jueves, 6 de octubre de 2011

Bluesman

La sonrisa de Lurrie Bell es enorme. Sus dientes blancos contrastan con su piel oscura y brillan entre las luces de La Trastienda. Es un buen augurio. Lurrie habla con el público y dice que está feliz por estar de regreso en la Argentina. Suenan los primeros acordes de su guitarra, la banda lo sigue. El blues estalla en la sala, la guitarra de Lurrie ruge mientras él canta “Don’t you lie to me, It makes me mad, an I get evil as a man can be”. Es la segunda gira del bluesman por el país en poco más de un año. Viene de una serie de shows en Luján, La Plata y Córdoba, y ahora seguirá por el sur. Lurrie Bell carga con una mochila llena de tradición, la que heredó de su padre, el mítico Carey Bell, y de muchos otros músicos de Chicago que creció escuchando. A cada show le dedica lo mejor de sí. No se guarda nada. Lurrie es visceral y auténtico. No hay maquillaje ni salidas edulcoradas. Blues al cien por ciento. Energía pura.

El recital de La Trastienda se extiende por poco más de una hora y media. Apenas toca diez temas, pero todos son de larga duración. Luego de Don’t you lie to me, le indica a la banda que quiere seguir con Woke up this morning. Les dice “B flat” y el tema de BB King envuelve el ambiente. Minutos más tarde sigue con otro clásico del género: Last night, de Little Walter. Cada punteo es una descarga sanguínea de alta intensidad. Me pregunto si sobrevivirá un minuto más. Lurrie sobrevive, claro. Está cargado de energía. El blues es su vida. Él es el blues.

En Crosscut saw se posiciona tanto en el rol de Albert King que hasta su voz suena idéntica. Pero no se trata de una mera imitación. Es mucho más que eso. Es una absorción absoluta de lo que el gran Albert supo dar. Sigue con Cold, cold feeling, un tema con el que otro Albert, Collins, solía calentar su Telecaster. Aquí está Lurrie cantando con voz rasposa “I've got a cold, cold feelin'; It's just like ice around my heart”.La Argentina Blues Band suena firme, el ritmo lo marca Lurrie y ellos lo siguen casi con devoción religiosa. Robert Porzio, en guitarra; Walter Galeazzi, en teclados; Gustavo Rubinsztein, en bajo; y Gabriel Cabiaglia, en batería, se mantienen erguidos y a la altura de las circunstancias. Están tocando con un hombre que pronto será una leyenda.

El final del show tiene un par de invitados: Rafael Nasta se bate a duelo con Lurrie en Nobody wants a loser, un tema que popularizaron tanto Albert King como Son Seals. Nicolás
Smoljan aporta todo el aire de sus pulmones para sacarle el mejor swing a su armónica en Sweet Home Chicago y Got my mojo workin’. Los músicos dejan el escenario. El público, que copó el centro, los costados y gran parte de los balcones superiores de La Trastienda, bate sus palmas y espera por más. Lurrie sale a escena menos de un minuto después acompañado por María “Blues” Carballo, una guitarrista argentina que vive en Chicago. Juntos tocan una versión enjundiosa de Key to the highway. Vuelve la banda y con un Lurrie ya agotado cierran con Messin' with the kid.

Fue una noche de blues puro, la segunda edición del ciclo Delta Blues Nights, que empezó en agosto con Slam Allen y terminará el 18 de noviembre con Rick Estrin & the Nightcats, en este mismo lugar. Esta vez, Lurrie hizo lo que mejor sabe hacer: honrar el nombre de su padre y representar con pasión la tradición de su ciudad, Chicago, la cuna del blues eléctrico y de un ser tan apasionado como él.

7 comentarios:

Ornella Capone dijo...

Sos una luz Sassone!!

Mar Nerone dijo...

Gracias Martin

Nico Smoljan dijo...

muy buena la nota Martin!! como siempre...
que grande Lurrie!!!!!!!!! explotooooooooo!!!!!!!!

Mabel dijo...

Hermosa tu reseña...
Gracias por el Blues...

MC dijo...

Muy buena Martin...un abrazooo....

ROBERTO PORZIO dijo...

GRACIAS MARTIN POR APOYAR COMO SIMPRE AL BLUES ¡¡¡

Anónimo dijo...

Genial, Martín.
Pd.: Nobody wants RN