viernes, 13 de agosto de 2010

The real deal


Hay un momento en el que cierro los ojos. Siento como la vibración del bajo hace temblar el piso. Huelo el dulce aroma del alcohol en el aire. Una voz cavernosa y profunda aúlla blues desde el núcleo mismo del alma. Imagino que estoy en un pequeño y concurrido bar de Chicago. Afuera hace tanto frío como podría hacerlo cualquier noche sin nieve en la Ciudad del Viento. La música no engaña. Es blues crudo, zapado, puro. Abro los ojos y vuelvo a ver a Lurrie Bell desatando torrentes de electricidad desde las seis cuerdas. Canta y toca como si tuviera el corazón en carne viva y, sin embargo, está feliz. Ya lo dijo él: su vida fue muy dura y el blues es su salvación.

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La semana pasada Lurrie Bell se presentó en varios programas de radio tocando la guitarra acústica. Antes de empezar el show le pregunté a Mariano Cardozo, el productor, si iba a tocar un set unplugged y me respondió: “No. Pura electricidad. Lurrie está en llamas”. Mariano tenía razón.
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Lurrie tocó diez temas en una hora y media: desde Don’t you lie to me y Honey bee hasta Got my mojo working y Messin’ with the kid. Fue un show muy intenso, con solos prolongados de Lurrie y con lugar para los punteos rockeados y con wa-wa del violero Max Valdeneu y el swing incipiente del tecladista Guillermo Raíces. La sección rítmica estuvo a cargo del “Bohemio” Rubinsztein y Gabriel Cabiaglia. Rubén Gaitán sopló su armónica en la segunda mitad del show, y Rafael Nasta y Pato Raffo subieron al escenario para el lascivo She’s nineteen years old.

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La Trastienda estaba a full. Entre el público había muchos músicos: Don Vilanova, Emilio Villanueva, Mauro Diana, Martín Luka, Nicolás Smoljan, Huguis López, entre otros. Eso habla de la importancia en el mundo del blues de este gran guitarrista, fiel representante de la tradición. Lurrie Bell es el nexo directo entre la nueva generación blusera y los grandes maestros del blues moderno como Muddy Waters, Otis Rush, Eddie Taylor y Magic Sam. Como dicen los gringos, el tipo es The real deal…

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En un momento, Lurrie se convirtió en Albert King. Alucinante versión de Crosscut saw. Su voz, sus solos… era todo Albert.

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Lurrie parece un tipo sencillo. Tiene una sonrisa amplia y afectuosa y habla muy fuerte. Cuando terminó el show se sentó a firmar autógrafos y sacarse fotos con la gente. Lo hizo durante casi una hora. Sin apuro ni cara de fastidio. El tipo acababa de descargar su vida en el escenario y siguió contentando al público. Un grande.

6 comentarios:

Marcelo Vázquez dijo...

estuvo bueno el show, aunque me pareció un poco corto. Pero el negro es un capo

Anónimo dijo...

Me lo perdí @#$%&%$@#/&

rodrigo cañas dijo...

aguante el blues de chicago

Comentame el Blog dijo...

¿Fue corto? No lo sé; logró que pierda la noción del tiempo...
Gracias por una noche inolvidable.

Alfred Lopez dijo...

Tal cual, creo que por momentos chicago se traslado a San telmo...de mas esta decir que fue lo mejor...

Baires Blues dijo...

Hola, el show duro 1 hs 40 minutos, bastante tiempo....gracias por coemntar y la buena onda.
MC