Fotos Télam |
Y Hugh Laurie cumplió con sus fans. Apareció en el escenario y arrancó gritos histéricos de una intensa platea femenina. Se paró frente al micrófono y comenzó a hacer una mímica mientras se escuchaba la voz del doblaje en español original de la serie. Aplausos y más aplausos. “Es verdad soy un idiota inglés y no hablo español”, fueron sus primeras palabras. Y luego, ya en su idioma, dijo: “Vamos a tocar unas canciones y tengo a la mejor banda del mundo, así que escúchenlos a ellos y mírenme a mí”, bromeó.
Entonces Vincent Henry empezó a soplar en su armónica las primeras notas de Mellow down easy, un clásico que Willie Dixon compuso para Little Walter. Esa fue la primera sorpresa de la noche, aunque tal vez la mayoría de la gente, que copó hasta el último rincón del Luna Park, ni reparó en ese detalle. Hugh Laurie es muy carismático, canta y toca el piano muy bien y baila con naturalidad, todos requisitos que un artista de primera línea debe cumplir. Para el segundo tema, Laurie se sentó al piano, en el que estaban las banderas de Argentina, Gran Bretaña, Canadá y EE UU, y lanzó la intro de St. James Infirmary, “una canción que cruzó el océano cientos de veces”, dijo.
El escenario estaba cálidamente ambientado como si fuera el living de una casa. A él se lo vio muy cómodo tanto para cantar Crazy arms, un viejo tema country de Ray Price, como para hacer bromas ante sus histéricas fans, o para relatar breves historias -como un storyteller moderno- de cada una de las canciones. Así, contó como Leadbelly fue indultado por el gobernador de Louisiana por sus hermosas composiciones, o como Mahalia Jackson cantaba góspel y hasta se dio lujo de recomendar a todos que busquen discos de J.B. Lenoir, “un verdadero genio que se murió muy joven”, explicó.
Hizo varios temas de su disco Let them talk: You don’t know my mind, Battle of Jericho, Buddy Bolden’s blues, Winin’ boy blues y The whale has swallowed me. Pero también interpretó algunas que nadie esperaba como Unchain my heart, de Ray Charles; Yeh yeh, el tema que Georgie Fame llevó a la cima de los charts en 1965; o los clásicos Junco partner y Careless love.
Además de Vincent Henry, que también se lució con los saxos y el clarinete, la otra pieza clave de la formación es Kevin Breit, un verdadero maestro con la guitarra eléctrica, la acústica y el banjo. Si quieren escuchar un buen disco de él les recomiendo el que grabó el año pasado junto a Harry Manx. Kevin Warren (teclados), David Piltch (contrabajo) y Jay Bellerose (batería) completan la formación de la Copper Bottom Band. Todos ellos, cuando promediaba el show, se tomaron un shot de whiskey junto a Laurie. “Lo hacemos desde la primera vez que entramos a un estudio para calentar un poco el ambiente”, contó.
El cierre del show tuvo muy buenos momentos. Laurie dedicó dos temas a dos de los pianistas más tradicionales de Nueva Orleans: Tipitina, de Professor Longhair, y Let them talk, que dio nombre a su disco, de James Booker. Y también hizo la canción que a él lo marcó de pequeño cuando tomaba sus primeras lecciones de piano, Swanee river. Para los bises volvió al escenario con una camiseta argentina (demagogia que no hacía falta) para interpretar Tanqueray, de Johnnie Johnson, y luego una extraña versión de El choclo cantada en inglés, aunque aclaró “No sé si deberíamos hacerlo, pero ya que estamos acá vamos a improvisar”. Luego subieron un par de parejas de a bailar el tango y una cantante local que cantó las últimas estrofas en español. Y eso fue todo: casi dos horas con un tipo muy entrador que no sólo se dedicó a tocar, sino que divirtió y hasta dio una clase, breve pero contundente, sobre la historia del blues.
3 comentarios:
bueno lo suyo, Sassone.
buenisimo!
Hola como muchos fanaticos de Hugh Laurie sabiamos muy bien su repertorio y de sus magnificos musicos, casi sabiamos su recital de memoria solo era verlo en Argentina para hacernos feliz!
Hugh Laurie Argentina
Carmen Porcel
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