Kenny Neal venía de dar dos conciertos explosivos en el Backstage Experience de Santiago de Chile y en el Club de Jazz de Venado Tuerto. Para su escala porteña lo esperaba un teatro con capacidad para más de mil personas como es el Coliseo. Si bien no estuvo lleno, eso no fue ningún impedimento para que el hijo del célebre Raful Neal desplegara su blues pantanoso de Louisiana y la gente flasheara con él.
Sus zapatos, el pantalón y la camisa eran tan blancos como una hoja de papel y hacían juego con su sombrero panamá. Kenny Neal es todo un bluesman no sólo por su vestimenta, sino por legado familiar, su versatilidad musical, su talento como compositor y su gracia como showman. Durante el recital, que duró noventa minutos, alternó entre la armónica y la Telecaster manteniendo siempre la tesitura en el canto. Por momentos no hubo guitarras en escena. Es que Neal prefiere una formación sin guitarrista rítmico. Por eso, esta vez, La Argentina Blues Band tuvo dos tecladistas: Machi Romanelli, que varió entre el sonido del piano y los vientos, y Walter Galeazzi, que hizo un colchón rítmico con el hammond. A ellos los acompañaron Gustavo Rubinsztein (bajo) y Gabriel Cabiaglia (batería).
El guitarrista Roberto Porzio fue invitado por Kenny Neal –“El tocó con mi padre”, anunció en un inglés muy claro- para un pequeño homenaje a Muddy Waters y Howlin’ Wolf en el que hicieron un medley con Hoochie Coochie man, Little red rooster, Spoonful y Got my mojo working. Salió Porzio y subió al escenario Juan Codazzi para tocar That’s all right. Cuando los violeros estuvieron en escena no hubo duelo de guitarras y Kenny Neal se dedicó a soplar su armónica.
Como es habitual en sus conciertos, Kenny Neal no se olvidó de sus influencias más directas como Slim Harpo y Jimmy Reed. Su armónica sobrevoló con estridencia el pantano y las luces de Nueva Orleans. Además, de los clásicos del género, también interpretó algunos temas de sus últimos discos como Blues, leave me alone y Hooked on your love. El cierre, por ejemplo, se lo dedicó a su tierra e hizo un mix con Jambalaya y When the saints go marchin’ in.
Un momento extraño fue cuando subió al escenario King George, un músico que habría tocado con Ike Turner, Jimi Hendrix y Buddy Guy y que ya vino varias veces a Buenos Aires. King George sopló una corneta que no se escuchaba y cantó con voz débil las estrofas de The Thrill is gone mientras Kenny Neal rendía tributo a Albert King con Born under a bad sign. Hasta pareció como que a Kenny no le gustó que subiera, porque apenas lo miró y cuando se fue mencionó su nombre sin mucho entusiasmo.
Una nueva noche cargada de blues sacudió a Buenos Aires. No fue la primera y tampoco será la última. Hay un grupo de productores que está haciendo un esfuerzo enorme para traer a estas figuras, que son la esencia del género, que vienen y se mezclan con los músicos argentinos, y que nos regalan el blues que llevan en la sangre. Y de eso se trata todo: transmitir, compartir y vivir el blues. Eso pasó anoche. Eso seguirá pasando.
4 comentarios:
Gracias a Baires Blues, en mi ciudad (Venado Tuerto), pasan cosas increíbles.
Me lo perdí porque era martes. Por favorrr hagan recitales los fines de semana!!!!!
Estuve en el show y fue espectacular la onda de Kenny Neal como levanto al publico, que participo en grna parte y realmente se noto que disfruto mucho.
Mencion aparte para la banda, super ajustada y con mucha soltura que lo acompaño muy bien.
Y la onda del tipo se traslado despues al hall!, que capo este Kenny que se saco fotos con todo el mundo.
Un saludo grande desde Bahia Blanca
Excelente resumen del show de Kenny Neal, el cual pienso que fue muy bueno, siempre respetando el estilo de Luisiana, no sabia que tacaba tan bien la armonica.
Un abrazo .
MC
Publicar un comentario