domingo, 26 de abril de 2015

Docencia en vivo


Joe Bonamassa cosechó amores y odios. En la última década, llevó su particular forma de sentir e interpretar el blues a los puntos más recónditos del planeta, y lanzó más de un disco por año que le valieron elogios y críticas. Los que disfrutan de su música se amparan en su tremenda técnica para tocar la guitarra, en su capacidad para escribir canciones y en su misión de transmitir el blues a las nuevas generaciones. Los que lo cuestionan dicen que en realidad no toca blues sino que lo deforma y que lo hace “inyectado de anabólicos”. Bonamassa redobla la apuesta y responde con un homenaje a dos de las máximas leyendas del blues: Muddy Waters y Howlin’ Wolf. Docencia en vivo para muchos de los que lo fueron a ver y para los que escuchen el CD..

Red Rocks es un anfiteatro natural ubicado a unos diez kilómetros de Denver, Colorado. Por allí pasaron desde los Allman Brothers y U2 hasta Buddy Guy y Tom Petty. Bonamassa eligió ese emblemático sitio del oeste estadounidense para dar un concierto que combinó entretenimiento con una sintética clase de historia del blues.

La primera parte del show está dedicada a Muddy Waters. Tras una breve introducción sobre el nacimiento del blues y sus protagonistas, se escucha una grabación con la voz del padre de blues de Chicago –“Yo nací en el pequeño pueblo de Rolling Fork y me críe en Clarksdale. Viví la vida del campo durante mucho tiempo…”- y Bonamassa abre con Tiger in your tank. Sigue a toda máquina con I can’t be satisfied, You shook me, Stuff you gotta watch, Double trouble, Real love, My home is in the Delta y All aboard.

En cada uno de los temas la banda suena ajustada y con mucha energía. Kirk Fletcher en guitarra,Reese Wynans en teclados, Mike Henderson en armónica, Michael Rhodes en bajo, Anton Fig en batería, Lee Thornburg en trompeta, Ron Dziubla en saxo y Nick Lane en trombón, le aportan un sonido anclado en Chicago, aunque alejado del original de Chess Records. Bonamassa mantiene su esencia sobre una base bastante más tradicional de la que está acostumbrado a utilizar. En algún punto podría considerarse como su regreso a la etapa de Blues de luxe, aunque con mucha más experiencia y aprendizaje a cuestas.

La segunda parte comienza con la voz de Howlin’ Wolf: “Muchos me preguntan qué es el blues. Yo les voy a decir que es el blues. Cuando no tenés dinero, eso es el blues…” Y entonces una vieja grabación de How many more years da paso a la interpretación de Bonamassa, que la canta con mucha pasión. Shake for me tiene más de la versión que podría haber interpretado Electric Flag con Mike Bloomfield, que el propio Wolf, tal vez por la preponderancia de los caños. Fletcher hace un solo descomunal, algo que se repite en otros pasajes del disco. Hidden charms, Spoonful, Killing floor, Evil y All night boogie completan el cancionero del mítico Chester Burnette.

Tras la lección de historia, Bonamassa recurre a parte de su repertorio para darle cierre a un extenso recital. Las canciones elegidas son: Oh beautiful, Love ain’t a love song, Sloe gin y The ballad of John Henry.

Hay algo que es incontrastable: Bonamassa educa y entretiene a gran escala. Después sobre gustos, dice el refrán, no hay nada escrito.

sábado, 18 de abril de 2015

Un austríaco suelto en Nueva Orleans


Raphael Wressing tiene 35 años, nació en Graz, Austria, y es un maestro del hammond B3. A pesar de su edad, ya grabó 16 discos propios, algunos junto al guitarrista Alex Schultz, y participó en más de 30 álbumes de otros artistas, entre ellos el último del brasileño Igor Prado, Way down south. Ahora acaba de sacar un nuevo trabajo, que es la síntesis de su viaje musical y espiritual a Nueva Orleans.

Soul gumbo es un disco que se caracteriza por su groove contagioso y por la potencia funk de los teclados de Wressing. Pero también por la vibrante guitarra de Alex Schultz y la jerarquía de los invitados que colaboraron en cada una de las canciones. El álbum comienza con Chasing rainbows, un tema del cancionero de Johnny Adams, en el que Tad Robinson complementa con su voz una andanada soul. Soulful strut es un funk instrumental con una brutal descarga de hammond que alterna con una sección de vientos comandada por Sax Gordon.

I want to know es una balda blusera con mucho feeling con el aporte en guitarra y voz del extraordinario Walter “Wolfman” Washington y la rítmica concisa de dos músicos locales como George Porter Jr. en bajo y Stanton Moore en batería. Mustard green es otro instrumental funky, algo así como una versión moderna de Booker T & The MG’s, en donde otra vez los diálogos entre Wressing y Schultz se vuelven elásticos y absorbentes. En Sometimes I wonder, Wressing cede el protagonismo al pianista Jon Cleary, uno de los músicos más destacados de Nueva Orleans, quien canta sobre un amor perdido.

Tad Robinson vuelve con Room with a view, de Lowell Fulsom, para desempolvar todo el blues contenido por Wressing. Una vez más la guitarra de Schultz toma el control de la escena y sacude con unos solos exquisitos. Slivovitz for Joe es otro cañonazo instrumental en el que el tecladista muestra que sus recursos son inagotables. Soul jazz shuffle tiene una libertad estilística fabulosa: Wressing estira los límites hasta que el saxofonista Craig Handy arremete con un solo inspirado en la tradición del hard bop. El disco termina con Larry Garner cantando Nobody special, una canción que se destaca por su hermosa melodía y un estribillo pegadizo.

Salvo por el tema en el que participa George Porter Jr., Wressing se encarga también de los bajos desde su hammond con absoluta naturalidad. El austríaco realizó un largo viaje para capturar la esencia de una de las ciudades más musicales de los Estados Unidos y lo consiguió. En cada acorde, en cada riff, en cada solo y hasta en los efímeros silencios se percibe el influjo de Treme, de Frenchmen Street y el Mardi Gras.


sábado, 11 de abril de 2015

No se detiene

Estos dos discos son el resultado de un proyecto colectivo denominado Blues federal. Decenas de músicos y una gran cantidad de oyentes sumaron esfuerzo, tiempo, talento y dinero para que nuevas bandas pudieran grabar sus primeros temas y otros tener una nueva oportunidad en un estudio. Los volúmenes 3 y 4 de Blues en Movimiento ya están entre nosotros y son el reflejo de que el crecimiento del blues en nuestro país no se detiene.


Volumen 4 – Blues en español. El disco fue producido por Mauro Diana, Gabriel Cabiaglia y contó con el aporte de Daniel De Vita en la parte técnica. Aquí lo que se destacan son las letras de las canciones, todas cantadas en español y, en gran medida, sin caer en los típicos clichés del género. Rielar, la banda de Escobar que antes se llamaba Riel Blues, aporta tres canciones, todas compuestas por su guitarrista y cantante, el carismático Braian Chávez. Blues lejos de casa tiene una melodía atractiva e invita a un clima festivo con un estribillo que seguramente es coreado cada vez que lo tocan en vivo. Mientras más lejos tiene también un ritmo alegre y un solo de guitarra minimalista y muy efectivo. Con la luna a mis espaldas está inspirada en Howlin’ Wolf, con la armónica de Gonzalo Carrera marcando la cancha y Chávez aullando su pesar. La formación, que creció musicalmente en los últimos años, la completa Pablo Díaz en guitarra, Nicolás Acosta en bajo y Miguel Ángel Romeo en batería.

María Heer, de Gintonics
Gintonics tuvo un desafío importante para estar en este disco: adaptar sus canciones a nuestro idioma. An Díaz, una de las mejores vocalistas argentinas cantando en inglés, se acomodó muy bien a los tres temas que grabaron. Me ilusioné, compuesta por la tecladista Anahí Fabiani y Mauro Diana, tiene una melodía pegadiza y los solos de María Heer tienen esa simpleza que demuestra que a veces menos es más. Pavadas es una interesante mezcla entre el ritmo más típico de Nueva Orleans, con el piano rememorando a grandes maestros como Professor Longhair o James Booker, y una letra bien porteña. Gintonics cierra con No me puedo confundir, una balada blusera escrita por la bajista Florencia Rodríguez en la que An Díaz se impone con una interpretación vocal superlativa, al tiempo que Rodrigo Benbassat, con escobillas, le da un toque sutil a la batería que asoma entre las notas del piano de Fabiani.

Caburo
El combo Maldito Blues Club de La Plata, con el cantante y guitarrista Juan Ignacio Saullo, el bajista Marcos Ricco y el armoniquista Ezequiel Petroff como miembros principales, vierte con convicción su blues de raíz más moderna. Cae la lluvia es el mejor de los tres temas que grabaron. Mala leche tiene la típica estructura del blues local, pero la letra por momentos se hace un poco trivial. Su último tema es Maldito boogie que combina solos de guitarra y armónica en una excursión al núcleo de la banda. El cuarto elemento del disco es Caburoblus, los máximos exponentes del blues rosarino. Willy Echarte (guitarra), Pachi Castaño (bajo), y Pupe Barberis (batería) arman el sostén ideal para que Caburo, un vocalista de la talla de Adrián Otero, cante sus blues como solo él sabe hacerlo. La única manera tiene cierta reminiscencia al clásico I'm gonna move to the outskirts of town; 96% es el tema más funky de todo el álbum y Bye bye blues, con el notable aporte de Franco Capriatti en armónica, es una acuarela de su ciudad, la Chicago argentina.


Volumen3 – 4 Armónicas argentinas. Mauro Diana, Cabiaglia y De Vita aportaron también aquí
toda su experiencia y conocimiento para que los músicos se concentraran en lo que mejor saben hacer: tocar. El oriundo de Esquel y radicado desde hace unos años en Neuquén, Damián Duflós, abre con la poderosa Dynamite, de Slim Harpo, acompañado por la guitarra blusera del maestro Don Vilanova y con Julio Fabiani en segunda guitarra, más la sólida rítmica conformada por Mauro Diana en bajo y Gabriel Cabiaglia en batería. En I want to be loved, el notable armoniquista de los Jackpots presenta a su hija Emiliana, que con tan solo nueve años cantó el tema de Muddy Waters de una manera sorprendente, respaldada nada más y nada menos que por los Easy Babies. Para terminar, Duflós recurrió a su brother musical Rafo Grin y una composición propia en inglés, Don’t leave me, con exquisitas notas jazzeras de su armónica cromática. Desde Córdoba, César Valdomir eligió a tres de sus máximas referencias musicales para su contribución al proyecto. Acompañado por los Easy Babies o talentos como el tecladista Nico Raffetta o el guitarrista Santiago “Rulo” García, versionó a George Smith (Blues in the dark), (Sonny Boy Williamson (Eyesight to the blind) y Little Walter (Up the line). En cada tema, el músico muestra el aplomo y la magia con las que anima las noches cordobesas de blues.

Jorge Costales
Jorge Costales y su Evil Band se presenta con un extraordinario cover de St James Infirmary, cantado por Guido Venegoni (vocalista de Támesis), para luego encarar un sonido más urbano y crudo con Long distance call de Muddy Waters, cantada con mucho vigor por Mauro Diana. Costales termina su participación muy encendido con el instrumental de Rod Piazza, Harp burn. Ximena Monzón, la más joven del cuarteto de armoniquistas, eligió dos temas de Little Walter, My kind of baby y Sad hours, para mostrar su progreso con la armónica, y Bring it on home to me, de Sam Cooke, donde se concentra más que nada en el canto. El guitarrista Santiago Espósito y el bajista Mauro Bonamico, de Vieja Estación, el zurdo Federico Verteramo y Pato Raffo en batería la respaldan en sus tres apariciones. 

Los dos discos nos dejan ocho propuestas diferentes, 24 canciones y una enseñanza: que el blues no es una competencia por ver quién es más negro o más auténtico, algo que cae inexorablemente en el sectarismo, sino que puede ser un colectivo de almas, entre músicos y oyentes, destinado a preservarlo y hacerlo crecer.

domingo, 5 de abril de 2015

Ritmos y colores


El flamante disco de Robben Ford es otro claro ejemplo de su apertura estilística. Su música por lo general es catalogada como blues moderno, aunque eso es un encasillamiento que no hace honor a la verdad. Porque el blues moderno es apenas una de las formas que Ford suele interpretar. Sus canciones y sus solos tienen fluidos elementos del southern soul, del jazz y del funky, y en este álbum eso queda aún más de manifiesto con una impronta muy contemporánea. Según la reseña de Stephen Thomas Erlewine, publicada en Allmusic.com, el nombre del disco, Into the sun, sugiere “apertura y brillo”.

Por tratarse de su tercer trabajo consecutivo para el sello Provogue, podría considerarse como parte de una trilogía -los otros dos son Bringing it back home de 2013 y A day in Nashville de 2014-, pero cada uno de estos discos tiene su particularidad. El primero tuvo cierta afinidad con el sonido de Nueva Orleans. El segundo tuvo más un espíritu de prolija zapada y se grabó en apenas un día. Este, en cambio, tiene una libertad interpretativa más amplia y Ford acude a unos cuantos amigos que aportan un plus especial a las canciones.

Keb’ Mo’ y Robert Randolph se suman en Justified, un blues animado y electroacústico con un poderoso sonido de cuerdas y una exquisita combinación de voces que se complementan con un coro femenino con mucho soul. La joven cantante ZZ Ward le da un toque de R&B a la híper producida Breath of me, tal vez el tema pensado para que suene en las radios FM, aunque Ford introduce unos solos y arreglos que la dan a la canción un cariz más jazzero. En High heels and throwing things, la guitarra de Warren Haynes entrelaza unas notas muy coloridas con la de Ford, con el ondulante ritmo del hammond de Jim Cox como sostén. Sonny Landreth desliza el slide con gran maestría en So long 4 U, mientras que el texano Tyler Bryant no se achica ante su ídolo y estampa unos punteos picantes en Stone cold heaven.

El resto de los temas también fueron compuestos por Ford y se destacan la taciturna Rose of Sharon y Rainbow cover, que bien podría pasar por una composición de John Fogerty. “El álbum tiene una vibra positiva. Tiene un montón de ritmos y colores distintos, y los instrumentos los usamos de manera diferente a discos anteriores. Me pone muy contento haber logrado algo tan diverso”, dijo el músico en la entrevista del video promocional.

Seguramente en agosto tendremos la oportunidad de escuchar algunas de estas canciones en la quinta visita del guitarrista a la Argentina, un talentoso que convoca por igual a amantes del jazz, del blues y de la música en general.