lunes, 10 de octubre de 2016

La marca de Tia Carroll


El Be Bop Club todavía no abrió sus puertas al público. Los mozos acomodan las mesas y Gabriel, el encargado del local, supervisa que todo esté en orden para el siguiente show. Se percibe algún movimiento detrás del telón y un canto profundo emana como un espectro. Tia Carroll está probando sonido y se anima, a capella, a Since I fell for you. A ella no se la ve y eso le da más mística al momento. Es como que el tiempo se detiene mientras su voz fluye en la penumbra. Es apenas una muestra de lo que está por venir, pero casi vale como un show entero.

La gente comienza a ocupar sus lugares y los mozos los invaden con botellas de cerveza, copas de vino y tragos multicolores. Se corre el telón y aparece en escena El Club del Jump, banda liderada por los hermanos Martín y Alberto Burguez, que completan Christian Morana en bajo y Gonzalo Rodríguez en batería. Comienzan con un tema propio, Don’t worry, en el que Martín Burguez demuestra sus dotes como frontman, cantando con mucho énfasis y sacando unos solos lacerantes. Cuando terminan. el guitarrista le da la bienvenida y Tia Carroll camina hasta el centro del escenario, anuda un pañuelo rojo en el pie del micrófono y dice en inglés lo feliz que está aquí en Buenos Aires.

Tia arenga al público, unas 50 o 60 personas: “¿Quieren pasarla bien?” La respuesta es un “sí” unánime que se mezcla con los primeros acordes de Take me to the river. La voz de Tia envuelve a los presentes, los abraza y sacude con su potencia soulera. Y así sigue. Tia pasa de Magic Sam a Marvin Gaye y en You hear me, de Little Willie John, prescinde del micrófono e intima con su público, mientras la banda baja los decibeles a casi cero. Llega el momento de Let the good times roll y Tia indica los cortes y bromea con los poderes que tiene en su brazo derecho. Coquetea con los músicos a quienes llama "jóvenes apuestos" y ellos la siguen con absoluta fidelidad cuando, sin interrupción, se encuentran tocando Rock me baby.

Tia quiere intimar otra vez y se sienta a un costado del escenario para cantar, otra vez sin amplificación, I'd rather go blind, y llena de emoción y calor al pequeño subsuelo de la calle Moreno, en San Telmo. El final del show ya se percibe y la banda arremete con una descarga funk con el sello de Wilson Pickett: si Midnight hour suena potente, Knock on wood parece que va a demoler las instalaciones.

Martín Burguez le murmura a Tia que es la última canción. Y ella se queja de que esa, "última", sea una de las tres palabras que sabe en español. Se viene una extensa y poco convencional versión de Shake your money maker, porque no suena la guitarra cruda con slide, sino que empieza con Alberto Burguez al piano y la banda se suma con un funk acelerado, con solo de bajo incluido, para que las últimas gotas de sudor de Tia recorran su piel color ébano.

Hay aplausos y pedidos de una más. La banda se abraza y saluda. El público insiste, pero las luces se encienden y son la señal inequívoca de ya todo ha terminado. Tia dejó su marca una noche de octubre, como ya lo había hecho hace más de dos años y como, seguramente, lo volverá a hacer algunas veces más.

2 comentarios:

Florencia Andrada dijo...

Me encanta Tia

Mariano Cardozo dijo...

Muchas gracias Martín Sassone por venir y por la reseña . Personalmente que impresionado por Tia Carroll , supero mis expectativas con creces , una gran artista y excelente persona . Acompaña d emanera inmejorable por El Club del Jump . Sin dudas, se repetira . Un abrazo .