domingo, 27 de junio de 2010
Wine song 38
Una balada desesperada llena de soledad y desamparo. Un amor que no está, mañanas frías y un deseo de compartir que no se puede concretar. Y el vino glorioso matinal, que no es bebido por la gente buena, es un bálsamo cuando uno no encuentra el camino a casa y no tiene a dónde ir. Lanegan, que hace poco tocó en Buenos Aires, se crío musicalmente en los noventa en el estado de Washington, donde está Seattle. Compartió grabaciones con Kurt Cobain, fue miembro de Screaming Trees y colaboró con Queens of The Stone Age, Mad Season. MORNING GLORY WINE fue editada en su último disco, Bubblegum, de 2004.
miércoles, 23 de junio de 2010
Mirá quién canta blues
Nunca me gustó demasiado. Su voz chillona me ponía un poco nervioso y su look extremadamente ochentoso no me mataba en absoluto. En su momento, Girls just want to have fun me pareció apenas simpática y a Time after time recién la empecé a disfrutar con la versión de Miles Davis. Pero hay que decirlo: está mujer de peinados coloridos es un icono de la cultura pop. Hoy 23 de junio, un día después de su cumpleaños 57, me senté a escuchar su nuevo disco. Memphis Blues puede ser un buen intento de Cyndi Lauper por darle un nuevo rumbo a su carrera o apenas un cambio pasajero y marketinero. Algunos pueden pensar que es una movida comercial, tal vez… pero también puede ser el álbum de una mujer a la que le llegó la hora del blues. Yo sé que hay grandes cantantes que no tienen la repercusión que va a tener este disco y eso puede fastidiar a más de uno. Lo cierto es que muchos seguiremos escuchando a Etta James, Shemeika Copeland, Madeleine Peyroux, Shirley King o Sue Foley. Pero es posible que el álbum de Cyndi Lauper abra las puertas del blues a otros. Es un álbum desparejo pero agradable. Ella canta muy bien algunos temas y en otros su voz parece apagada o en segundo plano. Los temas son todos clásicos -Just your fool, How blue can you get?, Early in the morning, Rollin' & Tumblin'- y hay grandes invitados: B.B. King y Allen Toussaint, Ann Peebels, Charlie Musselwhite y Jonny Lang. Un buen disco para invitar a otros a escuchar blues.
martes, 22 de junio de 2010
Música por el mundo
La Gibson de Russell Malone. Jazz Standard, Nueva York. Diciembre de 2008.
Ike Turner. Le Méridien Etoile, París. Abril de 2007.
Discos usados. Mercado de pulgas de la Praça Benedito Calixto, San Pablo. Setiembre de 2009.
Holly Golightly & The Brokeoffs. Rhiz Bar, Viena. Abril de 2008.
Local de venta de ropa. Portobello Road, Londres. Abril de 2010.
Michael Hill. Terra Blues. Nueva York. Abril de 2010.
Banda callejera de jazz tradicional. Puente de Carlos, Praga. Abril de 2008.
Homenaje a Lennon. Matthew Street, Liverpool. Abril de 2010.
Músico callejero. Greenwich, Londres. Abril de 2010.
Imitador de Jimi Hendrix. Estación de subte Canal Street, Nueva York. Diciembre de 2009.
(Fotos: Martín Sassone)
Ike Turner. Le Méridien Etoile, París. Abril de 2007.
Discos usados. Mercado de pulgas de la Praça Benedito Calixto, San Pablo. Setiembre de 2009.
Holly Golightly & The Brokeoffs. Rhiz Bar, Viena. Abril de 2008.
Local de venta de ropa. Portobello Road, Londres. Abril de 2010.
Michael Hill. Terra Blues. Nueva York. Abril de 2010.
Banda callejera de jazz tradicional. Puente de Carlos, Praga. Abril de 2008.
Homenaje a Lennon. Matthew Street, Liverpool. Abril de 2010.
Músico callejero. Greenwich, Londres. Abril de 2010.
Imitador de Jimi Hendrix. Estación de subte Canal Street, Nueva York. Diciembre de 2009.
(Fotos: Martín Sassone)
sábado, 19 de junio de 2010
Back in the seventies
Los setenta vuelven con todo. Aquí tres discos recientemente editados. Tres blues-rockers, cuarenta años más viejos, pero con el mismo espíritu de siempre. The old cowboys ride again…
Rick Derringer - The three Kings of the blues. Rick Derringer siempre estuvo en segundo plano. En los setenta cobró algo de notoriedad como el guitarrista de Edgar Winter y también por integrar la banda de Johnny Winter. Siempre fue un animal rabioso de las seis cuerdas y ahora, a esa ductilidad, le sumó años de experiencia. Su últimio disco es una especie de homenaje a Albert, Freddie y B.B. King que incluye una selección de temas que no necesariamente responden a los tres grandes. Es un muy buen disco en el que Derringer no se tira atrás. La guitarra es la protagonista absoluta de este álbum compuesto de once canciones, entre las que se destacan Just a little bit, Key to the highway, Killing floor y Love her with a feeling.
Steve Miller – Bingo!. Pasaron 17 años desde el último álbum de estudio del cowboy del espacio y ahora volvió con un gran disco, en el que retorna a sus bases bluseras más profundas. Steve Miller fue uno de los grandes protagonistas de la década del setenta. Empezó con un sonido más blusero y luego fue mutando hacia un pop híbrido. Pero ahora, curtido, vuelve a las raíces. Hay dos invitados de lujo: Joe Satriani y Norton Buffalo, éste último participó de la grabación de Bingo! poco antes de morir. Miller se despacha con temas de Jimmie Vaughan (Hey yeah y Don’t cha now), Lowell Fulson (Tramp), All your love (Otis Rush), Rock me baby (B.B. King) y Who’s been talkin’ (Howlin Wolf), entre otros clásicos del género.
Foghat – Last train home. Es cierto que sólo queda un miembro original de la banda, el baterista Roger Earl, y que los buenos tiempos quedaron atrás con la partida de Rod Price y, más tarde, con la muerte de “Lonesome” Dave Peverett. Pero Earl y el grupo la siguieron peleando y –casi- nunca dejaron de presentarse en vivo. Tocan blues y rock and roll con mucha fuerza y firmeza. Suenan bien. Los dos covers de Elmore James, It hurts me too y Shake your Money maker, son de lo mejor del disco junto a Lousiana blues. El trabajo de Bryan Bassett en guitarra, especialmente con el slide, es excelente. El sonido del álbum –el primero de estudio en siete años- no es novedoso pero sí está cargado de la energía del rock arena y eso es mucho decir. Los dos últimos temas tienen un bonus de lujo: la participación del legendario Eddie Kirkland.
Rick Derringer - The three Kings of the blues. Rick Derringer siempre estuvo en segundo plano. En los setenta cobró algo de notoriedad como el guitarrista de Edgar Winter y también por integrar la banda de Johnny Winter. Siempre fue un animal rabioso de las seis cuerdas y ahora, a esa ductilidad, le sumó años de experiencia. Su últimio disco es una especie de homenaje a Albert, Freddie y B.B. King que incluye una selección de temas que no necesariamente responden a los tres grandes. Es un muy buen disco en el que Derringer no se tira atrás. La guitarra es la protagonista absoluta de este álbum compuesto de once canciones, entre las que se destacan Just a little bit, Key to the highway, Killing floor y Love her with a feeling.
Steve Miller – Bingo!. Pasaron 17 años desde el último álbum de estudio del cowboy del espacio y ahora volvió con un gran disco, en el que retorna a sus bases bluseras más profundas. Steve Miller fue uno de los grandes protagonistas de la década del setenta. Empezó con un sonido más blusero y luego fue mutando hacia un pop híbrido. Pero ahora, curtido, vuelve a las raíces. Hay dos invitados de lujo: Joe Satriani y Norton Buffalo, éste último participó de la grabación de Bingo! poco antes de morir. Miller se despacha con temas de Jimmie Vaughan (Hey yeah y Don’t cha now), Lowell Fulson (Tramp), All your love (Otis Rush), Rock me baby (B.B. King) y Who’s been talkin’ (Howlin Wolf), entre otros clásicos del género.
Foghat – Last train home. Es cierto que sólo queda un miembro original de la banda, el baterista Roger Earl, y que los buenos tiempos quedaron atrás con la partida de Rod Price y, más tarde, con la muerte de “Lonesome” Dave Peverett. Pero Earl y el grupo la siguieron peleando y –casi- nunca dejaron de presentarse en vivo. Tocan blues y rock and roll con mucha fuerza y firmeza. Suenan bien. Los dos covers de Elmore James, It hurts me too y Shake your Money maker, son de lo mejor del disco junto a Lousiana blues. El trabajo de Bryan Bassett en guitarra, especialmente con el slide, es excelente. El sonido del álbum –el primero de estudio en siete años- no es novedoso pero sí está cargado de la energía del rock arena y eso es mucho decir. Los dos últimos temas tienen un bonus de lujo: la participación del legendario Eddie Kirkland.
miércoles, 16 de junio de 2010
Tom Petty plays the blues
El título es engañoso pero no está alejado de la realidad. Mojo no es un disco estrictamente blusero pero es lo más cercano al blues que puede hacer Tom Petty. Es una aproximación al sonido de Chess pero con todos temas propios.
Su primer álbum para el sello Reprise lo encuentra una vez más con los fieles Heartbreakers, pero esta vez todo en directo y sin overdubs, El primer tema es un blues rabioso. Sigue con First flash of Freedom, una canción que recuerda mucho al sonido californiano de los sesenta con unos solos de guitarra muy psicodélicos. Running man's bible y The trip to Pirate's Cove son dos temas con la impronta clásica de su música en los que se luce la guitarra del legendario Mike Campbell.
Tom Petty está de regreso con un gran álbum que dejará satisfechos a sus fanáticos, a los rockeros y a los amantes del blues.
sábado, 12 de junio de 2010
Princesa del Blues
Shirley King sabe como entretener al público. Baila, gesticula, bromea, sacude el culo, provoca y, claro, también canta. La hija de B.B. King heredó de su padre la voluptuosidad de su cuerpo, la capacidad de seducir a la gente con ritmo y su buena onda. El viernes por la noche dio un show bárbaro en La Trastienda. Más de una hora y media con clásicos del blues y un par de gemas del soul en los que desplegó toda su energía vocal.
Todo comenzó con la banda -Daniel Raffo y “Alambre” González en guitarras, Mauro Ceriello en bajo, Nicolás Raffetta en teclados y Patricio Raffo en batería- tocando un shuffle para después darle la bienvenida a Gerald Noel, el saxofonista que viaja junto a Shirley King. Siguieron con Watermelon man y después con Further on up the road. Luego subió Shirley, a quien le encantan las canciones con referencias sexuales y doble sentido como Got my mojo working, Hoochie coochie (wo)man y Rock me baby. En cada uno de esos temas sacudió toda su humanidad y jugueteó con un par de hombres del público.
A medida que fueron pasando los temas la gente se fue encendiendo mucho más, sobre todo luego de que ella bajó, caminó entre el público e hizo cantar a un par personas. Uno de ellos fue Pablo Piñeiro, periodista especializado en blues que, desde sus entrañas, sacó unos aullidos wolfescos y se ganó la ovación de todos.
Fue muy bueno el laburo de los guitarristas: Alambre (o mejor dicho el Elvin Bishop argentino) con un sonido más rockero y luciendo el slide en un par de ocasiones, y Daniel Raffo (o el Tony Soprano del blues), con su sonido más cercano al de B.B. King. Este último tuvo un mano a mano muy interesante con Shirley en Rock me baby. Otros de los temas que cantó la hija del Rey del Blues fueron Woke up this morning, Wang Dang Doodle, dedicado a Koko Taylor, y dos clásicos históricos del soul: Mustang Sally y I feel good.
El final fue muy caliente, ya todos estaban de pie, otros bailaban entre las mesas y sillas que se arremolinaban sin control. Hubo aplausos y hasta algún que otro alarido de aprobación para una vertiginosa versión de Sweet Home Chicago. Shirley King hizo lo que mejor sabe hacer: entretener al público con su voz y sus movimientos desinhibidos y provocativos. No por nada es la Princesa del Blues. Su show tiene una definición: satisfacción garantizada.
miércoles, 9 de junio de 2010
Wine song 37
RED WINE, MISTAKES, MYTHOLOGY es una perlita de To the sea, el último disco de Jack Johnson. El tema empieza con una armónica y después se anima como todas sus canciones. El trovador le canta al vino y a la mitología; a los errores y a las disculpas. A los pájaros que cantan, a las verdades a medias, a cómo aprender a reírnos para dejar de llorar. Y ahora su música está regada de tinto. Fresco y joven. Nacido de una viña californiana. Este es el mundo de Jack.
martes, 1 de junio de 2010
Lanzamientos de mayo
Magic Slim & The Teardrops – Raising the bar. Magic Slim es un ícono del blues de Chicago. Los que escuchan blues hace mucho tiempo saben de lo que hablo y los que lo vieron en vivo en sus visitas a la Argentina o en algún bar de Chicago, más todavía. Raising the bar es un disco excelente. Puro ritmo auténtico. Energía desbordante y potencia rockera. En el octavo álbum para el sello Blind Pig, Morris Holty y su banda reafirman el compromiso que tienen con el sonido tradicional urbano. Once temas imperdibles entre los que hay composiciones de J.B Lenoir (Mama, talk to your daughter), Elmore James (I can’t hold out), Roosevelt Sykes (Sunny road blues) y Robert Nighthawk (Gonna move to Kansas City). Este va camino a a ganar los W.C. Handy Awards.
Jack Johnson – To the sea. Compone. Sale de gira. Ensaya. Graba. Jack Johnson hace de todo y lo hace muy bien. A pesar de la locura con la que se vive hoy en día -anuncios, contratos, abogados, negocios, cifras, cheques, compromisos, estrés, globalización o lo que sea- Jack Johnson sigue tan relajado y genuino como siempre. El gurú de la buena vibra sigue en sintonía con el mundo de la melodía, la paz y el relax. Una vez más creó temas magníficos como You and your heart, No good with faces, From the clouds y The upsetter que se suman a la lista de clásicos como Flake, Taylor, Better together o Times like these. Escuchar este disco es como tomar una cerveza fría en una tarde de verano o como zambullirse en el agua fría en un día sofocante.
The Black Keys – Brothers. Así como los White Stripes, The Black Keys es un dúo poderoso con una estructura de guitarra y batería que toca un blues minimalista derrochando electricidad a borbotones. Pero a diferencia de la otra banda, los Black Keys son mucho más salvajes. Son psicodélicos y primitivos. Su música recuerda a los discos “malditos” que Howlin’ Wolf y Muddy Waters grabaron para Chess a fines de los sesenta. Brothers es un álbum hipnótico y atmosférico en el que las canciones fluyen como la niebla en la madrugada. El sonido de estos muchachos es cautivante. Es una propuesta diferente, una expedición al más allá para los puristas del blues y un hallazgo invalorable para los amantes de la buena música.
Smokin’ Joe Kubek & B’Nois King - Have blues will travel. El comienzo, con el tema que da nombre al disco, es demoledor. Suena tan potente como ZZ Top o, casi, como AC/DC. El segundo track, Got you out of my blood, sigue la misma línea y así con el resto de las canciones. Kubek y King vienen tocando juntos desde hace 20 años, se conocen y se complementan a la perfección. Tienen ese poder para tocar juntos, esa hermandad sobrenatural, que en algún momento supieron tener Brownie McGhee y Sony Terry, Cephas & Wiggings, o Anson Funderbergh y Sam Myers. Para los que se vuelven locos con el blues de Texas y con los solos de guitarra pirotécnicos, éste disco es muy recomendable.
Hank Williams III – Rebel within. El nieto del legendario Hank Williams e hijo del célebre Hank Williams Jr. acaba de editar uno de sus mejores discos de su carrera. En Rebel within prevalece el outlaw country y la música hillbilly, sin dejar de lado el rock and roll duro. Aquí, a diferencia del trash metal de su proyecto paralelo, Assjack, Hank III suena auténtico. Las letras de las canciones están inspiradas en su pasión por el alcohol –Gettin’ drunk and fallin’ down, Drinkin’ ain’t hard to do, Moonshiner’s life y Drinkin’ over mama- y también en las drogas –Tore up and loud-. Los excesos de este forajido son el nutriente de su música. Un disco para conocer la esencia del White trash rural.
Jack Johnson – To the sea. Compone. Sale de gira. Ensaya. Graba. Jack Johnson hace de todo y lo hace muy bien. A pesar de la locura con la que se vive hoy en día -anuncios, contratos, abogados, negocios, cifras, cheques, compromisos, estrés, globalización o lo que sea- Jack Johnson sigue tan relajado y genuino como siempre. El gurú de la buena vibra sigue en sintonía con el mundo de la melodía, la paz y el relax. Una vez más creó temas magníficos como You and your heart, No good with faces, From the clouds y The upsetter que se suman a la lista de clásicos como Flake, Taylor, Better together o Times like these. Escuchar este disco es como tomar una cerveza fría en una tarde de verano o como zambullirse en el agua fría en un día sofocante.
The Black Keys – Brothers. Así como los White Stripes, The Black Keys es un dúo poderoso con una estructura de guitarra y batería que toca un blues minimalista derrochando electricidad a borbotones. Pero a diferencia de la otra banda, los Black Keys son mucho más salvajes. Son psicodélicos y primitivos. Su música recuerda a los discos “malditos” que Howlin’ Wolf y Muddy Waters grabaron para Chess a fines de los sesenta. Brothers es un álbum hipnótico y atmosférico en el que las canciones fluyen como la niebla en la madrugada. El sonido de estos muchachos es cautivante. Es una propuesta diferente, una expedición al más allá para los puristas del blues y un hallazgo invalorable para los amantes de la buena música.
Smokin’ Joe Kubek & B’Nois King - Have blues will travel. El comienzo, con el tema que da nombre al disco, es demoledor. Suena tan potente como ZZ Top o, casi, como AC/DC. El segundo track, Got you out of my blood, sigue la misma línea y así con el resto de las canciones. Kubek y King vienen tocando juntos desde hace 20 años, se conocen y se complementan a la perfección. Tienen ese poder para tocar juntos, esa hermandad sobrenatural, que en algún momento supieron tener Brownie McGhee y Sony Terry, Cephas & Wiggings, o Anson Funderbergh y Sam Myers. Para los que se vuelven locos con el blues de Texas y con los solos de guitarra pirotécnicos, éste disco es muy recomendable.
Hank Williams III – Rebel within. El nieto del legendario Hank Williams e hijo del célebre Hank Williams Jr. acaba de editar uno de sus mejores discos de su carrera. En Rebel within prevalece el outlaw country y la música hillbilly, sin dejar de lado el rock and roll duro. Aquí, a diferencia del trash metal de su proyecto paralelo, Assjack, Hank III suena auténtico. Las letras de las canciones están inspiradas en su pasión por el alcohol –Gettin’ drunk and fallin’ down, Drinkin’ ain’t hard to do, Moonshiner’s life y Drinkin’ over mama- y también en las drogas –Tore up and loud-. Los excesos de este forajido son el nutriente de su música. Un disco para conocer la esencia del White trash rural.
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