martes, 24 de septiembre de 2019

Todo por el blues


No tuve techo y me endeudé / vendí mis besos para comer / dejé mi casa, mi gente, mi lugar / por eso ahora qué me vas a explicar / aunque ahora tengo que trabajar / estoy casado y no fumo más / hay algo que no entiendes tú / todo lo hago por los blues.

Flavio Rigatozzo y Martín Merino se fueron a Barcelona hace 20 años con un par de bolsos con poca ropa y sus instrumentos. Empezaron tocando en la calle para juntar unas monedas para comer y pagarse la pensión. Hoy, son dos referentes de la escena del blues en esa ciudad. Consolidarse en el extranjero fue un largo y duro camino que lograron gracias a una combinación de sacrificio y talento. Hace unos meses, Martín Merino vino a Buenos Aires para visitar a su familia y dar algunos shows, ahora fue el turno de Tota de reencontrarse con su gente.

Tota se presentó en el Conventillo Cultural Abasto el domingo a la noche acompañado por los Easy Babies. Fue un show breve, en un impasse de la jam de Blues en Movimiento, pero contundente y muy emotivo. Tota interpretó algunos clásicos del blues y temas propios compuestos en español.

Insatisfacción Total, el disco que Tota Blues, editó en 2007 es una especie de pre álbum de Easy Babies. Más allá de que Mauro Diana y Roberto Porzio participaron en el álbum, las canciones en español sentaron la base de lo que después hicieron en El Blues Paga Mal y Tipos Raros. Eso confluyó sobre el escenario del Conventillo. Tras la presentación a cargo de Nacho Ladisa, Tota y los Easy Babies salieron con toda la fuerza del blues. Con Homero Tolosa en batería y Federico Verteramo en guitarra, más la colaboración de Anahí Fabiani en teclados, el grupo comenzó con el tema de Snooky Pryor, Keyhole in your door. Tota cantó con ganas y sopló su armónica con vigor desde el minuto cero. Siguió con Worried life blues, donde dejó que las guitarras de Porzio y Verteramo se entremezclaran con el sonido de su armónica. Tota no es un armoniquista estático y tímido. Por el contrario, es un frontman integral que acompaña sus solos con mucho movimiento. Se nota que extrae sonidos desde sus entrañas y cuando canta se compenetra a tal punto que se le hinchan las venas del cuello. Entre tema y tema, dialoga con el público: cuenta alguna anécdota de la canción que está por interpretar o traduce parte de la letra.

La versión de When I get drunk, de Carey Bell, fue demoledora y luego volvió al mundo de Snooky Pryor con Shake my hand, antes de cambiar el chip para cantar en castellano. Tota explicó que en Barcelona el blues en español no mueve al público y por eso, desde hace varios años, compone en inglés. Pero como se trataba de una noche de festejo, el Tota’s Day, como dijo Nacho Ladisa, volvió sobre algunos temas de su época de Insatisfacción Total. Primero arremetió con Vos dijiste que me amabas y luego con Todo lo hice por los blues. Para la última parte, Tota invitó al escenario a Ignacio “Mostaza” Merel, primer guitarrista y cofundador de Tota Blues junto a Martín Merino en aquellos años del Blues Special. El cierre fue con Hard to make a living y Messin’ with the kid, temas con los que demostró algunos trucos con la armónica muy efectivos.

Después de verlo en vivo uno se da cuenta que no hay imposturas en Tota. Todo fluye con naturalidad y pasión. El peso del exilio, donde empezó de cero, lo marcó a fuego y eso se traduce en sus actuaciones. Y sí alguno se pregunta por qué, la respuesta es: todo lo hace por los blues.

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