“Espero que sigas hechizado por la música de mi alma cuando yo ya no esté”.
En el estribillo de My only true friend queda de manifiesto que Gregg Allman percibía que su final estaba cerca. Confiesa que la ruta fue su “única verdadera amiga” y espera que su música trascienda a su existencia. Y, paradójicamente, su voz suena majestuosa, llena de vida. La melodía es afable y el solo de guitarra de Scott Sharrard exuda la tradición más pura del rock sureño. Pero entonces se cuela el toque de una trompeta, como en un funeral. Es su despedida.
Gregg Allman murió el 27 de mayo cuando, junto con el productor Don Was, estaba dando las últimas puntadas a la mezcla de Southern blood, álbum que fue editado ahora y que recuerda que su muerte es una pérdida irreparable. Pero como con todo gran artista, su música lo sobrevive y en este caso, el disco póstumo se suma como testamento a una vasta discografía solista y con los Allman Brothers.
Para grabar este álbum, Gregg Allman llevó a su banda estable a los estudios FAME, en Muscle Shoals, donde los Allman Brothers tuvieron sus primeros ensayos hace medio siglo. Solo el primer tema fue compuesto por Gregg Allman, el resto son covers -que el cantante reconstruye de una manera muy personal- y un tema escrito por Sharrard.
Con cada una de esas canciones, Allman cuenta su historia, la de su música y reflexiona sobre el futuro. “Y a veces me pregunto / Sólo por un tiempo / ¿Te acordarás de mí?”, expresa en Once I was the Tim Buckley. Mientras que con Going, going gone de Bob Dylan emociona hasta las lágrimas: “Cierro el libro / En las páginas y el texto / Y no me importa lo que suceda a continuación / Yo sólo voy / Me voy / Me fui”. Pasa la página y versiona Black muddy river de los Grateful Dead. Y otra vez vuelve sobre sus pasos, los que dará y los que no. “Caminaré solo al costado del negro y fangoso río / Cantando una canción mía / Y cuando parezca que la noche dura para siempre / Ya no quedará nada más que hacer que contar los años”.
Y entonces, el blues. Porque siempre hay un blues. Y esta vez, es sobre la vida que vivía, la que amaba. Y nada mejor para expresarlo que I love the life I live, de Willie Dixon. Sigue con una de las más nobles y hermosas melodías, la de Willin’, de Lowell George, en la que canta que desea seguir moviéndose. Luego se sumerge en las profundidades del southern gumbo y recuerda a un viejo amigo, Johnny Jenkins, con Blind bats and swamp rats. Vuelve a la balada soulera, con una buena sesión de caños, para rescatar lo mejor de la tradición de Muscle Shoals, con Out of the field, de Percy Sledge. Antes del final recrea Love like kerosene, una composición bien rockeada de Sharrard que ya venía tocando en vivo y había grabado en el disco Live Back To Macon, GA.
Se va con Song for Adam, tema del álbum debut de Jackson Browne: “Sostengo mi única vela / aunque es muy poca luz como para encontrar mi camino / Ahora mi historia está bajo esta vela / Y se acorta a cada hora”. Las letras de las canciones resumen su vida y también nos muestran sus miedos e incertidumbre de cara al futuro, que vislumbraba corto. Su última interpretación, tan sentida como magistral, estuvo a la altura de su historia. Que en paz descanses Gregg.
3 comentarios:
Excelente Martin !! Como siempre !!!
Estupenda nota, habrá que conseguir el álbum.
Excellent thank you for sharing
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