lunes, 20 de mayo de 2019

Camino a la cima


El disco debut de Christone “Kingfish” Ingram es una de las mejores noticias para la escena del blues. Más allá de que probablemente el año que viene arrase con los premios de la Blues Foundation y los Grammy, muy cuesrtionados por los puristas, el álbum es la exaltación del género en toda su dimensión. Con apenas 20 años -los cumplió el 19 de enero- Kingfish resume en doce canciones el pasado, presente y futuro del blues.

Su nombre viene dando vueltas desde hace más de cinco años. En Clarksdale, su ciudad natal, lo consideran el hijo prodigo. Empezó tocando en el Red’s, el Ground Zero y el New Roxy cuando tenía 13 años. Y en 2014 integró la Delta Blues Museum Band que se presentó en la Casa Blanca ante Michelle Obama. Desde entonces, se volvió un habitué de los festivales y sus presentaciones en vivo comenzaron a circular por YouTube. Era cuestión de tiempo hasta que alguna discográfica pusiera los ojos en él.

Y fue, nada más y nada menos, que Alligator Records, el sello más importante del blues contemporáneo. Bruce Igluaer, su dueño y viejo zorro de la industria de la música, no dudó a la hora de ficharlo. Para la grabación de Kingfish, como lo bautizó cuando era un niño su maestro en la guitarra, Bill “Howl-N-Madd” Perry, Iglauer llamó a Tom Hambridge para la producción. Es cierto que Hambridge abusó de la sobreproducción en los últimos discos de Buddy Guy y en alguno de Joe Louis Walker, y con eso les quitó frescura y esencia, pero en este caso, con un músico joven, logró todo lo contrario: pudo amalgamar el sonido tradicional con el más moderno y que Kingfish suene convincente tanto cuando rockea como en Outside of this town o cuando baja a la crudeza del Delta con Hard times.

El álbum se ve reforzado por la participación de Keb’ Mo’, quien suma su guitarra acústica en la mitad de los temas y comparte voces en Listen, una canción que sobresale por su agradable melodía. Buddy Guy lo bendice con su colaboración en Fresh out, un blues bastante denso que los pone en igualdad de condiciones. Y, además, Billy Branch sopla su armónica en If you love me, un slow blues incendiario que Ingram escribió junto a Jontavious Willis, otro de los pocos jóvenes afromaericanos que se dedica al blues y que también es patrocinado por Keb’ Mo’.

El resto de las composiciones están firmadas por Ingram y Hambridge y en muchos casos las letras son autorreferenciales. Desde lo estilístico, Ingram muestra un registro vocal notable para su edad. No hay alaridos, ni ronqueras forzadas. Todo fluye con naturalidad. Y con la guitarra, su arma letal, saca a relucir una cantidad de recursos que no se limitan sólo a la Les Paul, sino que también aparecen cuando toca acústica.

“Kingfish es uno de los artistas jóvenes más excitantes y apasionados que he visto en estos años. Está creando una nueva música que se siente como blues, pero que no copia lo que ya está escrito. Sus raíces están muy arraigadas en el Delta del Mississippi y se puede percibir esa crudeza en su forma de tocar y cantar”, dijo Bruce Igluaer.

“Su técnica con la guitarra –agregó el mandamás de Alligator- es deslumbrante, pero más que nada es la emoción que pone en cada canción y como moviliza a la audiencia. Su música es realmente madura. Sabe cuáles son las notas importantes, las que cuentan la historia y atrapan al público. Y canta con la intensidad y convicción de un verdadero bluesman. Venera a los maestros del blues del pasado y del presente, pero está haciendo su propio alegato. Estamos viendo cómo este joven se convierte en un gigante del blues Tiene un futuro alucinante”.


3 comentarios:

Ruben Vaneske dijo...

Una bestia!

Hernan Hector Piteo dijo...

Un talento increible

dmendev dijo...

Buenas noches. Escribo desde Uruguay, acabo de dar con el blog buscando un disco de Samantha Fish y quedé fascinado!!! Es excelente!!! Felicitaciones y muchas gracias por dedicar tu tiempo a esto tan maravilloso que a tantos nos apasiona!!! Salud!!!