Este es un pequeño tributo a todas las mujeres que tanto le dieron a la música. La selección de títulos es arbitraria y responde a los diez discos que más me impactaron la primera vez que los escuché. Con esto no quiero decir que sean los diez mejores, pero sí que son muy buenos y recomendables.
Joni Mitchell – Blue (1971). El título es muy adecuado y el arte de tapa es muy representativo. Blue es un disco triste, pero a la vez hermoso. Sus letras, entre lágrimas, son inspiradoras. La voz de Joni es profunda y melancólica. Sus registros, impecables. La soledad tiene aquí una digna inspiración poética. Las canciones son deliciosas y espléndidas como las tardes frescas al sol. La melodía de California se me pegó desde la primera vez que la oí, hace ya muchos años. Pero también están All I want y A case of you, dos himnos que definen el folk rock confesional. Si nunca lo escucharon, por favor no pierdan más tiempo.
Nina Simone – The Great Nina Simone (1998). Fue el primer disco que tuve de ella. Alguien me la recomendó, fui a Musimundo y compré el primero que encontré. Empieza a puro swing con Love me or leave me, después baja un cambio con Mood Indigo, de Ellingnton, y así sigue con 16 canciones más, todas muy cool. La mayoría de los temas son de finales de los cincuenta; la voz de Nina es exquisita y su forma de tocar el piano es, como la definieron en All Music, la cruza perfecta entre Bach, Horace Silver y Bobby Timmons. Trato de no recomendar compilaciones porque siempre es mejor escuchar los discos tal como los grabaron los artistas y no como los armaron las discográficas. Pero en este caso hicieron un gran trabajo.
Janis Joplin – Pearl (1971). En la contratapa del disco dice: “Pearl es un verdadero clásico de una artista legendaria”. Suscribo a cada una de esas palabras. La verdad hoy no me acuerdo si fue el primer álbum que escuché de ella, porque teniendo apenas un puñado de discos oficiales, creo que los escuché casi todos al mismo tiempo. El impacto que me causó su música, su expresividad, sus aullidos desgarrados de dolor, soledad y Southern Comfort, es casi indescriptible. Acabo de poner Pearl en el equipo de audio. Hace mucho que no lo escuchaba. Ahora suena Cry baby y me vuelvo a maravillar con su conmovedora interpretación. Pearl se editó poco después de que Janis muriera (de hecho hay un tema instrumental, Buried alive in the blues, al que ella no llegó a ponerle la vos) y es uno de los mejores discos de la historia del rock.
Valerie Wellington – Millon Dollar $ecret (1984). Este disco se lo compré a Guillermo de Minton’s hace muchos años. Me lo llevé sin escucharlo, más que nada por los músicos que tocaban con ella: Magic Slim, John Primer, Sunnyland Slim, Billy Branch, Aaron Burton y otros. Para ese entonces ya escuchaba a Koko Taylor y Etta James, pero la sorpresa que me causó la voz de Wellington fue muy llamativa. Tenía una voz tan particular y cruda que estaba predestinada a cantar blues. En el librito del cd me enteré que ella había muerto un año antes, en 1993, y tal vez eso me sacudió un poco. Después, con el tiempo, cuando escuchas blues, te acostumbras a descubrir músicos que ya están muertos. Definitivamente Millon Dollar $ecret tiene el alma del blues de Chicago.
Billie Holiday – Lady in Satin (1958). Ya sé que no es su mejor disco. Pero lo elijo por el topetazo fulminante que me causó la primera vez que lo escuché. El comienzo con I’m a fool to want you es tan demoledor como el efecto que hicieron la heroína y el alcohol en su cuerpo. Lady in Satin fue grabado un año antes de su muerte. A pesar de que tenía 42 años, su voz parecía la de una mujer mucho mayor. Los arreglos de la orquesta de Ray Ellis pueden ser un poco pastosos por momentos, pero el sentimiento de dolor y padecimiento que sale de la voz de Billie es de lo más auténtico que jamás se haya grabado.
Sheryl Crow - Tuesday Night Music Club (1993). La primera vez que escuché a Sheryl Crow fue en Houston, en 1994. Estaba parando en la casa de una amiga argentina que vivía allá y pasaron por MTV el video de All I wanna do. Me encantó. Yo en esa época estaba muy metido en el blues. Apenas tenía 20 años y estaba recorriendo Estados Unidos por primera vez siguiendo las raíces de la tradición blusera, así que su música fue inesperada y refrescante para mí. Bárbara, mi amiga, tenía el cd, lo puso y me gustó mucho más, porque no era un disco de una sola canción. Tal vez suene exagerado, pero creo que es uno de los mejores discos debuts de la década del noventa.
Aimee Mann – Magnolia (1999). La película es increíble. No sólo por la historia o las actuaciones, sino también por la música. La banda de sonido es en un 90% de Aimee Mann salvo por un par de temas de Supertramp y uno de Gabrielle. Tiene dos de las canciones más fantásticas que haya escuchado jamás cantadas por una mujer: Save me y Wise up, esta última aparece en la película antes de la memorable escena de la lluvia de ranas. Hasta que se estrenó la película, yo no tenía idea quien era ella, pero desde entonces la tengo muy presente. Por suerte este año la vi en vivo en el Gran Rex y fue un placer infinito.
Sue Foley – Big City blues (1995). Conocí Austin en 1996. Fui a ver un par de shows de músicos locales y fui a visitar el mítico Antone’s, uno de los mejores antros de Texas para ir a escuchar blues. Allí descubrí a una cantante y guitarrista que me fascinó de entrada. Primero me entró por los ojos: una colorada preciosa que rompía con todos los estereotipos de las mujeres del blues. Después escuché dos de sus discos: Without a warning y éste. El primero es muy bueno, pero Big City blues es superlativo. Muy buenos temas propios (Big City blues y This time) y algunos covers bárbaros como If you gotta go y To be alone with you (ambos de Bob Dylan), Howling for my Darling (Howlin’ Wolf) y As long as I have you (Willie Dixon), redondean un album brillante.
Norah Jones – Come away with me (2002). La verdad que la aparición de Norah Jones fue luminosa. Más allá de la pomposa producción y del poder del marketing, ella es verdaderamente única y muy talentosa. Creció escuchando a Sarah Vaughan, Joni Mitchell, Bill Evans, Nina Simone, Cowboy Junkies, Etta James y Carole King y éste disco es como un tributo a sus influencias. Un homenaje moldeado por su dulzura y su naturalidad. Hay muchos que opinan que es muy comercial y bla bla, lo sé y no lo discuto, pero yo les recomendaría que dejen los prejuicios de lado, pongan el disco y descorchen un buen vino. Ya verán como las melodías seductoras de Norah acaban con todos esos pensamientos.
Rickie Lee Jones – Rickie Lee Jones (1979). Para el último de los diez discos dudé entre este y Tapestry, de Carole King. A Rickie Lee Jones la descubrí hace diez años más o menos con su disco Pop Pop. Pero no me enganché tanto con su música. Hace tres años revisaba la batea de ofertas de una disquería de Londres y encontré su primer disco a sólo 4.99 libras. Lo compré, lo escuché y me llevé una gran impresión. A veces uno tiene un primer encuentro que no es adecuado con un artista, tal vez el disco equivocado, o el momento erróneo. Lo que sea. Por suerte tuve mi segunda oportunidad con ella y no la desperdicié. Y hasta la pude ver en vivo. Una diosa.
6 comentarios:
Sencillamente soberbio el post, las conozco a casi todas y coincido plenamente en Billie y Sheryl.
Excelente nota, Martín! Felicitaciones!
Para mi gusto.... Janis Joplin, la mejor!
Me sumo a los elogios...!!!!!! buenisimo Martin..!!! en mi caso dificil definir por una...cada una tiene lo suyo..!!excelente...!
muy bueno Martín! Beso.
me encantó! Beso
notable.
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