sábado, 3 de noviembre de 2018

Vivir rápido, morir joven


“Cuando piensa en los malvaviscos, piensa también en Johnny Ace. En su voz melosa, que endulzaba los ojos de las mujeres. ‘Eres pegajoso como un malvavisco’, le decía a veces Willie. Él reía como un niño travieso. Lo que era, en realidad. Un niño-hombre entonces, que ahora sería un hombre-niño”. 

                                                                                              Una chica sin suerte, de Noemí Sabugal. 

Pese a su breve carrera, Johnny Ace fue uno de los cantantes más importantes de la década del cincuenta. Un músico con aire juvenil que destilaba ternura y cautivaba principalmente al público femenino. Su temprana y trágica muerte fue un cimbronazo por aquél entonces y con el tiempo su nombre se diluyó en la historia de la música popular. Pero su legado musical está ahí, intacto, listo para ser redescubierto.

John Marshall Alexander Jr. fue otro de los hijos prodigios de Memphis. Podría haber llegado a tener el estatus de Bobby “Blue” Bland si aquella noche en el City Auditorium de Houston, Texas, no hubiera tenido ese pequeño revólver calibre 22 a mano. Pero ese es el final de la historia. Antes dejó su marca en Beale Street, cuando la mítica calle era el epicentro de la música popular en el sur de los Estados Unidos. Primero se destacó como pianista de la banda de Adolph Duncan, luego como cantante del grupo que integraba B.B. King y también como frontman de los Beale Streeters, y hasta fue DJ en la radio WDIA, la misma en la que se destacaron B.B. y Rufus Thomas.

En 1952, lanzó su carrera solista bajo el nombre artístico de Johnny Ace y firmó con el sello Duke. Su primer single, My song, llegó al número uno del chart de R&B y se mantuvo durante varias semanas. Fue más o menos por esa época cuando Don Robey, dueño de Peacock Records, absorbió Duke y eso les dio mayor exposición a sus artistas afuera de Memphis. Johnny Ace tenía un futuro brillante por delante, era uno de los talentos más prometedores, y Robey lo supo ver. En los dos años siguientes grabó un hit detrás de otro: Cross my heart, The clock, Saving my love for you y Never let me go.

Los éxitos llevaron a Ace a giras agotadoras, con shows casi todas las noches, trasegando litros y litros de alcohol casi sin descanso, mientras alentaba su peligroso hobby de disparar a los carteles en la ruta.

El 25 de diciembre de 1954, Peacock Records realizó un festival navideño en el City Auditorium de Houston bajo el nombre de “Negro Christmas Dance”. El cartel tenía como protagonistas a B.B. King, Johnny Otis, Willie Mae “Big Mama” Thornton y Johnny Ace. Eran las 11 de la noche y miles de fans esperaban que saliera para la segunda parte de su show. Pero un dolor de muelas lo aquejaba y trataba de aliviarlo con vodka. Estaba en el camarín, de mal humor, junto a su novia, Olivia Gibbs. También los acompañaban una amiga de la joven, Big Mama Thornton y el músico Joe Hammond. Ace ya estaba pasado cuando empezó a jugar con la pistola. Los que lo acompañaban se pusieron nerviosos porque les apuntaba y bromeaba. Ace decía que tenía una sola bala y que no estaba en la recámara. Big Mama le arrebató el arma, pero Johnny la recuperó y siguió gatillando. Le apuntó a Hammond y éste lo increpó: “¿Por qué no te apuntas a ti mismo?”. Y Johnny lo hizo. Sus últimas palabras fueron: “Miren, les mostraré que no se dispara”.

El proyectil entró por la sien y se alojó en su cerebro. Ace murió en el acto y su novia se salvó de milagro. Si el arma hubiera sido de un calibre mayor probablemente ella también habría corrido la misma suerte porque él la tenía sujetada con su otro brazo. Big Mama salió gritando histérica del camarín, pero el público no escuchó nada porque se estaba deleitando con Johnny Otis y su orquesta. Al día siguiente, los medios informaron que Johnny Ace se había matado jugando a la ruleta rusa. Si bien eso fue desmentido por todos los testigos directos del hecho, hoy todavía aparecen artículos en los que sostienen esa versión. Pocos días después de su muerte, Don Robey lanzó el single póstumo que llevaba el tema Pledging my love en el lado A y No money en el B. Pledging my love, que Ace grabó con la orquesta de Johnny Otis, se convirtió en un verdadero éxito en 1955.

Como una estrella de rock, Johnny Ace vivió rápido y murió joven. Su música hoy sobrevive en algunas compilaciones, especialmente uno que se llama Memorial Album, que condensa lo mejor de su repertorio y rescata la figura de un artista que nunca debería extinguirse.

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