Mostrando entradas con la etiqueta Músicos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Músicos. Mostrar todas las entradas

viernes, 2 de mayo de 2025

Joe Louis Walker, una fuerza indomable del blues moderno


Joe Louis Walker
, el innovador guitarrista, vocalista y compositor, cuya fusión de géneros le dio un nuevo toque al blues moderno, murió como consecuencia de un paro cardíaco el 30 de abril por la noche a los 75 años. 

Con una carrera que abarcó más de seis décadas, el electrizante trabajo de guitarra de Walker, su candorosa voz y su composición reflexiva dejaron una huella imborrable en la escena del blues contemporáneo.

La producción musical de Walker abarcó todo el espectro de la música de raíces estadounidense, lo que le valió un lugar entre los bluesmen más venerados de su generación. Billboard describió una vez su estilo como “desbordando todos los mapas… blues crudo, góspel jubiloso, el estruendo roquero al estilo Rolling Stones y un R&B desgarrador”, y añadió: “La guitarra de Walker es impecable y feroz”.

Guitarrista brillantemente expresivo, vocalista conmovedor y compositor prolífico, Walker recorrió el mundo durante décadas, pisando los escenarios de festivales de renombre internacional como Glastonbury y Montreux. Sus actuaciones dinámicas llegaron a millones más a través de apariciones en televisión nacional en Late Night with Conan O'Brien, The Don Imus Show y el británico Later… with Jools Holland, consolidando así una fiel base de seguidores internacionales.

En noviembre de 2012, Walker se presentó en La Trastienda, en el marco del Buenos Aires Blues Festival. Tuvo una actuación descomunal acompañado por Nasta Súper, la banda liderada por Rafael Nasta. 

A lo largo de su carrera, Walker colaboró con íconos como Ike Turner, Bonnie Raitt, Taj Mahal y Steve Cropper; fue telonero de leyendas como Muddy Waters y Thelonious Monk; y contó entre sus amigos y contemporáneos a figuras como Freddie King y Mississippi Fred McDowell. También fue amigo cercano y excompañero de cuarto del virtuoso guitarrista Mike Bloomfield.

Su álbum debut de 1986, Cold Is the Night, lanzado por HighTone Records, marcó una llegada contundente y señaló la aparición de una nueva y poderosa voz en el blues. Lanzamientos posteriores en sellos como Verve, Alligator y Stony Plain consolidaron aún más su reputación como uno de los artistas de blues más destacados de su época. The New York Times lo elogió como “un cantante con una voz tipo Cadillac”, y señaló que sus solos “gimen con desesperación blusera”. Rolling Stone lo describió simplemente como “feroz”.

Walker fue incluido en el Salón de la Fama del Blues, nombrado USA Fellow por United States Artists y recibió múltiples premios W.C. Handy y Blues Music Awards. También fue reconocido con los prestigiosos Bammy Awards de San Francisco y recibió un premio a la trayectoria por parte de la Mississippi Valley Blues Society.

Ampliamente considerado como un “músico de músicos”, Walker se ganó su lugar en el panteón de los grandes cantantes y guitarristas de blues eléctrico junto a B.B. King, Buddy Guy y Robert Cray. Herbie Hancock lo calificó como “un tesoro nacional”. Chick Corea, con su característico ingenio, lo apodó “el Chick Corea del Blues”, mientras que Aretha Franklin lo honró de manera simple y definitiva como “el Bluesman”.

El legado de Walker perdura a través de su vasto catálogo de grabaciones, las generaciones de músicos que inspiró y los incontables fanáticos cuyas vidas fueron conmovidas por su música.

miércoles, 29 de enero de 2025

Federico Verteramo, una vida con el blues a cuestas

Federico Verteramo irrumpió en la escena del blues local en 2008 como guitarrista de una banda que dejó una huella pese a que duró poco. Los Huesos de Gato Negro grabaron un disco que nunca vio la luz, pero tres temas fueron incluidos en el compilado de Blues en Movimiento Vol. 1 en español. Por entonces, con apenas 16 años, el guitarrista llamaba la atención cada vez que se subía a un escenario. Otro músico que lo conocía bien decía de él: “Nosotros nos pasamos horas estudiando para poder hacer lo que a él le sale de manera natural”. Desde entonces corrió mucho blues bajo el puente, el niño prodigio peinó canas y, tras un par de giras por Europa antes de la pandemia, finalmente se radicó junto a su pareja, la tecladista Anita Fabiani, en el sur de Francia en 2022.

El guitarrista zurdo, que en sus inicios lo llamaban “Lefty”, acaba de sacar su tercer disco solista, el primero con mayoría de temas propios, y hace poco estuvo de visita en Buenos Aires para pasar las fiestas en familias y realizar un par de shows, uno en La Plata y el otro en CABA. En ese contexto, dialogó con Noticias Argentinas.

- ¿Cómo fue la decisión de irte a vivir a Francia y por qué?

- Entre 2014 y 2019, una vez por año, realicé giras poco más de un mes por diferentes países europeos. Fueron giras muy intensas, en camioneta, recorriendo miles de kilómetros y tocando casi todos los días, siempre blues. Esto lo hice durante las vacaciones de mi trabajo en relación de dependencia, combinando días sin goce de sueldo y cualquier otra opción que me permitiera alargar la estadía. En esos viajes conocí colegas, músicos de blues de diferentes países, muchos de los cuales vivían exclusivamente de tocar en vivo. Desde el principio vi que había una oportunidad y, a partir de 2015, empecé a prestar atención a las diferencias entre países, culturas y, lo más importante, a las estructuras del circuito para tocar en vivo. La combinación de todos estos factores me llevó a elegir Francia, el sur por su clima y su gente, la cercanía con España, y Toulouse por los colegas que ya había conocido y las oportunidades que ofrecía en particular. Si bien tomar la decisión de emigrar no fue nada fácil, y mucho menos concretarlo, tenía por primera vez la oportunidad de dedicarme exclusivamente a tocar en vivo y quería aprovecharla.

- Esos puentes que tendiste entonces te sirvieron para cuando te instalaste definitivamente…

- Sí, esto fue clave para que, al llegar a Toulouse en marzo de 2022, pudiera tener inmediatamente mi banda armada con músicos locales y una agenda de conciertos distribuida a lo largo del año. Por otro lado, durante esos años y dado que varios de mis bisabuelos eran de origen italiano, comencé a tramitar mi ciudadanía italiana, un proceso que me llevó cuatro años y que finalmente se concretó en 2019.  Desde ese momento, la idea de emigrar se volvió mucho más clara y definitiva. Como anécdota, en realidad mi pasaje era para abril de 2020, pero primero los vuelos cancelados y las fronteras cerradas por la pandemia, y luego la imposibilidad de concretar conciertos en ese período, hicieron que la mudanza se demorara dos años.


- ¿Con qué regularidad tocas, tanto en Toulouse como en el resto de las ciudades a las que vas?

- Al año en promedio realizo entre 70 y 80 shows, pero hay meses más intensos y agotadores, con hasta 15 conciertos, y otros en los que solo tengo tres. Estos shows se distribuyen entre conciertos de mi propia banda, otras formaciones estables en las que participo o giras específicas, como las que hice con artistas como (el cantante estadounidense) Tail Dragger en España en 2022 o (la armoniquista argentina) Ximena Monzón en 2023 y 2024, entre otros. La mayoría de los conciertos están distribuidos por toda Francia, y aproximadamente un 20% en otros países. Este último año hemos pasado por Austria, Alemania, Bélgica, Eslovaquia, República Checa y Países Bajos. Los viajes son parte importante del trabajo, ya que con Toulouse no alcanza para llenar la agenda o para darme la regularidad necesaria como para no necesitar salir. Creo que no hay ninguna ciudad en Europa que pueda ofrecer eso. Lo que sí cumple es con ser una ciudad de tamaño agradable para vivir, con aeropuerto y trenes y una oferta cultural interesante.

- ¿Sos tu propio agente? ¿Cómo arreglas los shows y las giras?

Sí, soy mi propio agente, y es la parte más tediosa del trabajo. Por supuesto, la independencia es algo positivo: me permite elegir los momentos más intensos de trabajo y también tomar decisiones artísticas y creativas. Sin embargo, también es una carga bastante grande que no se puede descuidar. No basta con componer un disco, grabarlo y publicarlo; hay que estar muy pendiente del calendario. En mi caso, esto implica contactar directamente a los programadores de salas de conciertos y festivales, hacerlo en el momento adecuado, ni demasiado tarde ni demasiado temprano, y lidiar con la frustración: no solo con el "no", que por supuesto es recurrente, sino aún más con la falta de respuesta. Hoy, después de tres años, por suerte el teléfono empieza a sonar también y en algunos casos, para países puntuales o regiones, cuento con agentes que se encargan de mover mis propuestas.

- ¿Podes vivir solo de la música o tenés que realizar alguna otra actividad?

- Me dedico exclusivamente a tocar en vivo, con un nivel de vida digno y estable. Debo decir que en esto influye favorablemente un sistema de estímulo, un apoyo estatal para todos los trabajadores del sector de espectáculos. Esta es una política pública francesa que lleva casi 100 años en funcionamiento y que permite, cumpliendo no pocos requisitos de formalidad que no son fáciles de alcanzar, garantizar un salario mínimo estipulado por ley. El estado está muy presente en todos los ámbitos y la cultura no es la excepción.

- ¿Cómo te recibieron los franceses siendo un argentino que toca música estadounidense?

- El recibimiento tengo que decir que fue espectacular… han sido cálidos, acogedores. Al principio lo viví con sorpresa, y hoy, al cabo de tres años, puedo confirmarlo. Desde el momento en que llegamos con Anita Fabiani, los colegas que fuimos conociendo se mostraban interesados en conocernos y saber de nosotros. Al compartir escenarios, las puertas y propuestas se multiplicaron y con el tiempo nos integraron de manera natural a su vida social, participando en reuniones, cumpleaños, y otros encuentros personales. Nunca percibí que alguien se sintiera amenazado por nuestra presencia, sino todo lo contrario, nos recibieron con los brazos abiertos y estoy muy agradecido. En cuanto a los programadores, si bien priorizan a los músicos de blues de Estados Unidos, venir de Argentina, en cierto modo, ha jugado a nuestro favor, despertando en ellos una curiosidad genuina y un sentido de lo "exótico".


- ¿Cómo fue el proceso de grabar tu nuevo disco, el primero en Europa?

En abril de 2023 comencé a escribir y trabajar en nuevas canciones, grabándolas solo en mi computadora. Cuando ya tenía 4 o 5 temas listos, en junio decidí comprometerme a hacer un disco y me forcé a reservar dos días de estudio en noviembre en Toulouse, además de asegurar la disponibilidad de los músicos (contrabajo, batería y piano/teclados) para esas fechas. Los meses fueron pasando, y la dinámica de conciertos y giras me bloqueaba la inspiración para nuevas composiciones. Se acercaba la fecha de grabación y por suerte la presión cumplió su rol y aparecieron las canciones que vinieron a completar el álbum, In My Own Time. En dos días lo grabamos en el Studio de la Manne de Toulouse, luego lo mezclamos en el Estudio Sureños en Argentina con Julio Fabiani, y finalmente lo editamos en marzo de 2024. En Francia, el disco fue muy bien recibido y reseñado en varios medios gráficos y radiales, coronando un año de trabajo muy lindo e importante a nivel simbólico. Creo en su importancia y pienso seguir haciendo discos y componiendo canciones.

- ¿Cómo encontraste la escena local ahora en tu visita a la Argentina?

- Creo que, sin importar a qué ciudad del mundo vayamos, si comparamos la escena del blues y la música en vivo de hace 10 o 15 años con la actual, es evidente que ha ido en baja: hay menos lugares para tocar, peores condiciones, menos agrupaciones activas y menos público. Buenos Aires no es la excepción. En mi caso, comparando con el período en el que estuve activo en la escena local (2007-2020), veo que hoy se están grabando y editando menos discos y hay menos formaciones estables tocando. Sin embargo, la identidad del blues en Argentina sigue siendo fuerte. A pesar de las dificultades, hay músicos que siguen apostando al género, y el público, aunque más reducido, mantiene un nivel de pasión y conocimiento que no es tan común en otros lugares.

miércoles, 1 de enero de 2025

El regreso del Rey, el día que Elvis Presley decidió quién quería ser

A finales de 1968, Elvis Presley llevaba siete años sin actuar en vivo. El ícono del rock & roll se había convertido en un producto prefabricado de Hollywood, sin rebeldía y sin emoción. Sus películas, que a comienzos de esa década habían sido exitosas, ahora se habían vuelto previsibles y aburridas, por no decir malas. Todo el mundo lo sabía. Él mismo lo sabía. Pero estaba atrapado en la telaraña comercial que había tejido su representante, el coronel Tom Parker. Entonces apareció una oportunidad: ambos acordaron grabar un especial de televisión navideño para la NBC, que sería dirigido y coproducido por Steve Binder, y eso fue el catalizador de un regreso.

Ese es el eje del documental El regreso del Rey - Declive y resurgimiento de Elvis Presley, que acaba de estrenar Netflix y cuenta con testimonios de Priscilla Presley, Bruce Springsteen, Conan O'Brien, Robbie Robertson y Billy Corgan, entre muchos otros.

El documental abarca los orígenes humildes de Elvis en Tupelo, Mississippi, su temprana pasión por la música negra -el blues y el góspel- y su irrupción en Memphis en 1954, el éxito absoluto en 1956 y el llamado a cumplir con el servicio militar en 1958, en el mejor momento de su carrera. A su regreso, Frank Sinatra le dio la bienvenida en su programa de tevé y lo devolvió al centro de la escena, pero ya no como el rebede que se había ido sino como parte de la maquinaria del show business. En 1961, brindó un concierto benéfico en Hawai que parecía marcar su vuelta a los escenarios, pero resultó ser el único. Entonces vinieron las películas y Elvis se alejó de lo que más amaba, tocar en vivo.

Pasaron siete largos años en los que el mundo cambió y la música también. Aparecieron los Beatles, los Rolling Stones y Bob Dylan, poco después Jimi Hendrix, Janis Joplin y The Doors. Elvis parecía cosa del pasado. Hasta ese 3 de diciembre de 1968.

El especial navideño de la NBC 

Steve Binder tenía bastante claro lo que quería de Elvis para ese retorno televisivo: quería producir un espectáculo excelente, con escenas dramáticas y temáticas vinculadas a las actuaciones de Elvis, algo que el Rey no le interesaba tanto. Pero pasó algo inesperado que provocó un volantazo de último momento. Binder presenció una zapada en el camarín de Elvis, con sus músicos, tocando los viejos temas que lo llevaron a la fama y algunos blues como Baby What You Want Me To Do

Entonces, Binder le propuso a Elvis realizar una sesión improvisada en vivo. Al coronel Parker no le gustó, pero Elvis, después de pensarlo bien, aceptó. A días de la grabación, invitó a dos de sus primeros compañeros de banda, Scotty Moore y D.J. Fontana, para unirse a él.

Aunque al principio se mostró muy nervioso e incluso hay testigos que dicen que no quiso salir a grabar, Elvis entregó una actuación memorable. Sus interpretaciones vocales fueron descomunales, y se mostró autocrítico y sarcástico sobre sus primeros días y su moribunda carrera cinematográfica. Con el correr de los minutos se fue desinhibiendo, todavía le quedaba vida y espíritu artístico.

Fue un momento triunfal en su carrera. En palabras de Bruce Springsteen: “Esa noche, Elvis llegó hasta donde el destino lo llevaba”. Para Billy Corgan “el especial de 1968 es la obra de un genio. Pero así fue Elvis siempre. Nadie tuvo la visión de aprovechar a Elvis como era. De haber sido más inteligentes o perspicaces, habrían hecho 50 más y hoy también hablaríamos de ellos. Así era Elvis siempre. No es que tuviera un buen día. Era su comportamiento de siempre”.  

El especial de la NBC duró hora y media, alcanzó picos de audiencia de hasta el 42% y prefiguró el resto de su carrera. Dramático, intenso, motivado y terrenal, con frecuencia conmovedor pero no sin una ocasional nota empalagosa, fue la apoteosis del rock, con la mezcla justa de soul, gospel, pop, blues y country. Esa noche del 3 de diciembre de 1968, finalmente Elvis decidió quién quería ser.

domingo, 10 de noviembre de 2024

Money Man, el joven músico que sorprende con el blues rural en el sur de Brasil

En el sur de Brasil, a miles de kilómetros de los campos de algodón del Mississippi, un joven de 27 años rompió el molde de la música imperante con un álbum acústico e intimista, en el que recrea versiones de los grandes maestros del blues como Robert Johnson, Muddy Waters y Big Joe Williams con una técnica exquisita y un feeling muy auténtico. En Porto Alegre y alrededores lo conocen como Money Man, un nombre artístico que adoptó tras un malentendido durante un show con el que dio un paso fundamental en su carrera.

La historia de Enzo Viero Baddo podría ser la de cualquier músico joven de veintipico queriendo lucirse con la guitarra con un sonido contemporáneo o abusando del autotune para viralizarse en las redes, pero él eligió recorrer el camino más largo y sinuoso, que muy pocas veces lleva al éxito comercial, pero que tiene el valioso objetivo de preservar la tradición de una música que nació hace más de un siglo en el sur de los Estados Unidos y que con los años se expandió por el mundo.

En su disco Alone With The Blues, Money Man interpreta con gran prestancia temas del cancionero de Robert Johnson como Kindhearted Woman Blues, Sweet Home Chicago y Ramblin’ On My Mind, así como otros standards del blues, en su mayoría de preguerra, como Country Blues, Good Morning Little Schoolgirl, Police Dog Blues, Make Me a Pallet on You Floor, Poor Black Mattie y Rag Mama Rag. Si algún desprevenido se pone a escucharlo sin saber quién es el intérprete lo que menos pensara que se trata de un joven brasileño de 27 años.

 

- ¿Cómo llegaste al blues?

 Mi familia siempre ha tenido una rica cultura musical y esto fue fundamental para mí para descubrir el blues. Tanto mi padre como mi madre escuchaban blues de vez en cuando. A mi madre le gustaba mucho poner un CD de Taj Mahal en el coche. A mi padre siempre le gustó mucho Eric Clapton y me hablaba del álbum que hizo interpretando canciones de Robert Johnson. Un día me regaló un disco de Muddy Waters, que tenía en su colección de CDs, que contenía sus primeras grabaciones en Chicago y quedé muy cautivado por la voz y la guitarra de Muddy y el piano de Sunnyland Slim. En ese momento ya sabía que algún día iba a tocar blues aunque primero comencé interpretando canciones de rock de grupos y solistas como Cream, Clapton, Jimi Hendrix, JJ Cale, Rolling Stones y Creedence, todos ellos muy influenciados por el blues.

- ¿Qué fue lo que te cautivó del blues?

Mis problemas emocionales derivados de cuestiones personales que ocurrieron en mi infancia y la consiguiente dificultad para adaptarme al entorno universitario en la primera etapa de mi vida fueron el punto de inflexión de mi gusto por la música, que tenía más que ver con lo que quería expresar. Antes de empezar a tocar la guitarra, tomé lecciones de percusión durante unos años con el maestro Fernando do Ó, un gran percusionista del sur de Brasil. Después siempre fui autodidacta con la guitarra y más tarde con el blues específicamente, al que me volqué de lleno cuando fui a la universidad entre 2015 y 2016. Siempre me ha gustado la música sin muchos efectos, en la que el artista tiene que tener interpretación, de una manera más orgánica y no tan digital. Así comencé una búsqueda de personas vinculadas al blues. Así fue como conocí a Adrián Flores (productor y baterista argentino radicado en Brasil). Él me abrió las puertas a otras personas vinculadas con el blues y también a discos, libros y referencias.


- Hubo otro músico argentino que te influenció…

Sí, Carlos Bada fue una gran inspiración y fuente de aprendizaje gracias a los videos que sube a YouTube, que son de las mayores enciclopedias visuales para entender cómo tocar country blues con la guitarra.

- ¿Esa fue la razón por la qué te especializaste en el blues rural?

Me especializo principalmente en el blues acústico, no necesariamente de antes de la Primera Guerra Mundial, aunque la mayor parte de la música que toco se grabó originalmente en la década del treinta. Y esta elección fue hecha por mi deseo de poder trabajar en esto solo, sin necesidad de una banda, ya que me resultaba costoso y difícil armar algo con otros músicos. Quería tocar en bares y festivales, quería poder hacer algo nuevo, diferente a lo que hacía la mayoría. Trabajar solo en mi mente representaba la idea más fácil de no tener que gastar en ensayos y costosos amplificadores y guitarras (que todavía estoy tratando de adquirir poco a poco), de poder realizar interpretaciones de una manera que sólo dependiera de mí. Entender la profundidad que ha tenido el blues me hizo querer entender su parte más basal y visceral, que encontré en esos artistas, pero también en las versiones de Chicago y otros estilos más urbanos del blues. Me gusta la música cruda en general. De todas maneras, también toqué en dúo con el bajista Filipe Siak, en el circuito de bares de Porto Alegre.    


- ¿Seguís en modo autodidacta o ahora estas estudiando?

Estoy estudiando por primera vez con el gran músico, guitarrista y profesor Nicola Spolidoro, quien toca en la banda Blues Combo de Ale Ravanello, una de las mejores bandas de blues de Brasil.

- Me imagino que un joven de Porto Alegre tocando blues rural debe ser una rareza, especialmente entre los jóvenes, ¿no?

En la ceremonia de egresados del instituto, en 2014, pedí que mi canción de fondo fuera Catfish Blues, en la versión de Jimi Hendrix. Recuerdo que había cierta extrañeza en general por parte de mis compañeros, pero en general a mis amigos más cercanos les gustaba.

- La escena del blues en Brasil está bien consolidada con festivales en varias ciudades y músicos de renombre internacional como Igor Prado, Nuno Mindelis, Solon Fishbone, pero todos ellos dedicados a diferentes estilos eléctricos. ¿Cómo fue recibida tu propuesta acústica en este contexto?

Todos los músicos y amantes del blues siempre han sido muy receptivos conmigo y con mi trabajo. Pero lo cierto es que nuestros festivales tienen mucho que evolucionar en cuanto a espacio para el blues acústico. Así y todo en los lugares que toqué mi trabajo fue muy bien recibido. Realmente el mayor problema es poder perforar las duras cáscaras de los núcleos que naturalmente se cierran en el entorno musical, ya que en realidad es un mercado pequeño y difícil, que naturalmente parece formar este tipo de barreras para el crecimiento de nuevos músicos con nuevas propuestas. De hecho, ahora estoy empezando a trabajar con una banda, Money Man & The Cash Makers, en la que tocamos principalmente Chicago blues.

- ¿Por qué elegiste el nombre artístico de Money Man?

La verdad es que fue una situación curiosa. Fue una broma que Freddie Dixon (uno de los hijos del legendario Willie Dixon) durante una gira que hizo por Brasil. Lo fui a ver al Recorder Pub a finales de 2022. Tocaba con músicos locales, entre ellos Adrián Flores. Cuando entré al bar con mi novia Victoria, Adrián me saludó con su habitual broma ‘¡qué onda monigote!’ a lo que Freddie entendió ‘Money Man’, el hombre del dinero. Yo me entré a reír porque le dije que justo si algo no tenía era dinero. Más tarde, durante el receso del show, yo estaba sin consumir nada y Freddie me lanzó: ‘¿No vas a comprar nada para ti y tu novia Money Man? ¡Tienes el dinero y lo estás escondiendo! ¡No hay manera de tener una novia hermosa sin tener dinero!’”.

- ¿Quiénes son los músicos que más te influenciaron?

Robert Johnson, Big Bill Broonzy, Muddy Waters y RL Burnside, aunque la lista es mucho más larga. Además hay muchos músicos contemporáneos, brasileños, latinoamericanos y estadounidenses, con los que hablo o sigo su trabajo y que me inspiran también. La verdad es que me gusta mucho lo que hacen los argentinos con el blues, con tanto respeto y estudio.

- Es decir, que la elección de los temas de tu disco podría considerarse un homenaje a los músicos que más te inspiraron.

Sí, mi intención era tener una ventana al country blues que mostrara los diversos estilos y posibilidades que se pueden encontrar en esta música, que es mucho más rico de lo que la gente imagina, con muchas más sutilezas, especias, detalles e influencias locales. Estudiar la historia del blues es en gran medida estudiar las raíces de la música occidental moderna y también los males sociales, la desigualdad, el racismo, todo más específicamente en el contexto de la sociedad norteamericana, pero sin olvidar las características globales que presenta el blues, que es además de un estilo musical, una cultura que se volvió global porque habla de los problemas, placeres y disgustos cotidianos, de la vida humana tal como es. El blues es la verdad, como dijo el gran Willie Dixon.

martes, 3 de septiembre de 2024

Freddie King, el coloso del blues

La historia del blues está plagada de grandes nombres que, a lo largo del siglo XX, dejaron su marca en la música popular. Desde aquellos próceres del blues rural como Charley Patton, Robert Johnson, Blind Lemon Jefferson y Son House hasta los grandes guitarristas eléctricos como B.B. King, Albert King, Buddy Guy, Otis Rush y T-Bone Walker, pasando por quienes encabezaron la transición del sonido rural y acústico al urbano y eléctrico como Big Bill Broonzy, Muddy Waters, Elmore James y Howlin' Wolf, contribuyeron para darle forma al género precursor del rock & roll. 

Pero esos músicos no fueron los únicos. Hubo muchos otros más y entre ellos aparece uno al que siempre ubican en la trilogía de los reyes, con B.B. y Albert, el gran Freddie King. El voluminoso guitarrista texano es una leyenda de un tiempo pasado, aunque generacionalmente todavía podría estar entre nosotros. Era apenas dos años mayor que Buddy Guy, quien hoy sigue activo. Su imponente legado musical solo es contrastable con el vació que dejó tras su temprana muerte. Hoy cumpliría 90 años.

De Texas a Chicago

Freddie King había nacido como Freddie Christian en Gilmer, Texas, el 3 de septiembre de 1934. Era hijo de J. T. Christian y Ella Mae (o May) King. A los seis años empezó a tocar la guitarra con su madre y un tío, Leon King. De joven compró una guitarra acústica Roger's con el dinero que había ganado recogiendo algodón.

Se mudó a Chicago con su familia en 1949 y A los 16 años se incorporó a la banda de un club de blues que incluía entre sus miembros a un joven Howlin' Wolf. Por entonces sus influencias, los que molderaron su estilo eran Lightnin' Hopkins, T-Bone Walker, B. B. King y Elmore James. 

En 1952, se casó con Jessie Burnett. Durante el día trabajaba en una fábrica de acero y daba espectáculos por la noche. Ese año, formó su propia banda, los Every Hour Blues Boys, que incluía a Eddie Taylor, Jimmy Rogers, Jimmy Lee Robinson y Sonny Scott. En 1953 grabó sus primeras canciones para el sello Parrot. Un par de años más tarde firmó con El-Bee Records donde también dejaría registro de lo que serían los cimientos de una notable carrera musical. 

Durante la década del cincuenta, King fue rechazado por Chess Records, la gran discográfica de blues de Chicago, pero eso no lo frenó y siguió tocando en clubes. Por esa época también trabajó con la Sonny Cooper Band y los Blues Cats de Earlee Payton. En 1960, firmó con King/Federal, un sello que contaba con grandes artistas como el pianista Sonny Thompson, que colaboró ​​con él en varias grabaciones de temas que pronto se convirtieron en clásicos: Hide Away, San-Ho-Zay, Have You ever Loved a Woman, The Stumble y Side Tracked.   

King realizó una gira por los Estados Unidos y actuó en salas de conciertos, clubes nocturnos y festivales de jazz y blues. Cansada de la brutal agenda de giras y grabaciones de su marido, Jessie, su esposa, y sus seis hijos se mudaron a Dallas en 1962. King dejó Chicago y se mudó con ellos en 1963. Allí trabajó en perfeccionar su propio estilo vocal conmovedor. En 1966 hizo una serie de apariciones en un programa semanal de televisión de rhythm and blues de Dallas cuya banda de la casa estaba liderada por Clarence "Gatemouth" Brown.

Reconocimiento internacional y banda multirracial

Firmó con Cotillion en 1968 y grabó dos álbumes, Freddie King is a Blues Master y My Feeling for the Blues. Ese mismo año realizó una gira por Inglaterra. En 1969 fue uno de los artistas principales del Texas International Pop Festival. Como muchos artistas de blues de finales de los sesenta y principios de los setenta, King tenía estrechos vínculos con el rock and roll. Músicos como Eric Clapton y Jeff Beck grabaron sus canciones, y King realizó giras con Clapton.

Freddie King fue uno de los primeros músicos de blues en tener una banda de acompañamiento multirracial en sus presentaciones, rompiendo barreras y estableciendo nuevos estándares.

En 1971 grabó el primer álbum importante en vivo jamás realizado en Austin, en Armadillo World Headquarters, conocido a veces como "la casa que Freddie King construyó". Tocaba regularmente en el club y volvía periódicamente para recaudar fondos. Sus grabaciones con Shelter Records, producidas por Leon Russell, le valieron el reconocimiento en todo el estado como un "bluesman de Texas de primera categoría". Esos discos fueron: Getting Ready (1971), Texas Cannonball (1972) y Woman Across The River (1973). Tras esa experiencia grabaría dos álbumes más para RSO producidos por Mike Vernon, Burglar (1974) y Larger Than Life (1975).

King murió el 28 de diciembre de 1976 como consecuencia de úlceras sangrantes y pancreatitis. Tenía 42 años. En 1982 fue incluido en el Salón de la Fama del Blues de la Blues Foundation. La gobernadora de Texas, Ann Richards, declaró el 3 de septiembre de 1993 como el "Día de Freddie King", y en 2003 la revista Rolling Stone lo situó en el puesto vigésimo quinto de su lista de los 100 mejores guitarristas de la historia. Sus potentes licks aún pueden oírse en la forma de tocar de Eric Clapton, Joe Bonamassa, Billy Gibbons y Mick Taylor, y otros que ya no están como Peter Green y Stevie Ray Vaughan. En 2012 fue incluido en el Salón de la Fama del Rock and Roll un detalle que no hizo otra cosa que ratificar su música trascendió las fronteras del blues .

sábado, 24 de agosto de 2024

Kingfish Ingram, la nueva esperanza del blues

 

En la última década, el blues tuvo más presencia en los avisos fúnebres que en las carteleras de los grandes festivales. Músicos históricos como B.B. King, Otis Rush, Jimmy Johnson, Lucky Peterson, Tail Dragger y Guitar Shorty, por solo nombrar a unos pocos, murieron por su avanzada edad o por padecer largas enfermedades. Todavía quedan unos pocos bluesmen de más de 80 años vivos. Buddy Guy es el más famoso, y también están Bob Stroger, Jimmy Burns y Billy Boy Arnold. La última gran renovación generacional se dio en la década del noventa, tal vez por el impacto comercial de los cd’s, pero desde entonces el blues ha entrado en una especie de letargo donde los nuevos músicos son más de lo mismo o, lo que es peor, no logran representar con su música la rica tradición del género. Pero siempre hay excepciones.

Christone “Kingfish” Ingram tiene 25 años y lleva la mitad de su vida dedicada al blues. Nacido en Clarksdale, Mississippi, entre plantaciones de algodón y una rica tradición musical, de pequeño empezó a incorporar los sonidos de su región, en lugar de escuchar R&B y hip hop como la mayoría de sus contemporáneos. Sus primeras influencias comenzaron con la música góspel en la iglesia y también se inspiró y aprendió en los programas de educación musical extraescolares del Delta Blues Museum de Clarksdale. A los seis años comenzó a tocar la batería, luego el bajo y a los 11 tomó la guitarra para no soltarla nunca más. A los 14 ya había alcanzado el dominio de sus instrumentos; luego añadió la voz principal a su impresionante presentación.

Sus influencias son los grandes maestros del blues: Robert Johnson, Elmore James, Muddy Waters, Lightnin' Hopkins, B.B. King, Albert King, Big Jack Johnson, Albert Collins, Freddie King, Lefty Dizz y Buddy Guy, pero también leyendas del rock como Jimi Hendrix y Prince. Su estilo visceral para tocar la guitarra, su profunda voz y su voluptuoso físico comenzaron a hacerse notar unos diez años atrás y lo que empezó como una atracción regional pronto se expandió a todo los Estados Unidos y más allá. Ahora, por primera vez, se presentará en la Argentina.

Un ascenso meteórico

Los músicos de blues de Mississippi Bill "Howl-N-Madd" Perry y Daddy Rich, que enseñaban en el Delta Blues Museum, vieron potencial en él, y Perry lo apodó "Kingfish" (su traducción es “rey pez” y se usa en el slang para señalar a alguien como un peso pesado o que se destaca en un ámbito determinado). Comenzó con sus actuaciones en el Ground Zero Blues Club, propiedad del actor Morgan Freeman y en 2014 actuó para Michelle Obama en la Casa Blanca junto a un grupo de estudiantes del museo. Un año más tarde, Ingram recibió el premio Rising Star de la Rhythm & Blues Foundation, y a Tony Coleman, que tocaba en la banda de gira de B.B. King, le gustó tanto su música que más tarde organizó una reunión del joven guitarrista con el Rey del blues en un festival en Mississippi.

El guitarrista Eric Gales lo invitó a tocar en su álbum de 2017, Middle of the Road, y ahí comenzó a ser elogiado por músicos como Buddy Guy, Bootsy Collins y hasta Dave Grohl. Los productores de la serie de televisión Luke Cage vieron videos de Ingram en YouTube y lo eligieron para un papel secundario en el programa, además de utilizar sus interpretaciones de The Thrill Is Gone y I Put a Spell on You en el soundtrack.

Cuando terminó la escuela secundaria, Ingram intensificó su agenda de giras y comenzó a tocar regularmente en clubes y festivales de blues a lo largo de los Estados Unidos y Europa. En 2018 firmó contrato con el prestigioso sello Alligator Records y viajó a Nashville para comenzar a trabajar en su álbum debut con el productor Tom Hambridge, quien anteriormente había producido a Buddy Guy, Susan Tedeschi y George Thorogood, entre otros grandes artistas. Con apariciones especiales del mismísimo Buddy Guy y Keb' Mo', el álbum Kingfish apareció en mayo de 2019 y fue nominado en la categoría Mejor Álbum de Blues Tradicional en la 62° entrega de los premios Grammy y ganó como mejor Álbum del Año en los Blues Music Awards.

Su segundo álbum, 662, fue lanzado a mediados de 2021. Producido también por Tom Hambridge, contó con una colección de canciones coescritas por ellos y ganó el Grammy que se le había negado al anterior. En septiembre de 2023, editó su tercer disco, el primero en vivo, Live in London, producido esta vez por Zach Allen.

En un género que quedó atrapado en la dicotomía de mantener la tradición o expandirse y aggionarse, Kingfish parece que llegó para cerrar la grieta, aunque a muchos puristas les cueste todavía aceptarlo. Nadie podrá decir que el muchacho no tiene el blues, porque nació donde la leyenda cuenta que Robert Johnson hizo un pacto con el Diablo y donde Muddy Waters juntaba algodón con sus propias manos antes de mudarse a Chicago y escribir una nueva historia.

El próximo 7 de septiembre, Kingfish se presentará en el Teatro Gran Rivadavia y la comunidad blusera local podrá volver a tener una gala de auténtico blues.

martes, 23 de julio de 2024

En el nombre del blues: John Mayall, un guerrero de mil batallas


En la historia de la música contemporánea, hay nombres que brillan con luz propia, y uno de ellos fue el de John Mayall, el maestro indiscutible del blues británico. El músico ejerció una notable influencia en la escena internacional, pero también fue clave en el desarrollo del rock nacional a fines de la década del sesenta y comienzos de los setenta. 

Mayall falleció este lunes en su casa de California, aunque la noticia se difundió un día después. "Los problemas de salud que obligaron a John a poner fin a su épica carrera en las giras finalmente han llevado a la paz a uno de los guerreros de la carretera más grandes del mundo. John Mayall nos brindó 90 años de incansables esfuerzos para educar, inspirar y entretener (...) Sigue tocando blues en alguna parte, John. Te amamos", fue parte del mensaje de despedida de su familia en su cuenta oficial de Facebook.

Nacido el 29 de noviembre de 1933 en Macclesfield, Inglaterra, Mayall comenzó su viaje musical en el amanecer de la década del sesenta, una época de efervescencia cultural y creativa que vio el nacimiento de una revolución en el blues. Al frente de los Bluesbreakers, adaptó el sonido del blues negro a un público blanco en plena era del Swinging London que se debatía entre mods y rockeros. 

Mayall no solo tocó el blues; lo moldeó, lo desafió y lo llevó a nuevas alturas. Su habilidad para fusionar el blues con otros géneros, desde el jazz hasta el rock, le otorgó un estatus único en la escena musical. La alineación de los Bluesbreakers a lo largo de los años contó con nombres como Eric Clapton, Mick Taylor y Peter Green, todos grandes guitarristas que florecieron bajo la tutela de Mayall y luego dejaron una marca indeleble en la música por derecho propio.

Con más de 60 álbumes a lo largo de su carrera, Mayall exploró cada rincón del género, desde el blues eléctrico visceral hasta las raíces acústicas más puras. Cada álbum es un capítulo en la historia del blues, con Mayall como su narrador apasionado. Su capacidad para adaptarse y evolucionar a lo largo de los años ha sido una fuerza impulsora detrás de su longevidad artística.

Mayall expresó más de una vez su gratitud por la oportunidad de dedicar su vida a la música: "La pasión por el blues nunca se ha desvanecido. Cada día es una bendición poder seguir tocando y compartiendo esta música que amo con audiencias de todo el mundo".

Una vida dedicada al blues

Su padre Murray era guitarrista y coleccionista de discos jazz y blues y su influencia fue decisiva en su formación musical. El joven John desarrolló un amor temprano por los sonidos de los músicos de blues estadounidenses como Leadbelly y los pianistas de boogie woogie Albert Ammons, Meade "Lux" Lewis y Pinetop Smith. Fue escuchando sus discos que aprendió por sí mismo a tocar el piano, la guitarra y la armónica. 

Tras servir para el ejército en la guerra de Corea, Mayall se compró su primera guitarra eléctrica y a partir de entonces nunca más dejó la música. Se matriculó en el Manchester College of Art y comenzó a trabajar con varias bandas. Después de graduarse, se convirtió en diseñador de arte, pero su amigo y mentor Alexis Korner lo convenció de dejar su trabajo, convertirse en músico a tiempo completo y mudarse a Londres. 

Mayall comenzó a tocar en locales de blues y R&B, como el célebre The Marquee, y empezó a tener seguidores. La primera edición de los Bluesbreakers grabó su sencillo debut, Crawling Up a Hill / Mr. James en 1964. Ese año, la banda ganó un puesto de telonero para la gira inglesa del bluesman John Lee Hooker. Poco después, Mayall se alzó con un contrato discográfico con Decca y grabó su álbum debut.

John Mayall Plays John Mayall fue editado en 1965, poco antes de que Eric Clapton dejara los Yardbirds y firmara con los Bluesbreakers (John McVie era el bajista del grupo). Su primer sencillo I'm Your Witchdoctor / Telephone Blues fue lanzado en octubre de 1965.

El célebre álbum Bluesbreakers with Eric Clapton se publicó en julio de 1966. Sus 12 temas incluían versiones de All Your Love de Otis Rush y Hideaway de Freddie King, así como cinco originales de Mayall. El disco alcanzó el puesto seis en las listas británicas y estableció la reputación de Clapton como guitarrista a nivel internacional. Sin que Mayall lo supiera, Clapton ya estaba preparando su salida de la banda y dejó la banda en junio para formar Cream con Ginger Baker y el ex (y futuro) acompañante de Mayall, el bajista Jack Bruce. 


El guitarrista Peter Green, que ya había reemplazado ocasionalmente a Clapton, aceptó sumarse a los Bluesbreakers. Esta encarnación de la banda resultó casi igual de breve pero prolífica. Su único álbum, A Hard Road, se publicó en febrero de 1967, pero Green también se fue poco después, y con el bajista John McVie y el ex acompañante de Mayall, Mick Fleetwood, formaron la encarnación original de Fleetwood Mac junto al guitarrista Jeremy Spencer.

Si bien el personal de Mayall casi siempre eclipsó sus considerables habilidades en la prensa, el multiinstrumentista era experto en sacar lo mejor de sus alumnos más jóvenes, especialmente cuando buscaban comprender y tocar el blues eléctrico de Chicago. Mientras formaba una nueva versión de los Bluesbreakers, Mayall experimentaba constantemente y ampliaba las formas del blues para encontrar un futuro que solo él podía escuchar. Publicó la innovadora grabación en solitario The Blues Alone en 1967, para la cual escribió todas las canciones y tocó todos los instrumentos excepto la percusión, que fue proporcionada por Keef Hartley. 

Bare Wires, de 1968, fue el primer lanzamiento de Bluesbreakers que contó con el futuro guitarrista de los Rolling Stones, Mick Taylor. Ese año, Mayall disolvió los Bluesbreakers (existieron no menos de 15 encarnaciones diferentes entre 1963 y 1970) y grabó Blues from Laurel Canyon, su último álbum para Decca. Basado en una visita inicial al epicentro musical de moda de la región de Los Ángeles, el set en realidad se registró en Inglaterra. Pero Mayall ya tenía a Estados Unidos en mente. A finales de 1969 emigró al área de Los Ángeles y finalmente compró una casa en Laurel Canyon. 

A lo largo de los años, Mayall nunca dejó de grabar y girar, a pesar de los innumerables cambios en su formación. Por allí pasaron, en la década del setenta, músicos como el bajista Larry Taylor y el guitarrista Harvey Mandel, que provenían de Canned Heat. Más adelante, en los ochenta, se sumaron los guitarristas estadounidenses Walter Trout y Coco Montoya. Justamente con ellos en el grupo, Mayall vino por primera vez a la Argentina para tocar en el estadio de Vélez en el mítico festival organizado por la Rock & Pop.

John Mayall y su relación con la Argentina 

Los discos de Mayall de los sesenta, especialmente los que grabó con Clapton y Peter Green, fueron esenciales en el desarrollo del rock nacional. Músicos como Claudio Gabis y sus compañeros de Manal, Javier Martínez y el Negro Medina, se vieron muy influenciados por su sonido. Pero no fueron los únicos. Pappo, David Lebón, el Blusero León Vanella, Héctor Starc, por solo nombrar a algunos, encontraron en Mayall una puerta de acceso al blues tradicional de Muddy Waters, J.B. Lenoir, Freddie King y Otis Rush. Pero también nutrió a otros músicos argentinos que se dedicaron de lleno al blues como Botafogo, Daniel Raffo, Jorge Senno y Alberto García. 

Tras su primera visita en 1985, Mayall volvió al país en 1994 y tocó en el Gran Rex, esta vez con Buddy Whittington en guitarra. La Mississippi y La Napolitana fueron las bandas teloneras. En mayo de 2008, regresó por terecera vez: se presentó otra vez en el Gran Rex y con Whittington una vez más como gran animador. El viejo blusero deleitó con un repertorio muy variado. La Nación publicó una crónica del recital: “No hay botox, lifting, cirugías ni cremas de la doctora Aslan que provoquen el mismo efecto. El blues rejuvenece. Solo así se explica que ese señor canoso, de 74 años, con pinta de abuelo hippie, se moviera como un adolescente en el escenario del Gran Rex y lograra hacer sentir como niños felices a más de dos mil personas”. 

Mayall se mantuvo activo hasta la pandemia, pero los riesgos de los lugares concurridos y su avanzada edad lo obligaron a un retiro de los escenarios, pero no de los estudios. En 2021 editó su álbum número 60, The Sun Is Shining Down, el último. Ahora, el guerrero de mil batallas, que ya era una leyenda, dio el paso a la inmortalidad.

domingo, 5 de mayo de 2024

Avellaneda blues: el surgimiento de Manal

Javier Martínez, baterista, cantante y líder de Manal, murió este sábado a los 78 años. Este texto, que recuerda los inicios del grupo, corresponde a un capítulo del libro Bien al Sur-La historia del blues en la Argentina.

En 1967, el baterista Javier Martínez, ex integrante de Los Beatniks, y según el periodista y músico Claudio Kleiman “el primer loco argentino de la música negra”, conoció a Claudio Gabis, un adolescente que frecuentaba el Instituto Di Tella y tenía devoción por los discos de blues. En el libro Yo soy Buenos Aires, de Fabio Scaturchio, el baterista fue muy claro: “Entonces yo veo que Claudio Gabis hace unas frases de blues y estira la cuerda, cosa que era de marcianos en ese momento; no lo hacía nadie acá”.

Eso sucedió durante un festival en el Di Tella que se llamó Beat Beat Beatles, organizado por el artista conceptual Roberto Jacoby, en el que Martínez junto con El Grupo de Gastón y Gabis, al frente de la banda Bubblin Awe, que había formado con amigos, interpretaron covers de los cuatro fantásticos de Liverpool.“Che, ¿a vos te gusta el blues?”, lo encaró Martínez a Gabis. “Sí”, respondió el guitarrista. “A mí también, tenemos que hablar”, contestó Javier. Así, casi sin preámbulos, nació una amistad tormentosa que se convirtió en la piedra basal de Manal y del blues argentino. Martínez y Gabis empezaron ajuntarse a charlar de música y a escuchar discos. También salían a recorrer los lugares emblemáticos del rock nacional como La Cueva o el Bar Moderno, en lo que Claudio Gabis define como una “peregrinación”.

Promediaba el verano de 1968, cuando decidieron empezar a tocar unos temas que Martínez tenía en mente. Para ello sumaron a Rocky Rodríguez para que se encargara del bajo y al pianista Emilio Kauderer, que tocaba con Gabis en Bubblin Awe, para zapar y grabar en un pequeño estudio de dos canales que Jorge Tagliani tenía sobre la calle Curapaligüe, en Primera Junta. El resultado fue un demo que sería la génesis de Estoy en el infierno, tema que pasó a formar parte de la banda de sonido de la película Tiro de gracia, del director Ricardo Becher, que narraba la vida bohemia de los sesenta, y en la que actuó Martínez. 

Martínez y Gabis, al principio, congeniaron muy bien pese a que tenían personalidades muy diferentes. Martínez era tres años mayor, venía de un hogar complicado, tenía mucha calle y una visión existencialista de la vida. Gabis, en cambio, era un adolescente de clase media burguesa, que vivía con su familia en Caballito y recibía una mensualidad que gastaba en discos y revistas. Como Rocky Rodríguez no quiso seguir con ellos, recurrieron a un viejo conocido de Martínez, Alejandro Medina, que había sido bajista de la banda The Seasons, que si bien conocía poco de blues, escuchaba mucho soul y, claro está, rock & roll. 

Los tres comenzaron a ensayar y ensamblarse en el Teatro Payró, a cambio de musicalizar la obra Viet-Rock. Por entonces, a la banda se la conocía como Ricota, una ocurrencia de la artista plástica Marta Minujín, que se adecuaba muy bien a la admiración de los músicos por Cream, el grupo de Eric Clapton, Jack Bruce y Ginger Baker, aunque al poco tiempo a Martínez se le ocurrió el nombre Manal y lo cambiaron. 

La construcción musical del trío se conformaba por los sólidos fraseos de bajo de Medina y los complejos punteos de Gabis, a los que Martínez les sumaba un estilo muy jazzero para tocar la batería y el canto que, de manera gutural y nasal, buscaba el auténtico sonido de los cantantes negros. “Cuando cantaba, Javier Martínez parecía Ray Charles”, solía decir el fallecido cantante de Memphis, Adrián Otero. 

El grupo debutó en un evento organizado por el mítico sello independiente Mandioca el 12 de noviembre de 1968, en un concierto realizado en la Sala Apolo, sobre la avenida Corrientes (donde luego funcionó el cine Lorange), y compartió cartel con Miguel Abuelo y Cristina Plate, una cantante que luego dejó la música por el modelaje. A fines de ese año, Manal editó el primer sencillo, Qué pena me das, con Para ser un hombre más como lado B, y a mediados de 1969, el segundo, con No pibe y Necesito un amor.

El poco éxito comercial de los inicios se transformó en enorme suceso en 1970, cuando Mandioca lanzó el primer álbum de Manal con clásicos inmortales como Jugo de tomate frío, Avenida Rivadavia y Una casa con diez pinos. Sin embargo, fue una canción cuyo título llevaba la palabra “blues” lo que daría el impulso necesario al grupo, y el puntapié inicial para lo que sería el blues argentino. El periodista Ernesto Castrillón definió a Avellaneda blues magistralmente: “Una estupenda letra en forma de telegrama deslizaba pinceladas de un mundo suburbano real e inquietante, realzada por un punteo de Claudio Gabis que se cuenta entre los mejores solos de guitarra de la historia del rock vernáculo. ¿Un blues de Buenos Aires? Intento disparatado o posibilidad cierta, con Avellaneda blues Manal estuvo cerca de lograrlo. Nunca después, ni ellos ni sus imitadores lograrían algo parecido”. 

Sin dudas ese tema definió los lineamientos de una forma de composición poética al aportar un tipo de lenguaje descriptivo sobre lo nuestro y dicho a nuestra manera y en nuestro idioma: “Vía muerta, calle con asfalto siempre destrozado. / Tren de carga, el humo y el hollín están por todos lados. / Hoy llovió y todavía está nublado. // Sur y aceite, barriles en el barro, galpón abandonado. / Charco sucio, el agua va pudriendo un zapato olvidado. / Un camión interrumpe el triste descampado. // Luz que muere, la fábrica parece un duende de hormigón / y la grúa, su lágrima de carga inclina sobre el dock. / Un amigo duerme cerca de un barco español. // Amanece, la avenida desierta pronto se agitará. Y los obreros, fumando impacientes, a su trabajo van. / Sur, un trozo de este siglo, barrio industrial”. 

Al mismo tiempo, la canción sentó ciertas bases en lo musical, en la estructura del blues local. Es quizás la utilización de la palabra como una idea expresiva lo que prevaleció sobre la teórica forma del blues en sí mismo. Avellaneda blues, claramente, en el sentido más estricto del género, no es un blues. Pero, de aquí en adelante, los imitadores y seguidores de Manal tomaron ese concepto de blues como una forma de comunicar y expresar una idea propia de la vida, una visión visceral del día a día. Como los ingleses con su forma de blues o los afroamericanos en los campos del sur de los Estados Unidos, los intérpretes argentinos no buscaron definir un estilo musical, sino canalizar, a su manera, la forma que mejor expresara sus vivencias y el blues, o al menos el término, fue lo que mejor lo definía.



jueves, 15 de febrero de 2024

Raphael Wressnig, el nuevo genio del Hammond B3

Escuchar a Raphael Wressnig es una experiencia explosiva. Con su Hammond B3 eleva el groove a niveles poco explorados y provoca un ritmo abrasivo del cual es imposible desprenderse. Pese a haber nacido en la ciudad austríaca de Graz, en el corazón de Europa, el tecladista lleva en su sangre la mística del funk de Nueva Orleans, con altas dosis de blues y rythm & blues.

En los últimos años, Wressnig montó un show itinerante, que incluso lo trajo a la Argentina en diciembre de 2019, y formó una sociedad musical con los hermanos brasileños Igor y Yuri Prado, guitarrista y baterista respectivamente, que le aportan un sonido único a su música. Ahora, parte de esa experiencia se ve reflejada en su nuevo álbum, Live-More Groove, More Good Times, que captura lo mejor de las presentaciones del disco Groove & Good Times, editado en 2021.

En un intercambio de mensajes con Noticias Argentinas, Wressnig contó sus inicios en la música, su pasión por sonidos de otras latitudes y lo que significa para él su nuevo álbum en vivo.

- ¿Cuándo y por qué empezaste a tocar el Hammond?

- A los 15 o 16 años empecé a tocar el piano y pronto tuve mi primera banda. Tocábamos una mezcla de funk, soul, rythm & blues. Por entonces comenzaron a gustarme los sonidos del piano eléctrico (el Wurlitzer o el Fender Rhodes) y el Hammond porque descubrí que los tonos, sonidos y colores son mucho más expresivos para mí. A los 18 años me compré mi primer Hammond y ya nunca más lo dejé.

- ¿Cómo fue que llegaste al blues y al funky?

- Cuando era adolescente comencé a ir a conciertos en vivo y en algún momento descubrí a Buddy Guy, Muddy Waters y poco después a Jimmy Smith, de quien me llamó la atención el material de rhythm & blues que había grabado, como The Cat o sus covers de Hi Heel Sneakers y Hoochie Coochie Man. Luego descubrí a Jimmy McGriff y Jack McDuff y ese fue el vínculo perfecto (de regreso) al blues. Para mí, el lado down home o más orientado al blues siempre fue interesante. ¡El mojo y la suciedad del blues, y la emoción del funk siempre llamaron mi atención!

- ¿Cómo explicas tu vínculo con la música norteamericana siendo de Europa Central?

- Creo que hay un aspecto histórico en esto: después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos trajo muchas cosas a Europa. El Plan Marshall fue importante y ayudó a reconstruir la infraestructura y con eso vino la música. Poco después, en los sesenta, muchos artistas de blues resurgieron en Europa. En pocas palabras: hubo un momento en el que había mucha música estadounidense por aquí. Esto está cambiando bastante ahora, pero la gente todavía aprecia mucho el blues y el jazz. Y yo no fui ajeno a eso.

- ¿Cómo ves a la escena musical actual en Europa?

- Siendo muy honesto, creo que mucha de la música que se reproduce es muy predecible y mucha gente la reproduce por inercia. Extraño mucho los enfoques únicos y genuinos. Eso es algo en lo que pienso mucho. En mi caso intento mantenerlo real o permanecer fiel a la música que amo y al mismo tiempo impulsar las cosas y actualizarlas.

4) ¿Cómo conociste a Igor y Yuri Prado, y qué sientes tocando con ellos?

- Los conocí gracias a Sax Gordon cuando formó un grupo para el Poretta Soul Festival en Italia. Tocar con ellos esa primera vez fue genial, como si lo hubiéramos estado haciendo juntos durante décadas. Escuchamos la misma música, amamos las mismas cosas, somos mu apasionados y tenemos un gran respeto por la música. Al final del día sentí que Igor -más o menos como yo- está siempre listo para hacer un esfuerzo adicional para hacer que la música sea especial y emocionante. Lo nuestro es un trabajo de amor y pasión. Somos conscientes de que requiere mucho esfuerzo, pero es bastante gratificante. Cuando tocamos juntos somos dinamita.

- ¿Qué tiene de especial el último álbum en vivo?

- Tomamos algunas de las canciones de Groove & Good Times que más nos gustan y algunos otros temas. Creo que pudimos capturar un show en vivo muy emocionante con un repertorio mayoritariamente funky, no todo funk per se, sino ritmos implacables, e infundimos mucho blues profundo y una sensación intimista. El disco tiene bastantes instrumentales, pero Igor hace melodías vocales y yo también. El álbum muestra el poder del grupo en vivo.

- En algún punto las redes sociales acercaron a los artistas a públicos diversos, pero también hacen que todo sea más efímero. ¿Cómo percibís eso?

- Hoy en día puedes sentir que la gente aprende música de Youtube o Instagram. La música a menudo se muestra en las redes sociales, lo que significa tocar algo emocionante, pero es sólo un breve momento. Cada vez hay menos gente que pone eso en un concierto o espectáculo completo. Me gusta el tipo de cosas de “poner el pie en ello”. Ahora vuelvo a un aspecto con el que comencé: mencioné que me enamoré del blues y el funk porque escuchaba a Buddy Guy. Si escuchas a un Buddy Guy de los setenta, realmente puedes sentir la energía y que está listo para prender todo fuego. Me encanta esa pasión, energía y vibra. Y eso es lo que espero que la gente sienta sobre nuestra música.



domingo, 4 de febrero de 2024

Gary Nicholson, el guitarrista todoterreno que se volvió una usina de crear canciones

El nombre de Gary Nicholson dice poco por estos pagos, pero en los Estados Unidos, especialmente en el ambiente de la música country tiene un relieve difícil de dimensionar. Pero también resuena con fuerza en la escena del blues, aunque no como Gary Nicholson, sino como su alter ego, Whitey Johnson.

Nicholson es guitarrista, cantante, productor y compositor. Ha escrito múltiples éxitos número uno y tiene más de 500 canciones grabadas por una variedad de estrellas que incluyen a Bonnie Raitt, Garth Brooks, George Strait, B.B King, Delbert McClinton, Gregg Allman , Buddy Guy, Vince Gill, Neville Brothers, John Mayall y Fleetwood Mac. Recibió 26 premios ASCAP (Asociación Estadounidense de Compositores, Autores y Editores), dos Grammys y la membresía en el Salón de la Fama de los Compositores de Texas, además de una nominación al Salón de la Fama de los Compositores de Nashville. También contribuyó a la banda sonora de la película ganadora del Oscar Crazy Heart.

Como su alter ego de blues, es un artista dinámico cuyas habilidades con la guitarra combinan a la perfección con su asombroso catálogo de canciones y su sentido del humor. Su perspicacia como compositor también influye en su asombrosa capacidad para dar vida a las melodías en el escenario.

Además de realizar giras con Delbert McClinton, quien grabó más de 50 canciones suyas, tocó en el escenario y en sesiones con Guy Clark, Billy Joe Shaver, Tracy Nelson, Bobby Bare y otros.

"No me di cuenta en ese momento, pero creo que llegar a la mayoría de edad en la escena musical de Dallas-Fort Worth fue realmente importante", dice Nicholson. “Hay cierto sonido de guitarra ahí. Fue un gran lugar para crecer porque había muchos grandes músicos alrededor”.

Nicholson es oriundo de Commerce, Texas, pero creció en Garland, en las afueras de Dallas, y comenzó a tocar la guitarra en su adolescencia en bandas como The Valiants, The Catalinas y The Untouchables, antes de ingresar a la Universidad de North Texas, con especialización en música.

En su adolescencia quedó deslumbrado por la leyenda local del blues Freddie King, cuyo Hideaway se había convertido en un éxito nacional en 1961. En la universidad pasó por una fase de jazz, tocó la guitarra solista para la banda de rock The Nazz y luego cayó bajo el hechizo del movimiento country-rock. “Conocimos a los Flying Burrito Brothers. Gram Parsons vino a nuestro lugar de ensayo y nos quedamos despiertos toda la noche con él y tuvimos una experiencia increíble. Nos dijo que deberíamos mudarnos a California. Aproximadamente uno o dos meses después, nos subimos a un auto y partimos hacia la costa oeste”, recordó en una entrevista.

En su primera noche Los Ángeles, la banda de Nicholson ganó el concurso de talentos del club The Palomino y así se abrieron paso entre figuras de la escena local como Delaney Bramlett, James Burton, Glen Campbell y Tony Booth. Apadrinados por Parsons el grupo pronto llamó la atención al interpretar canciones originales de Nicholson con armonías de bluegrass.

Los compañeros de clase de Nicholson en la universidad, Don Henley y Jim Ed Norman, se unieron a él en Los Ángeles. Henley tocó la batería con la banda para su presentación ante el sello discográfico en The Troubadour, así como en los demos que le dieron al grupo su contrato de grabación. Luego Henley fue reclutado por Linda Ronstadt y el grupo luego evolucionó hasta convertirse en The Eagles. Mientras, al frente de Uncle Jim's Music, Nicholson grabó sus dos primeros discos. Luego se unió a la banda de Delbert McClinton y también formó su propio grupo, Hot Sauce.

En 1980 se mudó a Nashville donde proliferó como compositor al tiempo que se unió como guitarrista de la banda de un emblema de la música country, Guy Clark. En 1983 consiguió su primer éxito con Your Love Shines Through, por Mickey Gilley. Un año después tuvo un número 1 con That’s the Thing About Love, por Don Williams. La catarata de éxitos en el country –de la mano de artistas como Garth Brooks, Willie Nelson, Dixie Chicks y Vince Gill- siguió durante toda la década del ochenta y se extendió en los noventa cuando además comenzó a proveer canciones a músicos de blues, rock y R&B. Y así continuó entrado el nuevo milenio.

Y entonces entró en escena Whitey Johnson. Como el personaje de Marvin Pontiac creado por John Lurrie, Whitey nació cuando Gary Nicholson escribió un cuento sobre un guitarrista de blues que vio actuar en una feria en Garland. Se trataba de un músico albino negro que al final de la historia muere cuando el Ku Klux Klan quema una iglesia.

Ahora, cuando Nicholson interpreta a Whitey Johnson, invoca el espíritu del blues que ha amado toda su vida, con el más profundo respeto por todos los grandes padres fundadores del género y con canciones que reflejan su punto de vista único.

sábado, 1 de julio de 2023

Del blues al góspel, la transformación de Georgia Tom

En los anales de la música afroamericana resplandece la figura polifacética de Georgia Tom, un virtuoso artista que surcó el tortuoso camino desde las profundidades del blues hasta las alturas celestiales del góspel. Su metamorfosis estilística, llevada a cabo en pleno apogeo de su éxito, fue radical, pero su genialidad interpretativa y su destreza compositiva dejaron una huella imborrable en ambos géneros.

Nacido como Thomas A. Dorsey el 1° de julio de 1899 en la pequeña localidad de Villa Rica, Georgia, este prodigio musical creció en la ciudad de Atlanta bajo la tutela de un pastor bautista, cuyos genes musicales parecían fluir con fervor desde su infancia. Dorsey se impregnó de una amplia variedad de estilos musicales, desde el blues y el jazz hasta el vodevil y los himnos religiosos, e incluso las canciones hillbilly. Sin embargo, fueron el blues y el ragtime los que encendieron su pasión musical desde temprana edad, llevándolo a presentarse como Georgia Tom desde adolescencia.

En 1918, se mudó a la bulliciosa ciudad de Chicago, donde comenzó a actuar junto a destacados músicos de jazz de la época, formando su propia banda, los Wildcats, y emprendiendo giras junto a la emperatriz del blues clásico, Ma Rainey. No obstante, fueron las partituras de canciones las que se convirtieron en su principal fuente de ingresos. En 1924 grabó varios discos para la compañía Paramount Records, dejando una impronta en la historia musical.

Hacia 1928, en compañía de Tampa Red, Georgia Tom forjó un grupo que alcanzaría el éxito arrollador con su grabación Tight Like That, vendiendo la asombrosa cifra de siete millones de copias. Sin embargo, en 1932, la vida de Georgia Tom experimentó una transformación trascendental y dolorosa tras la muerte de su esposa durante el parto de su primer hijo. Fue entonces cuando su espíritu inquieto encontró refugio en las catedrales sonoras de la devoción y la fe.

Inmerso en una búsqueda espiritual profunda en la década del treinta, cambió su nombre artístico por el de Rev. Thomas A. Dorsey y dirigió su talento hacia la creación de música sagrada. Junto a la destacada cantante Mahalia Jackson se convirtió en un artífice del góspel, componiendo melodías que fusionaban los lamentos del blues con los cimientos de la fe. Sus canciones, impregnadas de una espiritualidad profunda, se alzaron como monumentos sagrados en el paisaje sonoro, siendo Take My Hand, Precious Lord un himno imperecedero inspirado en la muerte de su esposa.

Dorsey murió en Chicago el 23 de enero de 1993 y su legado, esa amalgama única de blues y góspel, trascendió las barreras del tiempo y espacio. Su música se convirtió en un faro de esperanza en medio de la complejidad de la experiencia afroamericana, un testimonio de resiliencia y transformación.


domingo, 30 de abril de 2023

Muddy Waters, del sonido crudo del Mississippi al blues eléctrico de Chicago

El éxito de Muddy Waters en Chicago comenzó con una mentira. En septiembre de 1947, el músico repartía persianas venecianas para la empresa Westerngrade cuando un amigo suyo le avisó que el pianista Sunnyland Slim quería contratarlo para las sesiones que tenía previstas con el flamante sello Aristocrat. Según el libro Chicago Blues, de Mike Rowe, Muddy, que por entonces tenía 34 años y llevaba poco más de tres en esa ciudad, esperaba ansioso su oportunidad. Sin dudarlo llamó a su jefe y le dijo que necesitaba el resto del día libre porque su primo había sido asesinado en un callejón. Así fue como el futuro padre del blues de Chicago accedió al estudio de grabación junto al reputado pianista y grabaron el sencillo que llevaría el tema Gypsy Woman en el lado A y Little Anna Mae en el B.

Esa sesión no era la primera de la que participaba Muddy Waters en Chicago. En 1946 había grabado Mean Red Spider como miembro de la banda de James "Sweet Lucy" Carter y otro puñado de temas para Homer Harris y James “Beale” Clark para el sello Columbia. Además arrastraba la experiencia rudimentaria, pero de un valor histórico inconmensurable, de las grabaciones del más puro Delta blues en la plantación Stovall y Clarksdale, en Mississippi, para Alan Lomax a comienzos de esa década.

Pero esa aparición junto a Sunnyland Slim fue decisiva para su carrera. Marcó el inicio de su relación comercial con los hermanos Phil y Leonard Chess, que pronto le cambiarían el nombre a Aristocrat por el de Chess Records, que se volvería la gran usina de blues eléctrico de Chicago de la década del cincuenta. En esos años dorados, el sello contó con Muddy Waters como músico insignia, pero también tuvo entre sus filas a otros popes del género como Howlin’ Wolf, Willie Dixon, Little Walter, Bo Diddley, Chuck Berry, Sonny Boy Williamson II y Buddy Guy, entre otros.

El estilo que desarrolló Muddy Waters fue crucial en esa evolución del blues de Chicago. Fue una bisagra entre las influencias que traía del Mississippi –Son House, Robert Johnson, Big Joe Williams- y el sonido urbano de pre guerra imperante hasta ese momento, que dominaban músicos como Big Bill Broonzy, Tampa Red, Sony Boy Williamson I y Memphis Minnie. El slide crudo y salvaje del Delta amplificado fue su sello distintivo; y la formación que incluía armónica, piano y sección rítmica se volvió el ensamble clásico de la siguiente década, que marcaría un estilo que sería de vital importancia para el surgimiento y desarrollo del rock and roll.

En ese período de poco más 15 años, desde 1948 hasta 1963, Muddy Waters grabó un catálogo formidable que incluye clásicos como I Can't Be Satisfied, I Feel Like Going Home, Rollin' And Tumblin', Rollin' Stone, Walking Blues, Long Distance Call, Blow Wind Blow, Hoochie Cooche Man, I Just Want To Make Love To You, I'm Ready, Manish Boy, Forty Days & Forty Nights, Got My Mojo Working y Rock Me, entre muchos otros. Chess también lanzó los LP’s The Best of Muddy Waters, Muddy Waters Sings Big Bill Broonzy, Folk Singer y At Newport, este último uno de los discos en vivo más trascendentes de la historia del blues.

A partir de la segunda mitad de la década del sesenta, Chess Records entró en una crisis financiera que arrastró a sus principales figuras y Muddy Waters, que ya era patrón del blues de Chicago, no fue la excepción. El sonido revolucionario de los cincuenta quedó demodé y la audiencia negra se volcó al soul de Motown y Stax, mientras que bandas inglesas como los Rolling Stones y Cream, así como Jimi Hendrix, cautivaban a la juventud blanca con un blues distorsionado y con toques psicodélicos. Para tratar de mantenerse en el juego, la discográfica intentó aggiornar a sus músicos, pero el resultado no fue el esperado. En 1968, Muddy Waters grabó Electric Mud con una banda que le agregó wah wah y psicodelia a su repertorio. El álbum fue muy criticado en su momento y no cumplió con las expectativas comerciales, aunque el tiempo supo darle su lugar.

A comienzos de los setenta, Muddy Waters empezó a compartir escenarios y estudios de grabación con músicos blancos. Como fruto de esa experiencia surgieron los álbumes Fathers & Sons con Mike Bloomfield y Paul Butterfield; The London Sessions con Steve Winwood, Rory Gallagher y Rick Grech; y el Woodstock Album junto a miembros de The Band. Fue un momento de profundos cambios y transición. En 1975, en medio de una demanda por la falta de pago de regalías, llegó a su fin su relación con Chess, que ya no pertenecía a los hermanos.

Pronto vendría la etapa de la reivindicación. Llegó de la mano de Johnny Winter, el guitarrista texano que había dejado atrás su adicción a la heroína y el Arena rock para volver a las fuentes del blues. El albino sumó a Muddy Waters como invitado en su álbum Nothin’ But The Blues y luego le produjo sus últimos cuatro discos, tres de estudio y uno en vivo, para el sello Blue Sky Records, subsidiario de Columbia: Hard Again (1977), I’m Ready (1978), Muddy Mississippi Waters Live (1979) y I’m a King Bee (1981). Una de las últimas apariciones de Muddy Waters en público fue en el Checkerboard Lounge de Chicago, que quedó inmortalizada en video porque compartió escenario con los Rolling Stones como invitados y donde Mick Jagger siempre será recordado por el jogging rojo de dudoso gusto.

Muddy Waters murió el 30 de abril de 1983, hace hoy 40 años, de un ataque al corazón, aunque su salud se había deteriorado a lo largo del último año. Según algunas reseñas tenía 68 años y otras 70. Si bien el día de su cumpleaños nunca estuvo en discusión, el 4 de abril, el año sigue siendo una incógnita. El legado de McKinley Morganfield, su verdadero nombre, es enorme. No solo por lo que estableció al blues de Chicago como estilo musical, sino por lo que representó para aquellas bandas de rock surgidas en los años sesenta y setenta que tomaron su música y la reformularon hasta alcanzar el estrellato. Muddy Waters marcó un antes y un después en la historia de la música popular. Y todos le deben algo a él.