domingo, 18 de diciembre de 2016

Las lecciones de un hombre sencillo


Anson Funderburgh aparece en escena con su strato color crema colgando de sus hombros y se ubica a un costado del escenario, entre el hammond de Nandu Tecla y el corpulento Mauro Ceriello. La banda ya está inmersa en los primeros acordes del shuffle Hula Hoop mientras que el público estalla en un aplauso cerrado e intenso. Darío Soto, el cantante, lo presenta y Anson apenas hace un gesto con la cabeza. El primer solo se lo cede a Tavo Doreste que golpea su piano casi con sorpresa. Luego deja que Pablo Martinotti ataque las cuerdas de su Telecaster. Ahora, cuando todos esperan su entrada, Anson le da el pase a Nandu Tecla. Recién cuando este termina su vuelta Anson acomoda su guitarra, se toma un segundo y mete un solo tan propio que nadie tiene dudas de su autenticidad. Su primera lección: sencillez arriba del escenario.

El guitarrista texano no cambiará su actitud en toda la noche. No hará movimientos ampulosos y apenas dará un paso al frente en algún solo. Recién al final dirá unas pocas palabras de agradecimiento en inglés que se perderán entre la ovación del publico que copa la sala del Teatro del Viejo Mercado. Tanto antes de comenzar como al final del show, Anson saludará y se sacara fotos con todos los que se le acerquen. También aceptará un cambio de bajista en plena faena musical y el Perro Gorosito, tras un afectuoso abrazo con el maestro, marcara el ritmo en dos clásicos del blues como Look over yonders wall y All your love (I miss living). La segunda lección del maestro: modestia y calidez.

El repertorio elegido por Anson varía entre temas más souleados, shuffle y blues. El comienzo es bien arriba con Darío Soto cantando Something you got y Tina Ni Na Nu y luego bajan unos decibles para una noble versión de The sun is shining. Hasta ahí la banda suena compacta y bien ensamblada, capitaneada desde la batería por el implacable Víctor Hamudis. Cuando están por empezar Love her with a feeling, tal vez por nervios, ansiedad o por no haber tenido ni un solo ensayo previo, hay un pifie que desacomoda todo y se detienen. “Vamos de nuevo”, dice Darío Soto y empiezan otra vez. Anson no se fastidia y se pliega al nuevo arranque. La tercera lección: tolerancia y comprensión.

En la previa, detrás de escena, Anson cuenta que desde hace un tiempo sufre de artrosis en sus manos que no le permite tocar con el ritmo y la fluidez de antes. Y bromea: “Con los excelentes guitarristas que hay acá no se para qué me trajeron”. Luego, en medio del show, invita al escenario a Santiago “Rulo” García para un duelo de guitarras con Blues leave me alone, de Jimmy Rogers. Uno con su ADN texano y el otro con su bagaje de country y su técnica del “lap style” se baten en un duelo de cortesía, pasión y talento. Pero eso no es todo. Anson se entera de que en la sala está Gonzalo Bergara, a quien conoce y respeta por su trayectoria en los Estados Unidos, e insiste en que también se suba. Bergara apura el paso entre las mesas y juntos interpretan Understand, de B.B. King, y She knock’s me out. La cuarta lección: camaradería y respeto.

Anson es paciente para empezar un solo. No se apura, no muestra desesperación. Se toma el segundo necesario antes de largarse. Las notas son austeras pero cargadas de un profundo sentimiento. Su tono es impecable. Escucharlo es como revivir esos viejos discos de los Rockets con Sam Myers que tanto gastamos en los noventa. La última lección del maestro es una suma de todas las anteriores y la entienden todos los guitarristas que están viéndolo: desde los más experimentados como Daniel Raffo y el Negro Alfano, los de la generación intermedia como Rafa Nasta y Matías Cipilliano, o los más jóvenes como María Heer y Daniel DeVita.

El gran show del hombre sencillo fue una excelente lección de lo que un guitarrista de blues debe hacer arriba de un escenario.

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Poco antes de que Anson Funderburgh y Con Alma de Blues Band hicieran la suyo, Diego Czainik y Fernando Couto interpretaron algo más de media docena de clásicos del blues en formato acústico. Dimples, It hurts me too, Dust my broom, Roll 'em Pete, I just want to make love to you fueron algunos de los temas elegidos por el dúo que, con buen pulso y mucho carisma, entretuvo a un público que estaba ansioso por lo que estaba por venir. Lo más destacado fueron los coros de Couto que, sin micrófono respaldó muy bien la tremenda voz de Czainik. El bonus track fue el Black rat swing de Memphis Minnie que tocaron junto a Rulo García.

2 comentarios:

Salvatore dijo...

La verdad que ir a Buenos Aires a verlos a todos, fue un verdadero placer.
Una noche para no olvidar, sólo espero que se repita, porque ver a esta banda, es un deleite. Y si hay alguien como Anson, ni he digo!!

Pablo Martinotti dijo...

muy buena crónica Martin! gracias por venir! abrazo