martes, 25 de abril de 2017

Sociedad musical


El blues y su historia. Armónica y guitarra. Guitarra y armónica. Empatía entre dos músicos, sonido profundo. Blues, blues blues... Sonny Terry y Brownie McGhee, Buddy Guy y Junior Wells, Cephas y Wiggins, Anson Funderburgh y Sam Myers. Fueron todas sociedades musicales que trascendieron a su época. También hay otras que trascienden a su tierra, tienden lazos y abren puertas pese a las barreras idiomáticas. Mucho de eso hay en la relación entre Botafogo y Bruce Ewan. Se conocieron en los noventa y desde entonces tocaron infinidad de veces, aquí en la Argentina como en Estados Unidos, y hasta grabaron un disco juntos.

El sábado se reencontraron en el escenario de La Trastienda. No voy a hacer una reseña del show porque apenas pude ver 40 minutos antes de irme para la radio, pero ese tiempo sobró para darme cuenta que la sinergia entre ambos artistas está intacta. La intensidad de la guitarra eléctrica de Bota combinada con la sonoridad orgánica de la armónica de Ewan fluyeron como el viento costero. Have a good time, de Walter Horton, fue un momento esencial, la expresión suprema del blues de Chicago, en medio de un homenaje a Billy Boy Arnold y dos versiones fantásticas de Nine below zero y Walking thru the park.

Con Pappo's Leavin' Town, del último disco de Ewan, Bluesero (sí, así con "e" porque nadie va a imponer como escribirlo), la energía del Carpo se hizo presente. Un gringo le escribió una canción y vino a tocarla con su discípulo a Buenos Aires. Cómo no iba a pintar el espíritu de Pappo en ese momento. La banda también se vio enrollada en el trance de Ewan y Bota. María Belén Medina hizo unos solos elevados y aguantó con gran pulso el duelo que le planteó el armoniquista. Aldana Aguirre y Giulliana Merello volcaron un groove sensual desde una tajante base rítmica.

Cuando me iba, Bota empezaba a tocar Post Crucifixión. Me dijeron que después tocó algunas más del cancionero del rock nacional y que Bruce Ewan sopló su armónica con el mismo placer e intensidad como si estuviera tocando una de Sonny Boy Williamson. Estos dos grandes maestros demostraron que el blues no cierra puertas, las abre, y que no hace falta creerse más negro que los negros para cantarlo. Me hubiera gustado ver todo el show, pero el deber llamaba. Me fui tranquilo porque es obvio que esa sociedad musical, más tarde o más temprano, volverá a juntarse.

2 comentarios:

Oscar Castro dijo...

Me lo perdí... Tengo Blues en los bolsillos...

Matías Fernández dijo...

capo Bruce Ewan!