miércoles, 29 de enero de 2025

Federico Verteramo, una vida con el blues a cuestas

Federico Verteramo irrumpió en la escena del blues local en 2008 como guitarrista de una banda que dejó una huella pese a que duró poco. Los Huesos de Gato Negro grabaron un disco que nunca vio la luz, pero tres temas fueron incluidos en el compilado de Blues en Movimiento Vol. 1 en español. Por entonces, con apenas 16 años, el guitarrista llamaba la atención cada vez que se subía a un escenario. Otro músico que lo conocía bien decía de él: “Nosotros nos pasamos horas estudiando para poder hacer lo que a él le sale de manera natural”. Desde entonces corrió mucho blues bajo el puente, el niño prodigio peinó canas y, tras un par de giras por Europa antes de la pandemia, finalmente se radicó junto a su pareja, la tecladista Anita Fabiani, en el sur de Francia en 2022.

El guitarrista zurdo, que en sus inicios lo llamaban “Lefty”, acaba de sacar su tercer disco solista, el primero con mayoría de temas propios, y hace poco estuvo de visita en Buenos Aires para pasar las fiestas en familias y realizar un par de shows, uno en La Plata y el otro en CABA. En ese contexto, dialogó con Noticias Argentinas.

- ¿Cómo fue la decisión de irte a vivir a Francia y por qué?

- Entre 2014 y 2019, una vez por año, realicé giras poco más de un mes por diferentes países europeos. Fueron giras muy intensas, en camioneta, recorriendo miles de kilómetros y tocando casi todos los días, siempre blues. Esto lo hice durante las vacaciones de mi trabajo en relación de dependencia, combinando días sin goce de sueldo y cualquier otra opción que me permitiera alargar la estadía. En esos viajes conocí colegas, músicos de blues de diferentes países, muchos de los cuales vivían exclusivamente de tocar en vivo. Desde el principio vi que había una oportunidad y, a partir de 2015, empecé a prestar atención a las diferencias entre países, culturas y, lo más importante, a las estructuras del circuito para tocar en vivo. La combinación de todos estos factores me llevó a elegir Francia, el sur por su clima y su gente, la cercanía con España, y Toulouse por los colegas que ya había conocido y las oportunidades que ofrecía en particular. Si bien tomar la decisión de emigrar no fue nada fácil, y mucho menos concretarlo, tenía por primera vez la oportunidad de dedicarme exclusivamente a tocar en vivo y quería aprovecharla.

- Esos puentes que tendiste entonces te sirvieron para cuando te instalaste definitivamente…

- Sí, esto fue clave para que, al llegar a Toulouse en marzo de 2022, pudiera tener inmediatamente mi banda armada con músicos locales y una agenda de conciertos distribuida a lo largo del año. Por otro lado, durante esos años y dado que varios de mis bisabuelos eran de origen italiano, comencé a tramitar mi ciudadanía italiana, un proceso que me llevó cuatro años y que finalmente se concretó en 2019.  Desde ese momento, la idea de emigrar se volvió mucho más clara y definitiva. Como anécdota, en realidad mi pasaje era para abril de 2020, pero primero los vuelos cancelados y las fronteras cerradas por la pandemia, y luego la imposibilidad de concretar conciertos en ese período, hicieron que la mudanza se demorara dos años.


- ¿Con qué regularidad tocas, tanto en Toulouse como en el resto de las ciudades a las que vas?

- Al año en promedio realizo entre 70 y 80 shows, pero hay meses más intensos y agotadores, con hasta 15 conciertos, y otros en los que solo tengo tres. Estos shows se distribuyen entre conciertos de mi propia banda, otras formaciones estables en las que participo o giras específicas, como las que hice con artistas como (el cantante estadounidense) Tail Dragger en España en 2022 o (la armoniquista argentina) Ximena Monzón en 2023 y 2024, entre otros. La mayoría de los conciertos están distribuidos por toda Francia, y aproximadamente un 20% en otros países. Este último año hemos pasado por Austria, Alemania, Bélgica, Eslovaquia, República Checa y Países Bajos. Los viajes son parte importante del trabajo, ya que con Toulouse no alcanza para llenar la agenda o para darme la regularidad necesaria como para no necesitar salir. Creo que no hay ninguna ciudad en Europa que pueda ofrecer eso. Lo que sí cumple es con ser una ciudad de tamaño agradable para vivir, con aeropuerto y trenes y una oferta cultural interesante.

- ¿Sos tu propio agente? ¿Cómo arreglas los shows y las giras?

Sí, soy mi propio agente, y es la parte más tediosa del trabajo. Por supuesto, la independencia es algo positivo: me permite elegir los momentos más intensos de trabajo y también tomar decisiones artísticas y creativas. Sin embargo, también es una carga bastante grande que no se puede descuidar. No basta con componer un disco, grabarlo y publicarlo; hay que estar muy pendiente del calendario. En mi caso, esto implica contactar directamente a los programadores de salas de conciertos y festivales, hacerlo en el momento adecuado, ni demasiado tarde ni demasiado temprano, y lidiar con la frustración: no solo con el "no", que por supuesto es recurrente, sino aún más con la falta de respuesta. Hoy, después de tres años, por suerte el teléfono empieza a sonar también y en algunos casos, para países puntuales o regiones, cuento con agentes que se encargan de mover mis propuestas.

- ¿Podes vivir solo de la música o tenés que realizar alguna otra actividad?

- Me dedico exclusivamente a tocar en vivo, con un nivel de vida digno y estable. Debo decir que en esto influye favorablemente un sistema de estímulo, un apoyo estatal para todos los trabajadores del sector de espectáculos. Esta es una política pública francesa que lleva casi 100 años en funcionamiento y que permite, cumpliendo no pocos requisitos de formalidad que no son fáciles de alcanzar, garantizar un salario mínimo estipulado por ley. El estado está muy presente en todos los ámbitos y la cultura no es la excepción.

- ¿Cómo te recibieron los franceses siendo un argentino que toca música estadounidense?

- El recibimiento tengo que decir que fue espectacular… han sido cálidos, acogedores. Al principio lo viví con sorpresa, y hoy, al cabo de tres años, puedo confirmarlo. Desde el momento en que llegamos con Anita Fabiani, los colegas que fuimos conociendo se mostraban interesados en conocernos y saber de nosotros. Al compartir escenarios, las puertas y propuestas se multiplicaron y con el tiempo nos integraron de manera natural a su vida social, participando en reuniones, cumpleaños, y otros encuentros personales. Nunca percibí que alguien se sintiera amenazado por nuestra presencia, sino todo lo contrario, nos recibieron con los brazos abiertos y estoy muy agradecido. En cuanto a los programadores, si bien priorizan a los músicos de blues de Estados Unidos, venir de Argentina, en cierto modo, ha jugado a nuestro favor, despertando en ellos una curiosidad genuina y un sentido de lo "exótico".


- ¿Cómo fue el proceso de grabar tu nuevo disco, el primero en Europa?

En abril de 2023 comencé a escribir y trabajar en nuevas canciones, grabándolas solo en mi computadora. Cuando ya tenía 4 o 5 temas listos, en junio decidí comprometerme a hacer un disco y me forcé a reservar dos días de estudio en noviembre en Toulouse, además de asegurar la disponibilidad de los músicos (contrabajo, batería y piano/teclados) para esas fechas. Los meses fueron pasando, y la dinámica de conciertos y giras me bloqueaba la inspiración para nuevas composiciones. Se acercaba la fecha de grabación y por suerte la presión cumplió su rol y aparecieron las canciones que vinieron a completar el álbum, In My Own Time. En dos días lo grabamos en el Studio de la Manne de Toulouse, luego lo mezclamos en el Estudio Sureños en Argentina con Julio Fabiani, y finalmente lo editamos en marzo de 2024. En Francia, el disco fue muy bien recibido y reseñado en varios medios gráficos y radiales, coronando un año de trabajo muy lindo e importante a nivel simbólico. Creo en su importancia y pienso seguir haciendo discos y componiendo canciones.

- ¿Cómo encontraste la escena local ahora en tu visita a la Argentina?

- Creo que, sin importar a qué ciudad del mundo vayamos, si comparamos la escena del blues y la música en vivo de hace 10 o 15 años con la actual, es evidente que ha ido en baja: hay menos lugares para tocar, peores condiciones, menos agrupaciones activas y menos público. Buenos Aires no es la excepción. En mi caso, comparando con el período en el que estuve activo en la escena local (2007-2020), veo que hoy se están grabando y editando menos discos y hay menos formaciones estables tocando. Sin embargo, la identidad del blues en Argentina sigue siendo fuerte. A pesar de las dificultades, hay músicos que siguen apostando al género, y el público, aunque más reducido, mantiene un nivel de pasión y conocimiento que no es tan común en otros lugares.

miércoles, 1 de enero de 2025

El regreso del Rey, el día que Elvis Presley decidió quién quería ser

A finales de 1968, Elvis Presley llevaba siete años sin actuar en vivo. El ícono del rock & roll se había convertido en un producto prefabricado de Hollywood, sin rebeldía y sin emoción. Sus películas, que a comienzos de esa década habían sido exitosas, ahora se habían vuelto previsibles y aburridas, por no decir malas. Todo el mundo lo sabía. Él mismo lo sabía. Pero estaba atrapado en la telaraña comercial que había tejido su representante, el coronel Tom Parker. Entonces apareció una oportunidad: ambos acordaron grabar un especial de televisión navideño para la NBC, que sería dirigido y coproducido por Steve Binder, y eso fue el catalizador de un regreso.

Ese es el eje del documental El regreso del Rey - Declive y resurgimiento de Elvis Presley, que acaba de estrenar Netflix y cuenta con testimonios de Priscilla Presley, Bruce Springsteen, Conan O'Brien, Robbie Robertson y Billy Corgan, entre muchos otros.

El documental abarca los orígenes humildes de Elvis en Tupelo, Mississippi, su temprana pasión por la música negra -el blues y el góspel- y su irrupción en Memphis en 1954, el éxito absoluto en 1956 y el llamado a cumplir con el servicio militar en 1958, en el mejor momento de su carrera. A su regreso, Frank Sinatra le dio la bienvenida en su programa de tevé y lo devolvió al centro de la escena, pero ya no como el rebede que se había ido sino como parte de la maquinaria del show business. En 1961, brindó un concierto benéfico en Hawai que parecía marcar su vuelta a los escenarios, pero resultó ser el único. Entonces vinieron las películas y Elvis se alejó de lo que más amaba, tocar en vivo.

Pasaron siete largos años en los que el mundo cambió y la música también. Aparecieron los Beatles, los Rolling Stones y Bob Dylan, poco después Jimi Hendrix, Janis Joplin y The Doors. Elvis parecía cosa del pasado. Hasta ese 3 de diciembre de 1968.

El especial navideño de la NBC 

Steve Binder tenía bastante claro lo que quería de Elvis para ese retorno televisivo: quería producir un espectáculo excelente, con escenas dramáticas y temáticas vinculadas a las actuaciones de Elvis, algo que el Rey no le interesaba tanto. Pero pasó algo inesperado que provocó un volantazo de último momento. Binder presenció una zapada en el camarín de Elvis, con sus músicos, tocando los viejos temas que lo llevaron a la fama y algunos blues como Baby What You Want Me To Do

Entonces, Binder le propuso a Elvis realizar una sesión improvisada en vivo. Al coronel Parker no le gustó, pero Elvis, después de pensarlo bien, aceptó. A días de la grabación, invitó a dos de sus primeros compañeros de banda, Scotty Moore y D.J. Fontana, para unirse a él.

Aunque al principio se mostró muy nervioso e incluso hay testigos que dicen que no quiso salir a grabar, Elvis entregó una actuación memorable. Sus interpretaciones vocales fueron descomunales, y se mostró autocrítico y sarcástico sobre sus primeros días y su moribunda carrera cinematográfica. Con el correr de los minutos se fue desinhibiendo, todavía le quedaba vida y espíritu artístico.

Fue un momento triunfal en su carrera. En palabras de Bruce Springsteen: “Esa noche, Elvis llegó hasta donde el destino lo llevaba”. Para Billy Corgan “el especial de 1968 es la obra de un genio. Pero así fue Elvis siempre. Nadie tuvo la visión de aprovechar a Elvis como era. De haber sido más inteligentes o perspicaces, habrían hecho 50 más y hoy también hablaríamos de ellos. Así era Elvis siempre. No es que tuviera un buen día. Era su comportamiento de siempre”.  

El especial de la NBC duró hora y media, alcanzó picos de audiencia de hasta el 42% y prefiguró el resto de su carrera. Dramático, intenso, motivado y terrenal, con frecuencia conmovedor pero no sin una ocasional nota empalagosa, fue la apoteosis del rock, con la mezcla justa de soul, gospel, pop, blues y country. Esa noche del 3 de diciembre de 1968, finalmente Elvis decidió quién quería ser.