domingo, 15 de noviembre de 2020

Todo vuelve



En el cine y la tevé, todo vuelve. Todo se recicla. Y High Fidelity, la novela de Nick Hornby, no es la excepción. Primero fue película y ahora es serie. El eje es el mismo, la historia no cambia mucho, sino más bien que se adapta a los tiempos que corren. Los que sí cambiaron son los personajes. 

Rob, el personaje que encarnó John Cusack en la película, ahora es mujer. Y, a diferencia del protagonista del film, que estaba en Chicago y era blanco, ahora ella vive en Nueva York y es negra. A la nueva Rob la interpreta Zoe Kravitz, la hija de Lenny, que le dio vida al personaje con algunos rasgos distintivos que tenía el de Cusack, pero con su propia impronta, con sus mambos, otras preferencias musicales, más apertura sexual y una forma diferente de encarar (o no) los problemas. Las dos ambientaciones esenciales de la historia, el departamento y la disquería Championship Vynil son las mismas. 

La nueva Rob fluye emocionalmente, aunque tiene un andar errático. Muchos replanteos y una actitud perdedora que, al fin de cuentas, resulta uno de sus principales atractivos. Que la madre de Zoe Kravitz, la actriz Lisa Bonet, haya actuado en la película es apenas una anécdota, porque ella le dio una nueva identidad al personaje y nadie podrá cuestionar la elección del casting. 

También están muy bien los amigos de Rob. Los roles de la película de Barry (Jack Black) y Dick (Todd Lousio) aquí cambian por la intensa Cherise (Da'Vine Joy Randolph), que siempre llega tarde y quiere ser una estrella de la música, y Simon (David H. Holmes), ex novio de Rob, que al final resultó ser gay y se volvió su confidente. Y la mujer que le rompía el corazón al Rob de Cusack, la número uno del ranking de rupturas, Laura (Iben Hjejle), ahora se llama Mac (Kingsley Ben-Adir), es moreno, de sonrisa amplia y promete desvelar a nuestra nueva Rob en cada uno de los episodios. 

El libro fue tan genial y la película tan buena que la serie tenía la vara muy alta. Por tratarse de diez capítulos cortos y dinámicos, trascurre muy bien. Mucho humor, algo de drama y buena música son los componentes centrales de la historia. Y si a esto le sumamos actuaciones convincentes, la satisfacción está garantizada. Es cierto que para aquellos que vieron el film las comparaciones, aunque odiosas, serán inevitables, pero ahí es donde la serie saca pecho y no falla porque justamente en las diferencias, que son varias, es donde más sobresale.





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