miércoles, 28 de septiembre de 2016

Bonamassa en el reino del blues


El año pasado homenajeó a Muddy Waters y a Howlin’ Wolf con un disco doble en vivo en Red Rocks. Ahora redobla su apuesta y aparta de un manotazo a sus detractores con otro álbum doble, un tributo a los tres King que fue grabado en el mítico Greek Theatre de Los Ángeles. Este nuevo trabajo, su segundo lanzamiento del año –el otro fue el álbum de estudio Blues of desperation- es una apuesta fuerte de Bonamassa por presentarle a una nueva generación de oyentes a los grandes maestros del blues, y para recaudar fondos para su fundación Keeping the Blues Alive.

La puesta en escena y el sonido son formidables, porque más allá de los tremendos solos y la utilización de modelos de guitarras clásicas como la Gisbon Les Paul, la ES, una Flying V que pertenecía a Freddie King y dos Fender Stratocaster, se rodeó de una banda demoledora de diez músicos: Kirk Fletcher (guitarra), Michael Rhodes (bajo), Reese Wynans (piano y hammond), Anton Fig (batería), Lee Thornburg (trompeta), Paulie Cerra (saxo), Nick Lane (trombón) y Mahalia Barnes, Jade MacRae y Juanita Tippins en coros.

El show empieza dedicado a Freddie King. Abre con See see baby y sigue con Some other day, some other time; Lonesome whistle blues; Sittin’ on the boat dock; y una incendiaria version de You’ve got to love her with a feeling. El set del guitarrista texano se completa con el clásico Going down, que Leon Russell compuso cuando producía a Freddie en el sello Shelter Records, en el que sobresale el notable piano del ex Double Trouble.

Foto Christie Goodwin
Promediando el disco 1 comienza a sonar la versión original de I’ll play the blues for you de Albert King hasta que Bonamassa y la banda, con una demoledora introducción de caños, toma el control del tema. El homenaje al legendario guitarrista zurdo continúa con I get Evil y una versión súper funky de Breaking up somebody’s home. El CD 1 termina con Angel of Mercy y Caddillac assembly line, del álbum Truckload of lovin’. El disco 2 comienza con el final de Albert King, la gloriosa Oh, pretty woman, para adentrarse en el set dedicado al Rey del Blues. Como para arengar a la tropa toca Let the good times roll, tema de Louis Jordan que B.B. King hizo propio. Sigue con Never make your move too soon y Ole time religion, un spiritual que B.B. grabó en 1959 y que aquí se luce por el coro encabezado por la hija de Jimmy Barnes. Wynans lanza las notas al piano y la banda se suma en una magistral Nobody loves me but my mother. El tributo a B.B. termina con Boogie woogie woman y Hummingbird, que Don Robertson escribió en 1955.

Pero eso no es todo. Para los bises dejó tres de los temas más emblemáticos de cada uno de ellos: la instrumental Hideway, Born under a bad sign y The thrill is gone. Bonamassa y la banda cierran está magistral lección de blues con Riding with the King, un tema de John Hiatt que B.B. King y Eric Clapton grabaron en el disco homónimo de 2000, que si bien está inspirado en Elvis Presley, aplica a la perfección para los tres reyes del blues.

Bonamassa es el mejor de su generación y por eso paga un alto precio: los puristas lo denostan porque consideran que no toca blues, y muchos le cuestionan que tenga toda la atención de la prensa en detrimento de otros bluesmen. Así y todo, el tipo compone y graba sus discos, versiona a los grandes maestros del blues, edita los álbumes en vivo y colabora en distintos proyectos, algunos no tan bluseros, es cierto, pero sin dudas que el blues es lo que lo mueve.

Bonamassa no pretende usurpar el reino del blues, como sostienen algunos, su misión es preservarlo y difundirlo, y eso lo convierte en un caballero de la mesa redonda en la que se sientan solo unos pocos.


jueves, 22 de septiembre de 2016

Los hitos del blues local


En el libro Bien al sur - La historia del blues en la Argentina, con Gabriel Grätzer planteamos que el blues local se conforma de lo que denominamos blues en la Argentina y blues argentino. El primero es el que, a comienzos del siglo XX, surgió tímidamente entre las bandas de jazz de la época, que interpretaban algunos blues tradicionales en sus repertorios. Eso sentó las bases de lo que se consolidaría muchísimos años después, principalmente a partir de la década del noventa, con músicos y grupos que aprendieron con los discos de los grandes maestros del género. La otra corriente, la del blues argentino, nació al mismo tiempo que el rock nacional, a mediados de los sesenta, y sus músicos tuvieron como máximas influencias a los jóvenes bluseros ingleses. Es decir, los pioneros del rock argentinos se acercaron al blues a través de la versión británica a la que le imprimieron su propio sello componiendo en español. El blues en la Argentina y el blues argentino por momentos tomaron caminos separados y por otros se fusionaron, más allá de que algunos puristas consideren que el segundo no debe ser llamado blues. El blues local puede resumirse en una serie de hitos que son el núcleo de su historia:

- El 10 de junio de 1935, Paloma Efron, más conocida como Blackie, grabó junto a sus Boys el primer blues en la Argentina: el clásico St. James Infirmary (Odeon 194328).

- En 1939, Néstor Ortiz Oderigo escribió su primer libro, pero debido a la Segunda Guerra Mundial, la editorial Claridad lo editó recién en 1944. En Panorama de la música afroamericana dedicó un capítulo a cada una de las principales ramas del folclore de los Estados Unidos: work songs, negro spirituals y blues. Al año siguiente, Oderigo fue convocado a escribir una sección titulada “Notas sobre blues” en la revista Jazz Magazine.

- En 1954, en la película de Leopoldo Torre Nilsson, Días de odio, y en medio de una fuerte escena (para la época) dentro de un prostíbulo, aparecía Lois Blue ataviada de forma muy sensual, cantando Porque eres mi hombre, el primer blues interpretado en un film argentino.

- En 1965, Los Gatos Salvajes, la mítica banda de Litto Nebbia, lanzó su primer LP que incluyó la primera grabación de un blues eléctrico, Little red rooster, inspirada en la versión de los Rolling Stones y no en la original de Willie Dixon. En ese mismo álbum figura el que, según Claudio Kleiman, sería el primer blues escrito en español, aunque con elementos del doo wop: Necesito saber.

- En 1970, el sello Mandioca lanzó el primer álbum de Manal con clásicos inmortales como Jugo de tomate frío, Avenida Rivadavia y Una casa con diez pinos. Sin embargo, fue Avellaneda blues la que daría el impulso necesario al grupo, y el puntapié inicial del blues argentino.

- El 2 de julio de 1971, Osvaldo Ferrer grabó, acompañándose en guitarra, el Black Snake Blues, de Blind Lemon Jefferson. Este registro formó parte del Volumen II de la Antigua Jazz Band (Tonodisc LP 1022) y puede considerarse la primera grabación de country blues tradicional realizada en nuestro país.

- Ese mismo año, tras su paso por Los Abuelos de la Nada y Los Gatos, Pappo formó Pappo's Blues con David Lebón en bajo y Black Amaya en batería, y editó Volumen 1, que junto a Volumen 2, lanzado en 1972, iniciarían una saga de discos con los que Norberto Napolitano definió su sonido, una confluencia entre el blues y el hard rock, e hizo escuela.

- Más allá de que durante décadas, la Argentina recibió las visitas de grandes maestros del jazz como Louis Armstrong, Duke Ellington, Count Baise y Dizzy Gillespie, el primer bluesman de pura cepa en pisar suelo nacional fue B.B. King. En abril de 1980, el Rey del Blues dio dos conciertos en el estadio Obras y otro en el Hotel Bauen que fueron un fracaso comercial pero un gran hito para el blues local.

- En 1983, Memphis la Blusera lanzó su álbum debut, Alma bajo la lluvia, que reflejó una nueva forma de interpretar el blues en la Argentina. Por un lado combinaba letras propias en español, con una impronta tanguera, y por el otro una formación y un sonido típico de las grandes bandas de la región central y la costa oeste de los Estados Unidos.

- En noviembre de 1985, Daniel Grinbank organizó el festival Rock & Pop en el estadio de Vélez. En medio de un clima caldeado y una ensalada de artistas como INXS, Los Abuelos de la Nada y Charly García, se presentó el legendario bluesman británico John Mayall acompañado por dos tremendos violeros: Coco Montoya y Walter Trout. Fue la llegada del blues a un gran estadio porteño.

- En diciembre de 1991, B.B. King volvió al país -se presentó en el Luna Park y fue teloneado por Durazno de Gala- y esta vez conquistó al público porteño. Su presencia abrió la puerta a una década de grandes recitales de blues que tuvo como visitas ilustres a Albert King, Albert Collins, Taj Mahal, Buddy Guy, Jimmy Rogers, James Cotton, Honeboy Edwards y Magic Slim, entre otros.

- El 10 de agosto de 1993, meses después del lanzamiento de su disco emblemático Blues local y de haber tocado con B.B. King en el estadio Obras, durante la tercera visita del Rey a la Argentina, Pappo acarició el cielo con las manos: se fue de gira a los Estados Unidos y se presentó en el mítico Madison Square Garden de Nueva York en el Blues Summit de B.B. King junto a otras estrellas del firmamento blusero como Buddy Guy, Lonnie Brooks, Junior Wells y Koko Taylor. Luciendo un traje italiano, el Carpo deslumbró al público con sus solos.

El suceso del Samovar y el Blues Special Club, y el éxito comercial de La Mississippi y otras bandas en los noventa, la presentación de Grätzer y Memphis en el Teatro Colón, el show de Claudio Gabis en la Casa Rosada, la expansión federal del blues, las giras de artistas argentinos por el mundo, las muertes de Pappo y Adrián Otero, la creación de la Escuela de Blues, el auge de las jams y los festivales fueron otros acontecimientos que conforman la historia y la identidad del blues local.

martes, 13 de septiembre de 2016

El blues por Gonzalo Bergara


"Cuando lo conocí, Gonzalo Bergara estaba muy involucrado con la guitarra de blues y había viajado desde la Argentina a los Estados Unidos para perfeccionarse. Yo estaba tocando con mi grupo Little Charlie & The Nightcats en un club de Charlotte, Carolina del Norte, llamado The Double Door, y Gonzalo se presentó y me contó que había manejado más de mil millas desde Miami, Florida, para ver a la banda" . Charlie Baty.

Con esa carta de presentación, Gonzalo Bergara retorna con su flamante álbum al blues tras haberse consolidado como uno de los mejores guitarristas de gipsy swing del mundo. Zalo's blues es un diamante en bruto que pronto fuerte cotizará en bolsa. Si se hubiese propuesto hacerlo mejor no lo habría conseguido porque es imposible superar lo que roza la perfección. El diseño de portada tiene muchísima onda y las canciones, para las que se armó con guitarras y amplificadores de las décadas del cincuenta y sesenta, son descollantes.

Dramback, el primer tema, es un shuffle voraz en el que los solos de Bergara son el preámbulo de todo lo que vendrá después. Sigue con Drinking, un rock and roll efervescente en el que se lanza a cantar con una voz de raíz sureña que se complementa con sus poderosos riffs. Singing my song es una balada que por momentos recuerda a los Black Crowes en su mejor momento. You don't have to go, de Jimmy Reed, es el único cover del álbum, y la interpretación es crudísima: Bergara canta desde las vísceras y raspa las seis cuerdas con mucha intensidad. Dirty socks es un instrumental muy corto, de menos de dos minutos, en el que mete unos solos vaughanescos sobre una base contundente. En Gonna go le imprime un toque Nashville mientras canta que se va sin saber a dónde llegará.

No more tiene la impronta del rock and roll clásico de los cincuenta pero adaptada para el sonido actual. Woosh y Levi son dos instrumentales geniales: en el primero desempolva todo el swing que tiene guardado mientras que con el segundo podría animar cualquier juke joint de este a oeste y de norte a sur. Inés comienza con unos suaves acordes acústicos hasta que se pliega la sección rítmica y luego se despacha con unos solos nostálgicos. En todos estos temas, que fueron grabados en los estudios porteños de Ion y El Pie contó con el notable respaldo de Mariano D'Andrea en bajo y Maximiliano Bergara, con quienes conformó un trío sin fisuras y con un ritmo desbordante.

El álbum cierra con Won't stay with you, una hermosa canción acústica que interpreta en solitario y sobresale por su onda campestre, su exquisita melodía y una interpretación vocal conmovedora. Pero además, en medio de esos tracks, esta la poderosa Been runnin', la única que grabó en Los Ángeles acompañado por Vince Bilbro en bajo y Michael Partlow en batería.

Zalo's blues confirma lo que Charlie Baty opina de Gonzalo Bergara: "Es uno de los guitarristas más talentosos del universo".


lunes, 5 de septiembre de 2016

Blues para Edy

Fotos Edy Rodríguez
Una vez más, como tantas otras, Edy cumplió con su labor. Se ubicó debajo del escenario, buscó el mejor ángulo y apuntó el lente de su Nikon a quién estuviera tocando en ese momento. La única diferencia, esta vez, fue que no se trataba de un show internacional más o la presentación del disco de algún artista local, sino de un evento solidario para acompañarlo en este difícil momento que está atravesando. Edy tiene cáncer y la está peleando. Es una pelea dura, desigual. Es David contra Goliat.

La idea surgió del Pollo Zungri o de Riqui Muñoz. Tal vez fue de Laura Lagna Fietta. O quizás se les ocurrió a todos en simultáneo: organizar un evento solidario para recaudar fondos para que Edy pueda afrontar el costoso tratamiento médico. En apenas dos semanas se consiguió el lugar, el Teatro del Viejo Mercado, en el Abasto, y decenas de músicos se anotaron para participar. La convocatoria se hizo a través de las redes sociales y la sala se llenó. El resto fue puro blues, blues para Edy.

El blues paga mal cantan los Easy Babies... Edy Rodríguez eso lo sabe bien. Sacó tantas fotos en shows de blues que si le hubieran pagado un peso por cada una de ellas hoy sería millonario. Pero eso nunca lo frenó. A pesar de ello es un tipo solidario que no tiene problemas en compartir sus fotos con otros que, como él, nos dedicamos a la difundir el blues de manera independiente. Anoche, cada uno de los asistentes pagó 100 pesos, otros dejaron discos a la venta y todo lo recaudado fue para Edy. Se juntó una buena cantidad y eso es bueno. Pero lo más importante para Edy fue sentirse contenido, acompañado y hasta homenajeado. Eso tiene un valor muchísimo más importante que el dinero. La foca, como le dicen, lo sabe mejor que nadie.

Por el escenario pasaron tantos músicos que es difícil recordarlos a todos. Abrió Riqui Muñoz y fueron subiendo Rulo García, Pablo Martinotti, Fabián Yajid, Hugo Mangieri, Benjamín Aquino, el Tano de Lío, Nandu Tecla, Víctor Hamudis, Sandra Vázquez, Marcelo Marín, Perro Gorosito, Natalia Ciel, Emma Laura Pardo, Diego Czainik, Fernando Couto, Eduardo Muñoz y Xim Monzón. Claudio Kleiman, amigo entrañable de Edy y ex compañero de redacción en El Expreso Imaginario, hizo su aporte en escena con una estrato negra. La diosa del blues local, Cristina Dall, y el legendario Napo, del Samovar de Rasputín, también se subieron a tocar. Y Daniel Raffo engalanó la noche con su fino toque blusero.

Un hecho más que trascendente fue el reencuentro del Ruso Beiserman y Rubén "King" Alfano, quienes interpretaron una emotiva versión de Ya no me toques, de Memphis, en la que el Ruso cantó como si se le fuera la vida en ello. El cierre estuvo a cargo de Ricardo Tapia con una canción que más que elocuente: Blues de un domingo lluvioso. Hubo muchos más músicos -Nico Smoljan, Guido Venegoni, Marcos Lenn, Gabriel Cabiaglia- que no subieron a tocar pero que fueron para darle un abrazo a Edy. Un detalle que resume el evento fue que Jorge Ramos, uno de los dueños del Balcón de Blues, que queda muy cerca del teatro y abre todos los domingos, esta vez decidió no hacerlo para no dispersar al público y estar con Edy en su noche.

No es ningún secreto que en el ambiente del blues hay mucha competencia, disputas de cartel, corazones rotos y diferencias insalvables entre muchos músicos, pero esta vez todo eso quedó atrás, todo por Edy... todos por Edy.