viernes, 9 de diciembre de 2016

Desde las entrañas


Ahora que se conocieron las nominaciones a los premios Grammy es bueno repasar uno de esos discos. Can´t shake this feeling, de Lurrie Bell, fue editado este año por el sello Delmark y es otra obra suprema de este auténtico bluesman de Chicago que tantas veces vino a nuestro país. Si bien los premios siempre son discutibles, y los Grammy no escapan a esa polémica, el último trabajo del hijo del gran Carey Bell bien merece la estatuilla al mejor disco de blues tradicional. El álbum captura a Lurrie Bell en plena ebullición, desde el mismísimo comienzo, con The blues is trying to keep up with me, en el que lanza unos solos tan viscerales que erizan la piel.

Matthew Skoller en armónica, Roosevelt Purifoy en piano y hammond, Melvin Smith en bajo y Willie Hayes en batería conforman el cuarteto con el que Lurrie Bell, la Bestia Blues, llega hasta el núcleo de su alma interpretando sus propias canciones y algunos covers. Este disco no es otra cosa que la continuación del anterior, Blues in my soul, en el que tocó con los mismos músicos y también contó con la producción de Dick Shurman, que en ambos trabajos hizo lo que tenía que hacer: dejar ser a Lurrie.

Tras el tema inicial, Lurrie versiona a Eddie Boyd con Driftin’ y a T-Bone Walter con I got so weary, en la que parece incendiar su guitarra, hasta convertirla en cenizas, y canta con una voz rasposa e intensa que no deja dudas de su compromiso con el blues más puro. Sigue en modo acústico, con Skoller soplando su armónica, con One eyed woman, de Maxwell Street Jimmy Davis, un oscuro bluesman que grabó para el sello Elektra a mediados de los sesenta.

This worrisome feeling in my heart es un slow blues conmovedor en el que Lurrie exterioriza sus penas y pesares aullando como un lobo herido. Con cada punteo logra trasladar el sufrimiento, lo hace palpable, lo materializa. Sit down baby es un etricto blues de Chicago, que lleva la firma de Willie Dixon, en el que el piano de Purifoy y la armónica de Skoller juegan un rol decisivo. En Hold me tight, de Little Milton, acompañado por el sonido del hammond, Lurrie explora los terrenos del shuffle. Y con Sinner’s prayer, de Lowell Fulson, alcanza su pico mayor de intensidad. Hace cumbre en el blues.

En I can’t shake this feeling y Born with the blues, Lurrie vuelve sobre un tema recurrente, no solo en este disco, sino en toda su trayectoria: su legado musical. Transita el último tramo del disco interpretando un tema de su padre, Do you hear; un cover del clásico de Willie Dixon, Hidden charms; y uno más de su propia factoría, Faith and music, en el que se acompaña solo con su guitarra eléctrica.

¿Cuánto más blues puede tener? Lurrie no tiene techo y va siempre más allá. Es directo, punzante como el filo de una cuchilla. Vive y respira blues. Toca desde las entrañas. Ahora deberá competir por esa estautilla con Bobby Rush, Luther Dickinson, Joe Bonamassa y Vasti Jackson, pero eso es anecdotico. Lo importante es ese sentimiento que transmite cada vez toma una guitarra y canta sus blues.


2 comentarios:

Unknown dijo...

Muy buena reseña. Sabes donde puedo conseguir su último disco? Gracias

Juancho Farias dijo...

Por estos dias estuve escuchando algo de su obra pasada (700 Blues y Young Man's Blues) y el tipo se va perfeccionando ,creo que junto a Eddie C Campbell deben ser de los bluseros que mas asiduos vinieron por estas pampas,sacando a Stroger jeje,saludos