“Bienvenidos a nuestro living de viernes por la noche”, dijo Carter con voz calma antes de empezar el show. Acompañado por el gran Russell Malone en guitarra y Donald Vega en piano, comenzó con Parade, un tema que compuso en 1979. Luego le tiró flores a Malone -dijo que era un guitarrista que estaba a la altura de históricos como Wes Montgomery y Benson- antes de versionar Candle light, un tema compuesto por otro monstruo de la guitarra como Jim Hall.
El público del jazz en la Argentina, especialmente en Buenos Aires, es muy nutrido y le gusta gastar en música. Eso lo aprendí hace muchos años cuando atendía los sábados la disquería Minton’s, por aquel entonces en la galería Río de la Plata, en Belgrano, y los coleccionistas se llevaban de a diez discos por semana. Así que era obvio que el teatro iba a estar lleno para una gala como esta. Lo que siempre me gustó del público jazzero es que mientras la banda está tocando guarda un silencio respetuoso y profundo, casi sepulcral, y cuando el tema termina estalla en una ovación fenomenal. Ese contraste es maravilloso y ayer se vivió así.
Una hora y media duró el concierto. Un par de temas más no hubieran venido para nada mal. De todas maneras, cuando terminó me sentí tan bien y relajado, casi en modo zen, que sólo quería llegar a casa rápido para poner uno de sus discos y seguir disfrutando. El sabor de este Ron añejo perduró toda la noche y sigue hoy también.
1 comentario:
Me gusto....me dejo una sensacion similar a lo que relatas.
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