en el pináculo del mundo folk. Era la estrella absoluta. Sus discos anteriores, especialmente The freewheelin' Bob Dylan y The times they are a-changin', habían sentado las bases de la época y marcaban el pulso de los reclamos por los derechos civiles en los Estados Unidos. Era la voz de una generación, aunque él no se sentía muy cómodo con eso.
Michael Bloomfield |
Like a rolling stone fue lanzado como single el 25 de julio de 1965. Una semana después, Dylan se presentó en el Newport Folk Festival junto a la Paul Butterfield Blues Band. La banda desplegó un sonido eléctrico estruendoso y provocó una reacción adversa en gran parte del público. A Pete Seeger, uno de los organizadores, se le atribuyó haber querido interrumpir el show de manera abrupta, aunque eso no fue del todo cierto. “A mí no me molestó que Dylan se electrificara. Yo me puse furioso porque había tanta distorsión que no se entendía lo que estaba cantando. Entonces le pedí al sonidista que lo arreglara y él me respondió que así era como la banda lo quería. Me enojé tanto que dije que si tenía un hacha cortaba los cables”, contó el propio Seeger en más de una oportunidad. Tras interpretar Maggie’s farm, Like a rolling stone y una versión preliminar de It takes a lot to laugh, it takes a train to cry Dylan se tomó un descanso. Al rato volvió solo con la acústica para calmar a los puristas. Interpretó It's all over now, baby blue y Mr. Tambourine man.
Bob Dylan |
El álbum fue lanzado el 30 de agosto de 1965 y se convirtió en un suceso absoluto, que se revalorizaría mucho más con el correr de los años. Más allá de consolidar a Dylan como uno de los artistas más trascendentes de la década del 60, abrió la puerta a un nuevo sonido, que tendría su pico de mayor creatividad entre 1967 y 1969. Dylan había reconvertido la esencia del rock and roll.
Y el blues tuvo mucho que ver en eso. La participación de Mike Bloomfield fue un aporte fundamental, pero lo más significativo fue la elección del nombre del álbum. La autopista 61 une la ciudad de Duluth, en Minnesota, donde nació Dylan, con St. Louis, Memphis y el Delta del Mississippi hasta llegar a Nueva Orleans. Muddy Waters, Charley Patton, Howlin’ Wolf, Roosevelt Sykes e infinidad de bluseros atravesaron esa ruta de norte a sur y de sur a norte cantando sus blues y ahogando sus penas. La leyenda dice que Robert Johnson hizo un pacto con el Diablo en el cruce de la 61 con la 49. De alguna manera, Dylan trasladó toda esa historia a esas nueve canciones que conforman Highway 61 revisited. Mezcló su pasado folkie, con aquellos viejos blues de los pioneros, una poesía profunda y rabiosa, y un sonido potenciado con 110 volteos. Nada volvería a ser igual en la música.
3 comentarios:
El blues tiene mucho que ver con todo...
Una obra maestra absoluta, para mí el mejor disco de la historia del rock, el que lo crea tal y como lo conocemos al electrificar el folk y cruzarlo con el rock and roll. Desde luego que el blues también está (y el country y el jazz), pero sobre todo pesa esa visión nueva de la música del diablo, de lo que habían hecho Little Richard, Buddy Holly, los Beatles y tantos otros.
Saludos.
De acuerdo con Gonzalo. Ademas se trata del segundo disco que me compre con 13 añitos, lo tengo en un pedestal.
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