martes, 31 de enero de 2017

Blues en movimiento


Estamos en el aeropuerto de Memphis a punto de encontrarnos y por los altoparlantes suena Howlin' Wolf y después Ike Turner. Una o dos canciones de Elvis y Johnny Cash. Pero el neón de la ciudad quedará para más adelante porque hoy la brújula marca rumbo sur. Subimos al Kia Rio gris metalizado y damos vueltas en círculos unos minutos hasta que el GPS se digna a marcarnos la orientación correcta.

Casi sin darnos cuenta abandonamos el estado de Tennessee y ya estamos en Mississippi. La primera parada es Hernando, la zona de influencia de la familia Dickinson, donde los North Mississippi Allstars crearon ese boogie sinuoso e hipnótico. La plaza principal, el City Hall, el tanque de agua, que la banda retrató en la portada de uno de sus discos, y varias casas de antigüedades conforman el paisaje urbano de esta puerta de entrada a la tierra del blues.

Tras intentar sin éxito una ruta alternativa, con Gabriel Grätzer y An Díaz seguimos rumbo sur por la 55 hasta Como. Allí atravesamos una calle con un boulevard en el medio que nos lleva hasta los blues markers de Otha Turner y Mississippi Fred McDowell. A su alrededor están las construcciones recicladas del siglo XIX. En la calle hay tantas personas como papeles tirados en el piso: cero.


Es la hora de almorzar y entramos a un bar-pool que está junto a una estación de servicio. Allí hay tres campesinos y dos mujeres bebiendo la undécima cerveza del día y fumando un cigarrillo tras otro. Avanzamos entre el humo espeso y envolvente y sus miradas inquisitivas nos acorralan. No hace falta que estén sobrios para darse cuenta que somos forasteros. Pero la tensión dura apenas unos segundos y entonces comienzan las preguntas. Se sorprenden con que tres argentinos estén recorriendo la ruta del blues. Alguno cuenta una anécdota. Los otros ríen. Nos hablan y nos hablan. Y nosotros les entendemos poco, pero nos damos cuenta que rompimos con su monotonía de una cerveza tras otra. Ellos son todos blancos y el único negro es el que atiende detrás del mostrador. Pedimos un philly sandwich, una hamburguesa y pescado frito. El tiempo que tarda en prepararlo es el tiempo en que nos arrepentimos de haber elegido este lugar. Pero es apenas un prejuicio porque la comida es grandiosa. Satisfechos y con el tanque lleno nos despedimos de nuestros amigos y vamos hasta el cementerio local para visitar la tumba de Fred McDowell. Y así dejamos Como.

La 55 nos lleva de nuevo hacia el sur, luego tomamos la 49 y atravesamos Greenwood. Se hace de noche en plena ruta y el GPS no parece del todo confiable. Tras un par de pasos en falso, en los que nos topamos con caminos sin salida en plena oscuridad, llegamos finalmente a Bentonia. Son las 19.15, afuera está agradablemente fresco y la luz tenue de la luna baña el frente del Blue Front Cafe.

Abro la puerta doble de la entrada, y lo único que se oye es el sonido de una televisión. El legendario Jimmy “Duck” Holmes está junto a la barra. Nos presentamos, pedimos unas cervezas, nuestras cervezas, y nos sirve unas Bud Light. El salón es cuadrado y rústico. En las paredes cuelgan guitarras y afiches de viejos festivales. Hay algunas fotos y cartelería variada. Las sillas de metal están desvencijadas y hay otras de plástico a las que no les sobra nada. El piso de cemento alisado es frío y la estufa de tiro balanceado, que está ubicada frente a la barra, despide un calor confortable.

Jimmy se sienta con nosotros. Lleva un cuchillo en el bolsillo, probablemente una vieja costumbre defensiva. No tarda en agarrar la guitarra y ponerse a tocar algunos temas propios y otros del repertorio de Skip James, como Hard times y Devil got my woman. La luz mortecina cae sobre él suavemente en el rincón que usa como escenario. Y toca Rock me baby y Big road blues. Le pasa la guitarra a Gabriel, le habla de la afinación abierta y le explica las sutiles diferencias entre las formas de tocar de Tommy Johnson y Jimmie Rodgers Pasa una hora y seguimos en el juke joint más antiguo del Mississippi con una verdadera leyenda y nadie más cruza la puerta. Somos nosotros tres y Jimmy “Duck” Holmes en un lugar que quedó congelado en el tiempo. Aquí se vive blues, se siente blues, se respira blues. La noche golpea con todo su rigor y obliga a la despedida. Jimmy dice adiós y vuelve a encender el televisor mientras nosotros seguimos nuestro blues en movimiento hacia Yazoo City.

miércoles, 25 de enero de 2017

Blusero

Blusero León y Blas Rizzardo

Cuántas veces lo habrán visto a Blusero León zapando en algún bar. Porque eso era lo que hacía. Era un tipo sencillo y apasionado, un loco del blues. Y por eso le decían Blusero. No hubo otro hasta entonces que mereciera ese apodo. Este martes tocó su último blues. Murió a los 63 años.

A León lo entrevisté en 2014 para el libro Bien al Sur - La Historia del Blues en la Argentina. Probablemente fue la última entrevista que dio. La charla estuvo marcada por la nostalgia, tanto que se quebró un par de veces. En su tono de voz se percibía una melancolía profunda y daba la impresión que parecía más viejo de lo que era, como arrumbado por un desgano cruel. La muerte de su amigo y compinche Pajarito Zaguri, el 22 de abril de 2013, lo había golpeado duro. Hasta ese momento venía zapando con él, Conejo Jolivet y Blas Rizzardo, entre otros, pero decidió retirarse. “Colgué las guantes para estar más con mi familia y lejos de la noche”, me dijo.

A continuación, el capítulo que le dedicamos con Gabriel Grätzer:

(((Nota: La referencia de "las despedidas" del comienzo es porque en el capítulo anterior mencionamos la separación de Manal tras el reencuentro y el Adiós Pappo’s Blues, Bienvenido Riff de comienzos de los ochenta.)))

El rugido del León 

Entre tantas despedidas, hubo un personaje que se destacó con su guitarra en el under blusero, muy lejos del neón que acompaña al éxito. Pocos recuerdan a Ricardo Vanella por su nombre y los más jóvenes directamente no lo conocen. Pero su apodo, Blusero León, es una referencia ineludible de aquellos años. Para Conejo Jolivet, “fue el único bluesman de esa época”. El Blusero siempre llevó una vida austera, con miles de noches regadas de alcohol y zapadas.

“Aprendí a tocar la guitarra en 1970, cuando tenía 17 años. Recuerdo que el primer disco de blues que escuché fue El mundo de John Mayall, un compilado en el que tocaban Peter Green y Eric Clapton, que aquí se editó en vinilo. Después, escuché a Cream y con eso empecé a pulir mi estilo”, cuenta Vanella, a quien un amigo de la infancia lo apodó León por como jugaba al metegol. Mucho tiempo después, cuando se empezó a lucir con las seis cuerdas, los músicos que lo rodeaban le antepusieron “El Blusero” al apodo.

“A fines de los setenta, no recuerdo bien, el Piojo Ábalos [baterista de los Redondos], me invitó a la casa de Pajarito Zaguri. Pájaro me hizo escuchar un disco que le había regalado Claudio Gabis, The Live Adventures of Mike Bloomfield & Al Kooper, y me cambió la forma de tocar. Para mí Bloomfield fue el más grande de todos los que escuché, y Pappo y Gabis los mejores que vi”, comenta El Blusero.

Blusero León, Pajarito y Juan Rubio.
Vanella empezó a juntarse con Pajarito y sus amigos en los bares de la Avenida de Mayo, en Ramos Mejía. Una de las que solía frecuentar esas reuniones era la cantante Claudia Puyó. En 1977, Pajarito formó La Blues Banda, que incluyó a León y al Conejo Jolivet en guitarras, Ciro Fogliatta en piano, Julio Candia en bajo, Pablo “Soplete” Basso en armónica y Carlos Calabró en batería. “Grabamos un disco –explica León– en el estudio Tagliani de Caballito, pero nunca fue editado. Eran todos temas propios cantados en español, mientras tocábamos en bares del Centro, y a veces por zona Oeste, pero no duramos mucho tiempo. Se terminó porque el rock es así, como los matrimonios. Pero fue una experiencia muy buena”.

El mismo año surgió Cisco Kid, un grupo efímero que registró un single para RCA con una balada blusera impresionante compuesta por Dicky Campilongo, Aunque no quieras saber de mí, del que participaron Tito Larregui, Ciro Fogliatta, Carlos Pan y Pablo Usuna.

Por esa época, en La Plata, comenzaba a formarse una banda que se volvería de culto para el rock & roll argentino. Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, cuya génesis estaba en La Cofradía de la Flor Solar, contó con la colaboración de León y del Conejo en más de una oportunidad. En aquellos años, previos al lanzamiento de su primer disco (Gulp!, 1984), los Redondos solían tocar algunos blues, como Honolulu y Blues del gallo malo.

La Blues Banda derivó en otro grupo histórico del rock nacional más crudo. En 1979, el bajista Néstor Vetere, que también había tocado en aquella agrupación, convocó a León, Ciro Fogliatta, el baterista Marcelo Pucci y Conejo Jolivet para un nuevo proyecto, que se llamaría Dulces 16, en honor al tema de B.B. King Sweet Sixteen. Los últimos dos habían tocado juntos en Pappo’s Blues un par de años antes, así que el nervio blusero de la nueva banda estaba activo. Dulces 16 empezó a ensayar en Olivos y realizó varios conciertos, pero sobre la marcha empezó a orientarse más al sonido del rock sureño de los Allman Brothers y Lynyrd Skynyrd. “Yo me alejé –cuenta Vanella– creo que en el ochenta, cuando el grupo Plus me convocó para realizar una gira por Colombia”.

Con la partida de Vanella, Dulces 16 sumó a los guitarristas Gustavo Pérez y Rudy Marcolongo y acentuó su sonido rockero que pronto plasmaría en un primer disco lanzado 1981, en plena dictadura, que dejó el sublime Mañana otro blues, escrito por Vetere. Se presentaron en Obras, el templo del rock, pero luego, por profundas diferencias en el seno del grupo, Conejo Jolivet y Marcelo Pucci se alejaron y la nueva formación de Dulces 16 avanzó con una impronta más comercial, sacó un nuevo álbum, En medio de la ciudad, hasta que se disolvió.

El Blusero León siguió de zapada en zapada, siempre con bajo perfil. Según él, uno de los momentos más extraordinarios de su carrera ocurrió en un bar de Suipacha y Córdoba, en una fecha que no puede precisar. “Esa noche estábamos zapando arriba del escenario Pájaro, Gabis, Black Amaya y yo. En eso, Gabis dice que cante Crossroads. Yo lo miro y le digo que no me sabía la letra y me dice ‘no importa’ y empezó a pasármela mientras la tocábamos y la pude cantar. Cuando terminamos, él se subió a un taxi y yo le dije ‘chau, blues’. Esa fue la última vez que lo vi”.


lunes, 16 de enero de 2017

Industria argentina

Raro esto del blues independiente. En un año que fue malísimo, porque creo que no hay discusión acerca de lo horrible que fue 2016 salvo que seas CEO, banquero o de la Sociedad Rural, se editaron decenas de discos de músicos del blues local aquí en Buenos Aires, en el interior y hasta en otros países. Muchos ya fueron reseñados en este blog y estos últimos son los que aparecieron sobre el final del año y no quería dejar afuera:

Leo Zanco - Life, love & shuffle. Para mí este fue el disco revelación del año. Leo Zanco es un guitarrista y cantante rosarino con mucho swing, un fino toque y una gran voz. Y a eso le suma una gran soltura para componer en inglés. Todas sus canciones son muy buenas, tienen mucho feeling y se amalgaman para darle una entidad a Life, love & shuffle, un disco que se disfruta mucho y además cuenta con un tema, B.B.'s blues, que tiene una de las más lindas melodías que andan sueltas por ahí. Lucas Russo en teclados, Emanuel Strada en bajo y Alex Compagnucci en batería son el motor que potencia las cualidades musicales de Zanco. Un puñado de invitados, entre ellos Bonzo Morelli, aportan sus pinceladas para terminar de darle color a un álbum exquisito.

Blind Boy Tinder Blues Band - Blind Boy Tinder Blues Band. José Luis Pardo y Omar Itcovici, dos de los mejores violeros argentinos de blues, devotos de la zurda mágica de Albert King, realizaron esta sesión, grabada de una y sin cortes, en la Escuela de Blues de Madrid. Entre ambos alternan voces y primera guitarra, y llegan, por momentos, a niveles incendiarios de interpretación, como pasa en Married woman o Gambler's blues. Los respaldan Machi Romanelli en teclados, Gonzalo Martino en batería y el español David Salvador en bajo. El armoniquista madrileño Quique Gómez acompaña en la declarativa Champagne and reefer. Las ocho canciones del álbum capturan la sinergia entre estos dos artistas que afrontan sus carreras musicales de manera tan distinta pero que arriba del escenario se fusionan con absoluta naturalidad.

Blues & Femme - Vivo en MJ Pub 2016. El 22 de abril del año pasado, una selección de diosas del blues local dieron un show impecable en Mr. Jones que Rogelio Rugilo grabó y acaba de editar en un álbum doble. El Blues & Femme comienza con Natalia Ciel y Sol Bassa, mano a mano con el público, interpretando John Henry. Tras ese inicio minimalista la banda se amplía con Ileana Castiglioni en batería y Sol Cabrera o Lorena Bravo alternando en bajo, más el aporte en guitarra de Lou Hernández y las ocasionales participaciones de Jorgelina Avigliano en saxo, Sandra Vázquez y Xime Monzón en armónicas, y Cristina Dall en teclados. De las cantantes, Oriana Anderson se vuelca más por el soul (Me and Mr. Jones y This is a man's world), Débora Tomé y Lou Hernández rinden homenaje a Etta James con At last, y Lorena Bravo entona Stormy monday. Pero hay más: Juliana Alesi canta Chains of fool y Micaela Gaudino Big Boss Man. El único tema en español, Hechizo, escrito por Sol Cabrera, reluce en la voz de Lorena Bravo. El disco no hace otra cosa que confirmar que blues no es solo cosa de hombres y que las mujeres argentinas avanzan con paso firme,

Highway Kings - 5 years on the route. El armoniquista y cantante Gustavo Lazo comenzó a elaborar este proyecto hace cinco años. Eligió un repertorio clásico, con fuerte anclaje en el sonido de la década de oro de Chicago. que interpreta de una manera personal sin caer en los típicos clichés del género. El disco ofrece sentidas versiones de temas de Junior Wells, Jimmy Reed, Muddy Waters, Willie Dixon y Little Walter. En Before you accuse me y Long distance call, Lazo toca solo, armónica y voz al mejor estilo Sonny Boy, y resultan ser las interpretaciones más novedosas. En otras canciones se recuesta sobre la guitarra acústica de Juan Ignacio Acedo y logra un clima más bucólico, pero el eje general pasa por una puesta en escena eléctrica proporcionada por músicos de la zona oeste con mucha experiencia como Charly Vita, Daniel Chusit y Matías Coco, entre otros. En síntesis, blues tradicional interpretado con pasión y respeto.

Blues de Garage - Volá. La banda oriunda de Cipoletti, provincia de Río Negro, encarna la tradición del blues argentino. Con la producción de Ricardo Tapia, Blues de Garage lorgó un álbum animado y con buenas canciones como Volá y Se quema el Diablo, que Mario Vidal canta con mucho ímpetu. Si bien en su sonido se percibe las influencias de La Mississippi y Pappo, principalmente, la banda acuñó una identidad muy definida. No son una copia y tampoco ofrecen algo trillado, por el contrario, revitalizan el sonido del blues en español. Tapia se suma con su cigar box guitar y canta en Blues para Pau, con el vuelo raso de Santiago Sabatini en armónica, para darle un poco más de jerarquía a la obra. La banda es un fiel reflejo de como el blues argentino de pura cepa hizo escuela por todo el interior y no para de crecer.

lunes, 9 de enero de 2017

En la mira de Edy

Edy Rodríguez y su cámara son inseparables. Aquí las diez mejores fotos de shows internacionales según el autor.

Robben Ford. Teatro Coliseo, Bs.As. 19-07-2014.

Corey Harris 4° Festival de Blues de verano.La Trastienda, 16-02-2013.

Anson Funderburgh. Teatro del Viejo Mercado, Bs.As. 16-12-16.

James Cotton. La Trastienda, Bs.As. 30-07-2013.

Jerry Portnoy & Josh Fulero en "La Trastienda", Bs.As. 27-05-2012.

Mud Morganfield. "La Trastienda" Bs.As. 26-07-2012.

John Primer. La Trastienda, Bs.As. 26-10-2014.

Vernon Reid. ND Teatro  Bs.As. 18-04-2015.

Rip Lee Pryor en "Republica de Acá", Bs.As. 01-12- 2011.

Mike Stern. La Trastienda, Bs.As. 20-03-2015.

lunes, 2 de enero de 2017

Jaque mate


Florencia Andrada encontró el sonido y la voz que tanto anhelaba. En estos cuatro años, desde que lanzó su álbum debut, Otra realidad, la cantante se tomó su tiempo para componer y perfeccionarse. El resultado es un disco magnífico en el que revitaliza el viejo soul, como a nivel internacional lo hicieron artistas como Sharon Jones y Charles Bradley, casualmente dos de su máximas inspiraciones. ¿Será esta la hora de coronar a Florencia como la reina del soul en español?

A pesar de la tormenta marca su evolución en estos años: letras más logradas, un registro vocal sublime y una instrumentación que no hace otra cosa que resaltar su fuerza interior y su compromiso. Además se hizo cargo de la producción junto a Julio Fabiani, lo cual también marca su maduración profesional. Si algún desprevenido escucha el disco al pasar y piensa que se trata de otra realización de Daptone Records no estaría del todo errado. Ese, claramente, fue el objetivo de la cantante cuando pergeñó su nueva obra. Florencia logró que el soul en español suene a soul: adaptó las métricas y las rimas sin perder -y mucho menos distorsionar- su esencia.

Si pensamos el disco como una partida de ajedrez, la sección de vientos -Nahuel Viola (trompeta), Yair Lerner (trompeta) Sebastián Álvarez (saxo tenor), Santiago Zarba (Saxo barítono)- juega el rol de los peones, va al frente con determinación y en cada una de las canciones aporta el marco adecuado para que el resto de las piezas haga sus jugadas con absoluta naturalidad. Los coros de Pilar Padin y An Diaz son los alfiles de la reina Florencia, siempre a su alrededor para contrastar y acompañar su poderío vocal. Homero Tolosa en batería y Mauro Bonamico en bajo son las torres que apuntalan el castillo rítmico, mientras que Fabiani, el rey, aporta con su guitarra riffs y solos que terminan de delinear el sonido tan mentado.

Binky Griptitie
Y después aparece la caballería que conforman los invitados: la guitarra punzante de Roberto Porzio, la onda expansiva del hammond de Germán Weidemer, y los dibujos clamorosos de la trompeta de Hugo Lobo le dan un plus a la banda. Pero por si a la exquisita musicalidad de la tropa real le faltaba algo, Florencia lo redondea en el tema Nuestro destino con la experiencia de Binky Griptitie, guitarrista de los Dap Kings.

Un cuento, Nunca te des por vencido, No hay que caer y la épica Muralla son algunas de las jugadas magistrales con las que Florencia encara su partida más importante hasta el momento. Le canta jaque mate a los prejuicios con un disco que, si bien no fue editado en CD y por ahora está solo en spotify, tiene la fuerza incuestionable de la pasión, la dedicación y el sacrificio de una artista independiente que se anima a dar batalla a pesar de la tormenta.