Otra vez, como en sus dos visitas anteriores, Cain estuvo acompañado por Nasta Súper, una banda hecha a su medida. Rafael Nasta, en guitarra, y Walter Galeazzi, en teclados, alternaron algunos solos con Cain y lo sguieron con una justeza sagrada. Lo de Mauro Ceriello y Gabriel Cabiaglia, en bajo y batrería respectivamente, fue muy adecuado y de alta precisión. Todo sonó a la perfección, más allá que desde el escenario advirtieran una falta de retorno. Eso, desde el lado del público ni se notó.
Nasta y compañía comenzaron con dos instrumentales antes de darle la bienvenida al hombre de la noche. Primero fue Coming home baby, de Herbie Mann, y luego Okie dokie stomp, de Clarence “Gatemouth” Brown. El escenario ya estaba lo suficientemente caliente cuando Chris Cain entró abrazado a su Gibson 335. Entonces la banda lanzó un shuffle furibundo, Good evening baby, y Cain entró en calor enseguida. “Es bueno estar acá. Es como volver a casa. Me hace llorar. Ustedes son mi familia”, dijo muy emocionado en inglés.
Mariano Cardozo y Fisu subieron al escenario con sus saxos para I’ll play the blues for you, que Cain cantó con una fuerza apabullante y luego bajó los decibeles para un slow blues tremendo, tal vez uno de los mejores que se hayan tocado en La Trastienda en los últimos años: Ain’t nobody’s business If I do. Volvió al funk con Helping hand y cerró, de nuevo con los saxos en escena, con Kansas City. Pero todavía faltaba algo más: mientras el público se amontonaba al pie el escenario para saludarlo y sacarle fotos, él se sentó al piano y le dedicó una canción a Ray Charles e interpretó Golden slumbers, de los Beatles. Ya eran casi las 2.30 cuando la gente le pidió una más y el tomó su guitarra y, otra vez solo, hizo I'm going through a love detox, de su magistral álbum Cuttin’ loose, de 1990.
La actuación de Chris Cain había tenido una recepción especial: el show de apertura de Darío Soto & Soulville. En su debut en La Trastienda, la banda encadenó con mucho fervor cuatro temas: It’s my life baby, de Bobby Bland; Easy baby, de Magic Sam; I die a little each day, de Otis Clay; e Isn’t she lovely, de Stevie Wonder. Como siempre, Soulville mostró que es una banda repleta de soul y cargada de ganas. Juan Manuel Torres hizo un par de solos magníficos, que le valieron una notable ovación.
La noche mágica de Chris Cain se nos escurrió entre las manos. Fue tan intensa y agradable que ahora parece que duró casi nada. Lo bueno es que de boca del propio Cain y también de la productora Baires Blues se escuchó el anticipo de que el año que viene, para esta misma época, el maestro volverá a la que ya considera su casa.
11 comentarios:
Excelente!
Tremendo Show!
Perro
Impecable reseña Martín
Impecable reseña Martín
Buenisima Martin! gracias
Muy buena reseña , como siempre, lo que vivimos anoche , fue algo que sera dificil que olvidemos. Gracias, por todo. Un abrazo. MC
En Chris Cain estan reencarnados Albert King. Albert Collins, Freddy King, Otis Rush y todos los grandes de la guitarra blusera. Un mounstruo, un genio. Fernando
terrible chow!!!
Magico lo de Chris, Pasamos de la euforia de temas Como good evening baby, helping hand, O lo emocionante y hasta las lagrimas con la maravillosa version de Idle Moments de chris, y rafa que mando un solo ENORME! tambien.
Cuanto talento y emocion !!!
el show que vivimos en la trastienda no se compara con nada .
Gracias cain por venir a la argentina !!
Que show el de Cris Cain ! como sonó la banda , la verdad uno de los mejores shows que viví
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