Ahí está el gran maestro, sosteniendo con firmeza su Strato blanca sobre el escenario. Yo estoy en primera fila, expectante. Anson Funderburgh es uno de los guitarristas más exquisitos que jamás haya escuchado. Mientras espero que comience el show, en el que acompaña a la banda de Eric Lindell, recuerdo la primera vez que escuché su disco My love is here to stay, junto a Sam Myers, y como me voló la cabeza con ese swing endemoniado.
Space es un bar muy coqueto ubicado en Evanston, a unos 15 kilómetros al norte de Chicago. Tiene las dimensiones de Notorius pero sin tantas mesas. En el medio hay un espacio grande para que la gente vea el show de parado o baile. Para mí es una noche de buena música y la antesala al blues de Chicago. Eric Lindell -californiano y ex artista de Alligator Records- es un compositor notable, con una raíz blusera aunque en esencia su música abarca también el soul, el country y el funk de Nueva Orleans. Para su nuevo trabajo, Sunday morning, Lindell sumó a Anson Funderburgh para jerarquizar a su banda, los Sunliners. La sinergia entre ambos es notable.
El show es para presentar el flamante EP que contiene versiones de temas de Billy Preston, George Jones y Merle Haggard, entre otros. La banda se completa con dos saxofonistas, un contrabajista y un batero. De entrada, nomás, Lindell y Funderburgh muestran sus cartas. El primero canta y lleva la rítmica. El segundo, es el encargado de los solos más hermosos que se puedan escuchar. Lindell lo reconoce a cada instante: “Such a beautiful sound… Anson Funderburgh ladies and gentelmen”.
Bayou country, Sunday morning y Thanks a lot son lo mejor del nuevo EP. Pero también hace un repaso por algunas de su propias canciones como Love and compassion y Since june, y otros covers como Cold november, de Delbert McClinton, o Valerie, de Mark Ronson, que solía cantar Amy Winehouse. Cada solo de Funderburgh es mejor que el anterior y le pone una cuota de blues texano a las melodías que entona Lindell. El otro punto alto del show es el contrabajista Myles Weeks, que acompaña en coros y marca el ritmo con determinación.
En el final explotan con Born in Chicago, de Nick Gravenites. Es el momento más blusero de la noche. La gente sigue bailando frente al escenario y las dos veteranas estiradas, que en el intervalo acosaron sin pudor a Funderburgh, esperan su momento para volver al acecho.
La llegada a Chicago fue inmejorable. A partir de ahora todo será blues por unos días. Los bares me esperan. Mientras tanto disfruto de esos punteos magníficos que sólo un guitarrista como el maestro Anson Funderburgh puede lograr.
3 comentarios:
Martin. Gracias por compartir estas experiencias y en mi caso por hacerme descubrir al gran Anson Funderburgh. Saludos. Fernando
traelo Martin!!!!!!!
Que lugar Evanston Space! y que show Martin!! gracias por compartir la data. Machi Romanelli
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