lunes, 11 de noviembre de 2019

Fuimos reyes


¿Somos los argentinos el mejor público de rock del mundo? La creencia popular así lo indica y algunas figuras internacionales, no exentas de demagogia, lo afirmaron en varias ocasiones. Ramones, Megadeath y Motörhead son algunos ejemplos y AC/DC selló su amor incondicional por nosotros cuando en 2011 editó el DVD Live at River Plate. Y ahora nos honran los Rolling Stones, nada más y nada menos que ellos, la banda más grande de la historia del rock. Eligieron su show del 5 de abril de 1998 en el Monumental para lanzar un nuevo álbum: Bridges to Buenos Aires.

La relación de los Stones con los argentinos se remonta a casi sus inicios. En 1965, cuando la banda británica llevaba apenas un par de años en escena, Los Gatos Salvajes, con Litto Nebbia al frente, grabó una versión de Little red rooster. Si bien el tema es un blues compuesto por Willie Dixon, los rosarinos se inspiraron en la versión que ese mismo año habían grabado Jagger, Richards y compañía. Desde entonces, ese vínculo fue creciendo y consolidándose.

A mediados de los ochenta, surgieron los “rolingas”: pibes con flequillo y jardinero que comenzaron a multiplicarse como gremlins en los barrios porteños y del conurbano. Y aparecieron los grupos que le dieron voz: Ratones Paranoicos, Los Piojos, Blues Motel, Viejas Locas, todas bandas que reproducían el sonido stone pero con letras propias.

Mick Taylor fue el primer stone en venir al país, aunque ya no estaba en el grupo desde hacía varios años. Lo hizo como telonero de Eric Clapton en 1990. Dos años después, el 7 de noviembre de 1992, llegó Keith Richards y con su visita firmó un pacto de amor para siempre. Tres años más tuvieron que pasar hasta que la banda completa vino a Buenos Aires para presentar en River el disco Voodoo Lounge y repasar sus viejos clásicos. Fue la primera de cuatro giras: volvieron en 1998, 2006 y 2016, esta última mudaron sus imponentes shows de Núñez al Estadio Único de La Plata.

En todo ese tiempo la relación con el público fue adquiriendo un carácter sagrado. A un fanático no le alcanzaba con ir a verlos a un solo show, sino que se compraron entradas para todos los conciertos que dieron. Algunos viajaron a Montevideo, San Pablo, Río o Santiago de Chile para verlos también allí. Y después aparecieron personajes como Diego Perri, que siguió a la banda por todo el mundo e incluso escribió un libro, República Stone, en el que relata sus travesías y la relación de los Stones con el público, la prensa y los políticos en la Argentina. Pero no es el único libro de edición local vinculado a ellos: José Bellas y Fernando García escribieron 100 Veces Stones-Historias Argentinas de sus Majestades Satánicas; Javier Sinay publicó Cuba Stone, una crónica de la presentación de la banda en la isla caribeña; y Juan Cruz Revello lanzó por Gourmet Musical Ediciones La Lengua Universal-Fans de los Rolling Stones Alrededor del Mundo. Hubo -y hay- bares temáticos como 40x5 Tributo Bar, y decenas de clubs de fans. También están los coleccionistas, esos locos que capaces de vender hasta un riñón por una grabación pirata de un concierto o que buscan todas ediciones que puedan conseguir de un mismo álbum -la estadounidense, la europea, la japonesa, la argentina- por más que tenga los mismos temas.

Hace unos meses, los Stones iniciaron una nueva gira mundial luego de que Mick Jagger, el sempiterno Mick Jagger, se sometiera a una cirugía cardíaca que obligó al grupo a postergarla algunas semanas. En uno de esos conciertos, en el estadio MetLife de Nueva Jersey, unos fanáticos se hicieron presentes con una bandera que decía “Argentina… The most ‘Stone’ country in the world” (“Argentina… El país más 'Stone' del mundo”) que captó la atención de Keith Richards. El guitarrista tuiteó la imagen y escribió: “Saw you guys! (Los vi chicos)”. En 2016, en Las Vegas, sucedió algo similar con otro grupo de fans argentinos. Le arrojaron una bandera a Jagger y el cantante la tomó y la puso arriba del bombo de Charlie Watts. Ese mismo año, pero después del último show en el Estadio Único, el cantante tuiteó directamente en español: “¡Gracias Argentina por estas increíbles tres noches en La Plata! ¡Definitivamente acá hacen el mejor pogo del mundo!”.

Ahora, con el dólar por las nubes, que aleja la posibilidad de que vengan en el corto plazo debido a los altísimos costos, la banda desempolva de los archivos aquel concierto magnífico que dieron en River y que nos remonta a 1998, durante el ocaso del menemismo. Lo interesante de este show -que salió a la venta en formato de cd doble con DVD o Blu Ray y LP un tanto costosos- es que nunca había circulado ni siquiera como pirata, como sí había ocurrido con otros recitales suyos en nuestro país. Sólo habían registrado oficialmente la canción Saint of Me grabada en River en el álbum No Security.

La presentación del lanzamiento de Bridges to Buenos Aires se hizo en el microcine del estadio de River y asistieron unos cuantos fans luciendo sus característicos flequillos, sus remeras con la clásica lengua stone y otras imágenes icónicas de la banda.

El comienzo del recital lo encuentra a Jagger activo como siempre, contorneándose, saltando y corriendo de punta a punta del gran escenario, mientras canta (I Can’t Get No) Satisfaction y luego Let’s spend the night together. Richards y Ron Wood arremeten con esos riffs demoledores sin dejar de fumar, muy relajados, como si estuvieran solos en un bar y no ante 70 mil personas. La cámara toma al público. La marea humana es imponente. Se mece al ritmo de la música como en trance. En algún plano más corto se ve a esos jóvenes hace 21 años, hacinados contra la baranda, a metros de sus ídolos. Los ojos desorbitados de felicidad, todos transpirados y rezando las letras como si fueran el Padre Nuestro.

“Qué bueno es estar aquí de vuelta”, dice Jagger en un español dificultoso, pero entendible. En Gimme Shelter sobresale la voz y la figura imponente de Lisa Fisher y la ovación del estadio se funde con los aplausos de los fans que están en el microcine del estadio. Saint of me y Out of control van de la mano y el estadio enloquece. Pensar que en ese momento eran temas nuevos que habían salido en el disco Bridges to Babylon y ahora ya son parte del interminable listado de clásicos de la banda. Cuando termina Miss you aparece en escena Bob Dylan y la foto de ese instante es historia pura. El grupo de rock más grande del mundo y al cantautor más importante del siglo XX. En Buenos Aires. Juntos a la par. Hoy, 21 años después, se los puede volver a ver y escuchar. No importa el arranque en falso de Dylan en Like a Rolling Stone. Eso es apenas un detalle. Lo trascendental fue aquella ofrenda de la banda para su público. Para nosotros. Porque podrían haber elegido cualquier otro show de los muchos que dieron en años alrededor del planeta. Pero no. Eligieron éste, un momento único entre los pastores y su rebaño que hoy se ve en todo el mundo y es una certificación de que somos el país más stone de todos.


Nota publicada en La Agenda Revista

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