jueves, 21 de febrero de 2013

El coloso del blues

Se llamaba Morris Holt y el próximo 7 de agosto iba a cumplir 76 años. Hace poco se supo que había cancelado los shows que tenía previstos para los próximos días debido a su delicado estado de salud. Su cuerpo no resistió más los años de excesos y murió en un hospital de Philadelphia. Sus pulmones y riñones colapsaron y la úlcera sangrante terminó de perforarle la existencia. Magic Slim, el coloso del blues, dejó el mundo de los mortales para convertirse en leyenda.

Todos los que lo vimos alguna vez en vivo tenemos una anécdota con el gran Magic Slim. La mía es muy pequeña, pero la recuerdo con mucha emoción. Fue en el invierno de 1996 en el B.L.U.E.S de Chicago, sobre la calle North Halsted. Tocaba junto a los Teardrops, con John Primer en guitarra y la compañía de Big Time Sarah, y en uno de los descansos me acerqué a él. Estaba tomando un bourbon en la barra y fumaba un cigarrillo detrás de otro. Me presenté y me miró con cierto desdén. Le dije que era argentino, que lo había visto en vivo un par de años antes cuando se presentó en el Teatro Ópera y que era un honor para mí conocerlo. Sonrió y me estrechó la mano. Balbuceó unas palabras que no llegué a comprender, alzó el vaso y exclamó: “¡Argentina!”. Luego volvió al escenario y siguió sus blues de manera enérgica y descarnada.

Lo volví a ver una vez más, varios años después aquí en Buenos Aires, cuando se presentó en el Teatro IFT. Ya no tenía la misma fuerza de antes y tocó casi todo el show sentado. Pero no había perdido el temple y su sonido era crudo y avasallador como siempre. Esa vez había mucha gente a su alrededor y no me le acerqué. Me fui caminando por la calle Boulogne Sur Mer con el alma llena de blues.

Su vida fue como la de cientos de bluesmen. Nació en las entrañas de Mississippi, tuvo una infancia dura y perdió un dedo meñique cuando manipulaba una máquina para separar algodón. Cuando el pequeño Morris cumplió once años su familia se trasladó a la ciudad de Grenada y tiempo después se hizo amigo de Sam Maghett, quien le enseñó los primeros trucos en las rústicas guitarras que usaban entonces. Años después su amigo se fue a Chicago, donde se hizo conocido con el apodo de Magic Sam y se convirtió en un prócer del West Side. Morris viajó al norte en 1955 y Magic Sam lo sumó a su banda como bajista. Él fue quien lo apodó Magic Slim. El resto es historia: con los años formó su propia banda, los Teardrops, con quienes tuvo una carrera musical formidable, realizó giras por todo el mundo y grabó decenas de discos para sellos como Wolf, Blind Pig, Evidence y Rooster Blues.

El primer álbum que escuché de Magic Slim fue Raw Magic, el único editado por Alligator. Lo compré de casualidad en el viejo local de Musimundo que estaba en Cabildo y Juramento. Creo que fue en el 91 o el 92 y si mal no recuerdo lo pagué 18 pesos. Quedé cautivado por el sonido feroz de la banda, la voz curtida de Slim y sus punteos tan crueles y punzantes. Luego me compré más discos suyos que hoy conservo como reliquias. Curiosamente uno de los que más me gusta es tal vez el que menos representa su sonido clásico: se trata de Alone & unplugged, en el que Magic Slim aparece solo con una guitarra acústica y tocando los blues como solía escucharlos en el Mississippi. Ahora esos discos son todo los que nos queda de él. Son su legado musical, lo que lo hace inmortal.

3 comentarios:

Mariano Cardozo dijo...

Muy bueno que escribistes algo sobre Magic Slim. Excelente !!!

Gustavo Pollo Zungri dijo...

excelente reseña , recomendada!

Sinuhé dijo...

Qué tristeza, Martín...

Su música siempre me contagió de vida.

Saludos!