sábado, 11 de mayo de 2019

Blues mama


Probablemente J.J. Thames haya batido un record en cuanto a visitas de artistas de blues: es la tercera vez que viene a la Argentina en un año. Debutó en mayo del año pasado, volvió en noviembre y ayer comenzó una nueva gira con un poderoso show en el Be Bop Club, en el barrio de San Telmo. La cantante oriunda de Detroit, pero que lleva en la sangre las aguas barrosas del Mississippi, desplegó la potencia vocal que la caracteriza respaldada por la prestancia rítmica de El Club del Jump.

J.J. Thames no pasa desapercibida. Es una mujer voluptuosa y con un peinado frondoso. Aparece en escena con una remera que dice: “Everyday we have the blues”, su manifiesto, mientras la banda a cargo de Martín Burguez, esta vez con Martín “Cipi” Cipolla al bajo, termina un shuffle introductorio. Y en cuanto ella abre la boca ya no queda espacio para nada más. Por momentos deja entrever que Tina Turner es su máxima influencia y que tiene tanto o más blues que sangre en las venas.

A diferencia de otras big mamas, J.J. Thames muestra bastante de un repertorio propio. La mayoría de sus canciones hablan de una relación que terminó mal y de como ella finalmente dejó a su pareja (I’m leaving you es la más elocuente). Entre tema y tema, con dotes actorales, relata los pormenores de aquél romance frustrado. “Antes estaba casada y era infeliz. Ahora estoy sola y soy muy feliz”, dice.

El show, que se divide en dos sets, da lugar también para algunos covers. El primero es Boom boom, de John Lee Hooker, en el que muestra un registro vocal arrollador y le da lugar a Alberto Burguez para que se despache con un voraz solo de hammond. Cierra la primera parte con The thrill is gone, que se lo dedica a B.B. King. “Él fue un hombre maravilloso y muy generoso. Me ayudó mucho en mi carrera al igual que a Kingfish”, dice en referencia a Christone “Kingfish” Ingram, la joven promesa del blues que acaba de lanzar su álbum debut por Alligator. Y en la segunda parte, para terminar, canta una conmovedora versión de I’d rather go blind. Tras la ovación del público vuelve a escena para un bis candente con Wang dang doodle.

La banda, que ya la conoce de sus visitas anteriores, se muestra solvente y cada vez que puede Martín Burguez intercede con unos solos bien punzantes. Es el valor agregado a una gran cantante que lleva adelante su performance con toda su alma, que fluye a través de su poderosa voz.

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