(Nota publicada en el diario Tiempo Argentino)
Lurrie Bell se crió en las entrañas de Chicago. Aprendió todo de su padre, el maestro de la armónica Carey Bell. De niño escuchó a los grandes maestros del blues escribiendo la historia moderna del género: Muddy Waters, Albert King, T-Bone Walter, Willie Dixon. Él los vio a todos, a muchos, incluso, en el living de su casa. Bell es hoy un gran guitarrista, uno de los más dignos representantes de la escena blusera actual. Combina técnica, sentimiento y un pasado complicado y todo eso lo demuestra arriba del escenario, el lugar donde asegura que se siente más cómodo y puede dar lo mejor. “Para eso vivo”, dice.
“El blues es mi vida… desde que nací lo escucho, lo siento y lo toco. Una vez que entras al blues… no se sale más. Es mi conexión, mi salvación y mi refugio”, explica a Tiempo Argentino. Lurrie es un tipo apegado al legado familiar. Aún hoy sigue escuchando los discos de su padre, de Albert King y de Eddie Taylor.
Tuvo una vida errante, vagó por las calles, perdido, sin otro rumbo que el de la muerte trágica. Pero conoció a una mujer que, según su relato lo salvó. Así recompuso su vida y su carrera. Logró editar siete discos solista, cinco de ellos para el prestigioso sello Delmark. Antes ya había grabado con la banda de su padre y con los Sons of Blues, el grupo que formó junto a Billy Branch y el hijo de Willie Dixon a mediados de los ochenta, que sacudió los escenarios de Chicago durante un tiempo.
Hace tres años murieron su pareja y su padre. Asimiló esos duros golpes con más música, más trabajo y mayor dedicación.
A los 51 años, Bell es una eminencia. El jueves se presentará en vivo en La Trastienda. Según sus palabras, el show será tan Chicago como pueda. Estará acompañado por el guitarrista argentino radicado en los EE UU Max Valdeneu y La Argentina Blues Band, todos músicos profesionales que están acostumbrados a tocar con las grandes figuras que vienen del norte.
La promesa de un show caliente, profundo y bien eléctrico, ya está hecha: “Siempre lo doy todo. En la Argentina también. El blues se toca con el alma y eso es lo que acá van a ver”, augura el guitarrista.
Jueves a las 21, La Trastienda. Banda soporte: Los Chevy Rockets
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