lunes, 15 de febrero de 2021

Volver


Las luces del escenario encandilan. El sonido provoca una vibración incontenible. La música fluye. Acá me encuentro otra vez frente a un escenario, trece meses después. Aquél 13 de enero de 2020, con Daniel Raffo y King Size interpretando versiones de los Stones, quedó demasiado lejos. Nada, esa noche, hacía presumir que sería el último show durante mucho tiempo. Pero lo fue. Y el tiempo pasó. Si para un simple espectador y melómano resultó difícil, para los músicos debe haber sido infinitamente más duro. Porque de eso viven, de eso se alimentan. Ahora nos encontramos todos volviendo, cada uno a su tiempo. 

Como ese show de Raffo, la cita es otra vez en Lucille. Ahora las mesas están más separadas y todos llevamos tapabocas. El saxofonista salteño Fran Molins, quijotesco y soñador, es quien convoca. Lo acompañan Juan de la Cruz Ramos en guitarra, Machi Romanelli en teclados, Fernando Cardero en bajo, Germán Pedraza en batería y Tincho Seguel en el otro saxo. El comienzo es a puro funk instrumental. Dinámico, enérgico, efervescente. 

Molins, creador del Festival Aires de Blues Salta, sopla con ganas composiciones propias que grabó hace unos años en sus discos Dale Mecha y Azabache. Ramos intercede con unos solos picantes y con efectos, mientras Romanelli los blinda con sus teclas. La sección rítmica acompaña al galope con mucha prestancia. Y entonces Molins anuncia que va a tocar unos blues. La invita a Sandra Vázquez que sube con su armónica y toda su experiencia a cuestas. El primer blues se lo dedica a su abuela, el segundo es un shuffle más movedizo. Hay un blues más, ya sin la armoniquista, esta vez dedicado a su madre, a las madres en general. Bromea con el Edipo justo en el Día de los Enamorados. 

La aventura de Fran Molins en Buenos Aires comienza a transitar el último tramo y para eso le dan un poco más de power rockero. La guitarra se distorsiona y la rítmica suena con más contundencia. Esta vez la dedicatoria es para Pappo. El tema se llama Gris y, por primera vez en la noche, Molins se anima a cantar. Y lo vuelve hacer con otro rocanrol que habla de volver a la ruta luego de un año durísimo marcado por la pandemia. Una hora y media después el final es inexorable. Molins agradece una y otra vez. Los músicos se adelantan para el tradicional saludo. Pedraza lo abraza y Machi Romanelli parece decirle, un poco en broma y un poco en serio, que respete el distanciamiento. Se inclinan de cara al público y adiós. Aplausos. 

De a poco vuelve la música en vivo. De a poco volvemos.

lunes, 1 de febrero de 2021

La canción que Elvis quiso grabar y no pudo

Elvis Presley y Dolly PArton

En 1974 Elvis Presley quedó fascinado con una canción que acaba de convertirse en un éxito en Nashville. Le gustó tanto que comenzó a cantársela a Priscilla en privado mientras maduraba en él la idea de grabar su propia versión. Un año antes, el Rey había alcanzado el oro con Always On My Mind, el tema compuesto por John Christopher y Wayne Carson que Brenda Lee había popularizado en 1972. Elvis pensó que podía repetir la misma fórmula con I Will Always Love You, de Dolly Parton: adueñarse con su voz única e inconfundible de una hermosa balada cantada por una estrella de la música country.

Dolly Parton llevaba algunos años como figura ascendente en la escena de Nashville. Era la figura principal de The Porter Wagoner Show, un programa de tevé muy popular de música country, pero ella  sentía que había llegado a su techo y quería independizarse. Claro que Porter no se la iba a ser fácil porque sabía que si perdía a su estrella no podría reemplazarla. Parton tenía un cariño especial por Porter. Habían grabado discos juntos y además ella reconocía cómo él había impulsado su carrera. Pero la chica de las pelucas llamativas y el busto exuberante tenía la necesidad de realizar una transición hacía el pop y convertirse en una figura a nivel nacional. Y la mejor forma de hacerlo que encontró fue escribir una canción.

“Estábamos teniendo mucho éxito con nuestros duetos. Era su espectáculo y lo entendí, pero quería irme. Finalmente pensé: ‘¿Cómo voy a hacerle entender cuánto aprecio todo lo que ha hecho por mí, pero aun así tengo que irme?’. Él no me escuchaba. Así que me fui a casa y me dije ‘bueno, ¿qué es lo que haces mejor? Escribir canciones’. Entonces me senté y la compuse”, contó la cantante en una entrevista con The Tennessean, el principal diario de Nashville, en 2015. “Al otro día fui a su oficina y le dije ‘Porter, siéntate. He escrito algo que creo que necesitas escuchar’”, contó.

Porter quedó impresionado con la canción: “Le dije 'Dolly esa canción te dará más dinero y fama que todas tus otras canciones juntas’”. Tenía razón, aunque en el documental “Dolly Parton: Aquí Estoy” Porter sostiene que ella escribió la canción porque él le había pedido que compusiera un tema dedicado al amor, mientras que Parton reafirma que lo hizo para despedirse de él porque necesitaba seguir su propio camino.


    Si me quedara / solo estaría en tu camino / Así que me iré, pero sé que pensaré en ti cada paso del camino.

    Y siempre te amaré / siempre te amaré / a ti, mi querido, a ti.

    Agridulces recuerdos / es todo lo que me llevo conmigo / Así que, adiós, por favor, no llores / Los dos sabemos que no soy lo que tú, tú necesitas.

    Y yo siempre te amaré / siempre te amaré.

El tema fue editado en el álbum Jolene y de inmediato deslumbró a Elvis. Probablemente el Rey se imaginó enfundado en su traje blanco con brillos y su pelo tieso por el spray cantándola con pasión en Las Vegas hasta hacer llorar a su público. De hecho, llevaba un tiempo cantándosela en privado a Priscilla. Pero la ambición del Coronel Tom Parker, el representante y guardián de Elvis, lo echó todo a perder. Le dijo a Parton que Elvis tenía que quedarse con la mitad del copyright de la canción. “No lo permití porque era mi derecho de autor más importante. Me rompió el corazón que Elvis no la llegara a grabar. Pero tuve que conservarla”, explicó Parton. Decirle que no a Elvis demostró que ella tenía una gran determinación y además de ser una gran artista también era muy astuta con los negocios.

Al año siguiente, Linda Ronstadt grabó su propia versión que incluyó en su álbum Prisioner in Disguise. Si bien no superó el éxito de la original de Dolly Parton sería como una especie de botella al mar que, casi dos décadas más tarde, tendría un desenlace inesperado.

La película El Guardaespaldas se estrenó en 1992. Durante la realización estaba previsto que iba a terminar con Whitney Houston interpretando el tema de Jimmy Ruffin What Becomes of the Broken Hearted, pero esa canción apareció poco antes, el mismo año, en la película Fried Green Tomatoes cantada por Paul Young. Entonces Kevin Costner propuso que Houston cantara I Will Always Love You porque le gustaba mucho la versión de Ronstadt. Y resultó un éxito demoledor. Fue número uno durante 14 semanas en los Estados Unidos. Dolly Parton no sintió que le robaran la canción, sino todo lo contrario: “Me pareció lo más increíble que había escuchado. ¡Nunca creí que pudieran cantar mi pequeña canción así! La gente comenta: ‘Ella dice que es su disco’. Es su disco y es mi canción. No sonaba así cuando yo la cantaba. Me hizo rica”.