Dos de las mejores canciones son It’s not easy y Lost and found. Allí, las reminiscencias de una época dorada del rock afloran con una naturalidad sorprendente. En la primera, incluso, hay como un cierto influjo del Santana más creativo, mientras que en la segunda el estribillo melodioso alterna con el solo de una guitarra acústica que surge de las raíces más profundas de Macon, Georgia.
Falling again es otro momento sublime del álbum. Rich suena como si se hubiera formado junto a los Flying Burrito Brothers, apoyado en la majestuosidad del pedal steel de Larry Campbell, uno de los tres invitados de lujo que tiene el álbum. Los otros dos son Warren Haynes, quien lleva su guitarra con slide a niveles alucinógenos en Bye bye baby, y el tecladista John Medeski que le da un toque de improvisación a sus aportes. Editado por el sello Thirty Tigers y producido por el propio Robinson, el disco tiene doce temas, once de los cuales fueron compuestos por él. El único cover es Station man, de Fleetwood Mac, uno de los temas que apareció en el álbum Klin house, de 1970, el primero que la banda grabó sin Peter Green.
Si los Balck Crowes volverán al ruedo o no es todo un misterio. Por el momento, hay que conformarse con lo que ellos –Rich y su hermano Chris- nos vayan entregando como solistas. Y no es poco: éste disco es una maravilla que los amantes del rock clásico van a saber disfrutar, porque tiene todo lo que tiene que tener y suena como si el tiempo no hubiera pasado.
2 comentarios:
GROSOOO! ME ENCANTA Rich Robinson ergo Black Crowes!!
Excelente disco!!
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