lunes, 12 de octubre de 2009

Guiados

Por Mariano Valdivieso

Sería extremadamente poco original si dijera que el Guiado Sol 2004 que tomamos con Martín y Fero el viernes por la noches es "cosa seria". Pero en este caso sé que no tengo aspiraciones a ganar ningún premio, así que no me importa: El Guiado Sol 2004 es cosa seria. Sobre todo porque ahora que no tomo vino tan seguido y "tan de arriba" como antes, no es habitual que me cruce con un assemblage; que no es sino una simpática palabrita en francés que suele utilizarse para decir que tal o cual vino es una mezcla de dos uvas, en este caso Cabernet Sauvignon y Syrah.

Pero volvamos al encuentro, al viernes a la noche. La noche estaba ciertamente en pañales, pero por alguna extraña sinrazón necesitaba que mi boca fuera un túnel inexplorado para este Guiado oscuro, pesado y robusto. Así que siendo poco cortés le pedí al anfitrión del encuentro que le diera marcha al vino. Así fue: volcamos el caldo dulcemente en un decanter; que no es sino otra simpática palabrita inglesa que suele referir a una especie de florero árabe del Siglo VI que en la actualidad se hace con cristal y suele utilizarse para que tal o cual vino de añosa procedencia descanse y libere sus aromas con un poco más de holgadez que en la botella.

Imaginen: la fuerza y la robustez que suele tener el cabernet había sido declarada apta por el enólogo de este Guiado Sol 2004 de bodega Chandon para mezclarse con la carnosidad que acostumbra tener el syrah. Digamos también que las vides de donde provienen estas uvas tienen más de un siglo de vida. Ahí sin dudas hay árboles que tienen experiencia, característica bien recibida por la bodega, que suma millones gracias al timing natural de la vid, ya acostumbrada a dar en tiempo y forma una uva sublime y perfecta, justa y precisa, tan sutil y fuerte a la vez. Se da entonces la paradoja de la naturaleza, donde el tiempo le hace al vino todo lo que no le hace al hombre. Y ahora estamos nosotros frente a las copas rebalsadas de oscuro sabor, prestos a vengarnos de semejante injusticia.

Como un cuento de principiante, llego al final sin sorpresa: al vino lo bebimos todo. Y sólo porque el anfitrión supo detenerme a tiempo, le dejamos al retrasado Fernando la porción que le correspondía antes de pasar a otra cosa, de menor calidad, de menor hidalguía. Fue una noche genial entre queso de cabra y vino delirante. Y fuimos nosotros, delirantes hombres sin destino, los que seguimos el camino de este vino que vino Guiado, y se fue perdido.

2 comentarios:

Daniel López Roca-Boggiatto dijo...

Guiado? un desparú

Grace Pousá dijo...

que ganas de probar al muy perdido Guiado !!!!