Elegí las que a mi criterio son las diez mejores tapas de discos de la historia. Sé que la elección es arbitraria, pero es lo que hay. Aquí están, éstas son:
The Beatles – Sgt. Pepper’s Lonely Heart Club Band (1967). Probablemente sea la portada más famosa de la historia del rock. Olvidémonos de las facilidades que brinda Internet y preguntémonos quién nunca se sentó horas frente a la tapa y observó una a una las caras de ese collage para tratar de sacar todos los nombres. Algunos eran muy fáciles, como los propios Beatles, Bob Dylan, Marylin Monroe o Marlon Brando. Pero después hay otras menos populares como las de Lenny Bruce, Diana Dors, Sonny Liston o el escritor Terry Southern. El diseño fue una creación del artista Peter Blake, es un ícono de la cultura pop y fue copiada hasta el hartazgo.
Pink Floyd – Dark side of the moon (1973). Este disco fue lanzado un mes después de mi nacimiento. Hoy, yo ya estaría de vuelta, pero Dark side of the moon está más vigente que nunca. No me voy a detener en la música, porque todos sabemos lo que el álbum representa: fusión de viejos sonidos que se proyectan al futuro; letras que hablan de las locuras del hombre moderno, de la vida y de la muerte; instrumentación prodigiosa. El arte de tapa es memorable: representa la refracción y la dispersión de la luz blanca al pasar por un prisma. Si Sgt. Pepper es la tapa que resume la década del sesenta, ésta sin duda sintetiza la década siguiente.
Nirvana – Nevermind (1991). El bebé que aparece en la portada más famosa de la década del noventa se llama Spencer Elden. Hoy es un adolescente que tiene el raro privilegio de decir “yo soy el de la foto del disco de Nirvana”. Y apareció casi de casualidad. Nirvana contrató al fotógrafo Kirk Weddle quien por 200 dólares convenció a Renata y Rick Elden que le dejaran fotografiar a su hijo. El billete, como carnada, fue agregado después. A Kurt Cobain se le ocurrió la idea luego de ver un programa de tevé sobre nacimientos debajo del agua. El sello discográfico Geffen preparó una portada alternativa temiendo que alguien se ofendiera porque se veía el pene del bebé. Pero Cobain se puso firme.
Cream – Disraeli Gears (1967). Volvemos a la década del sesenta. Aquí tenemos psicodelia en su estado más puro. Las caras de Eric Clapton, Jack Bruce y Ginger Baker surgen en medio de un “trip” gráfico, realizado por el artista australiano Martin Sharp. La tapa está acorde con la música, sin dudas. Escuchen Sunshine of your love, Strange brew o SWLABR y miren fijo el dibujo. Las pupilas se dilatan, el movimiento se convierte en una onda borrascosa, los colores se nutren de sonidos y las notas brillan con luz incandescente. Lo que uno ve y lo que uno escucha se mezcla, se retuerce, se entrecruza.
Joni Mitchell – Both sides now (2000). La primera vez que tuve ese disco en mis manos no pude dejar de mirar su autorretrato. Su expresión melancólica, el cigarrilo que se consume entre sus dedos, el ambiente humoso, la copa de vino que espera, paciente, bajo su mentón. Sus ojos están oscuros, impenetrables. Hay ambiente de jazz en esa imagen, de melodías tristes, de reflexión, de añoranzas. El disco tiene todo eso. La voz de Joni y una orquesta detrás, dirigida por Vince Mendoza, un par de sus viejos clásicos y algunos standards redondean un disco brillante.
The Beatles – Abbey Road (1969). Se ha dicho de todo sobre esta portada, sobre los pies desnudos de Paul McCartney, acerca del atuendo blanco de Lennon o quién es el hombre que está parado a mano derecha. Hay cientos de interpretaciones sobre supuestos mensajes subliminales. El furor fue tal que la anécdota del VW escarabajo lo resume. El bocho blanco que se ve en la foto pertenecía a un vecino, al que luego de la edición del disco le robaron la patente como recuerdo varias veces. El tipo se hartó y decidió venderlo en una subasta por 23.000 dólares. Hoy el coche está en el museo de VW. Un dato de que la locura de alguna manera sigue es la cantidad de gente que viaja a Londres y va a hasta esa esquina y trata de imitar la foto original. Sólo los Beatles podían lograr algo así. El responsable de tan histórica placa es Iain Macmillan.
Stevie Ray Vaughan – In step (1989). La imagen es excelente. La posición elegida para la foto y los tonos son solemnes. SRV está agazapado, con la cabeza gacha y el rostro oculto. Una especia de poncho lo envuelve mientras sostiene la guitarra con firmeza. Hasta el logo de la banda se destaca y el título del disco, en pequeñas letras blancas, resalta. El álbum se llama In step porque representa su rehabilitación en el abuso de drogas duras y alcohol. Fue su último disco junto a Double Trouble. Poco después grabaría uno junto a su hermano, antes de morir en un accidente aéreo.
Miles Davis – Tutu (1986). Bueno… que se puede decir. Es una imagen muy fuerte, muy inspiradora. Un rostro duro, una mirada intimidante. Este disco de Miles no está entre los mejores, a pesar de que es muy bueno. La música es fruto de la relación del trompetista con el músico Marcus Miller. Sonidos muy ochentosos que los puristas del jazz rechazaron. Pero es un digno exponente de la obra de Miles, que nunca miró hacia atrás y siempre fue hacia adelante en busca de nuevos desafíos. La contratapa tiene otra foto que es igual de cautivante, en la que se ve a Miles cerrando sus ojos y tomándose el rostro con sus manos.
Thelonius Monk – Underground (1967). Monk aparece como un soldado de la Resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial. Un oficial del Ejército alemán aparece atado a una silla junto a una bandera nazi. Arriba del piano hay algunas botellas de vino tinto. Atrás aparece una vaca. Granadas y armas. Una foto de De Gaulle y una pintada que dice “Vive la France”. La cara de Monk, con el pucho que cuelga de su boca, es desafiante. Pero la música de este disco no tiene la hostilidad de esa parodia. Un disco que todos deberían escuchar. El quinteto de Monk suena sensacional.
The Who – Who’s next (1971). No recuerdo bien si fue la tapa del disco o los acordes de Baba O’Riley lo que me atrapó desde un comienzo. O tal vez fue la melodía de Behind blue eyes, quién sabe. El disco es tremendo y la portada es inmortal. Un monolito en un paraje desolado y gris. La tarde va dando paso a la oscuridad de la noche. Y al pie del concreto chorrean las meadas de los Who. Rock and roll en su estado más puro. Es el monolito del rock.
3 comentarios:
Hoy es el Día de la Música en España. Esplendida Selección. Aunque a mi Abbey Road me gusta más que Sgt Peppers (es gusto) y hubiera incluído el Viva la Vida de ColdPlay. Lo tengo en vinilo y me parece increible.
Me encanta el blog y no sabes lo que aprendo.
Muy buena selección!!!
Otra que agregaria es Sticky fingers de los stones
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