sábado, 7 de diciembre de 2019

Soul brothers


Igor Prado y Raphael Wressnig se conocieron hace unos años en un festival de soul en Italia gracias a Sax Gordon. Desde entonces desarrollaron una hermandad musical que los llevó por distintas partes del mundo y también a grabar un disco juntos.

Si bien Raphael, oriundo de la ciudad austríaca de Graz, había estado media docena de veces en Brasil, no había tenido la oportunidad de venir a la Argentina, algo que se concretó esta semana gracias al esfuerzo de Julio Fabiani y Federico Álvarez.

El viernes por la noche, el tecladista y el guitarrista brasileño dieron un show apasionante en La Usina del Arte acompañados por Homero Tolosa en batería y Álvarez en saxo. Durante una hora y media desplegaron un repertorio de funk, soul y blues oscilando entre el sonido de Memphis y el de Nueva Orleans.

Los Soul Brothers, como les gusta llamarse, son un claro ejemplo de la universalización del blues y sus estilos derivados. Pregonan la música negra por el mundo con mucho respeto y un talento descomunal. Lo de La Usina fue más que interesante porque nos encontramos con seleccionado internacional en un nivel superlativo. Igor no es solo un guitarrista fantástico, sino que también es un soberbio cantante y un muy buen showman. Raphael genera un groove irresistible mientras marca los bajos desde los teclados. Y los músicos argentinos estuvieron a la altura de las circunstancias.

Comenzaron con un shuffle, para entrar en calor, y luego se despacharon con Your gonna have a murder on your hands en la que Igor dejó el escenario y bajó a tocar entre el público y dejar que algunas personas rasgaran las cuerdas de su strato. Después se volcaron a un repertorio con mayoría de canciones del guitarrista zurdo, aunque también interpretaron Mustard Green, de Raphael, y algunos covers como Hey Pocky A-Way, un himno de Nueva Orleans que los Meters grabaron en 1974; o Simpli beautiful, de Al Green, en el que se sumaron Florencia Andrada para cantar a dúo con Igor y a Julio Fabiani para aportar su toque en guitarra, algo que volvieron a repetir con Signed, sealed, delivered, I'm yours, de Stevie Wonder.

El vínculo que une a estos dos músicos, de orígenes tan distintos, no es sólo musical: se nota que la hermandad entre ambos va mucho más allá del ritmo, con el que que logran contagiar a músicos y espectadores de distintas partes del mundo.


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