miércoles, 13 de marzo de 2019

En el nombre de Leo "Bud" Welch


Leo “Bud” Welch dedicó la última sesión de su vida a tocar con músicos jóvenes para mostrar una nueva cara de la vieja música y reforzar la idea que el blues y el góspel son estilos dinámicos y evolutivos. El resultado, dos años después, es un disco revelador donde la música de raíces alcanza una nueva dimensión.

The angels in Heaven done signed my name fue grabado en vivo en una toma y tiene apenas algunos overdubs, reveló el productor y músico Dan Auberbach, de los Black Keys. “En todas las canciones hay al menos tres personas tocando en vivo”, aseguró. Además de Leo en voz y guitarra, Auberbach intercaló bajo y guitarra, y Richard Swift se hizo cargo de la batería. También participaron en algunos temas Leon Michels en hammond B3 y Dave Rose en bajo.

Las canciones revelan su vida dura y también la gratitud y el compromiso hacia Dios con el que vivió. Su música combina el sonido más crudo del Hill country blues con el sentimiento del góspel. A eso, que es la expresión más genuina de la música negra, hay que sumarle la perspectiva de una nueva generación de músicos, un groove hipnótico y denso encarnado por Auberbach, que creció escuchando a Junior Kimbrough, R.L. Burnside o Fred McDowell.

Leo murió a los 85 años -el 19 de diciembre de 2017- y se había hecho conocido poco antes. De hecho, grabó por primera vez en 2014 (Sabougla voices / Fat Possum Records) con lo cual fue una verdadera sorpresa su tardía aparición en escena. El lanzamiento de su segundo disco (I don't prefer no blues/Fat Possum) generó además una especie de reverdecer del sonido del hill country blues y ahora este disco póstumo llega justo a tiempo para erigirlo en leyenda.

La voz de Leo es como una plegaria en medio de un humoso juke joint. Su guitarra, cruda y descarnada, se entrelaza con el ritmo salvaje de la banda en un loop voraz. Leo “Bud” Welch encarna el legado del Delta y también su reconversión. Basta escuchar Don't let the devil ride para comprender como un viejo bluesman puede sonar completamente actual sin perder su esencia ni traicionar a sus antepasados. Ese tema es la pieza más acabada de todo el álbum, una verdadera joya que desafía al tiempo como el DeLorean. La intepretación de Jesus in the mainline es otra transformación extraordinaria, que rompe barreras temporales y tiende lazos rítmicos entre distintas generaciones con una vuelta de tuerca a la melodía. I come to praise my name es posiblemente el tema más Black Keys de todos y Leo no suena para nada fuera de lugar, al contrario, pese a que atravesaba los últimos meses de su vida, suena vital y muy a gusto.

La muerte de Leo no fue la única tras la grabación del álbum. También falleció el baterista Richard Swift. “Fue una experiencia extraña, amarga y dulce y a la vez, la de escuchar lo que habíamos grabado con ellos con tanta diversión. Yo nunca había vivido algo así, más tratándose de la grabación de un álbum religioso”, contó Auberbach a AllMusic.

The angels in Heaven done signed my name es un disco que rompe con todos los prejuicios. Leo “Bud” Welch dejó su testamento en manos de Dan Auberbach y no de un grupo minúsculo de puristas recalcitrantes. Su último aporte en vida fue estimular los caminos de la preservación de la música de raíces dejando de lado toda postura sectaria. Es por ahí.


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