domingo, 23 de febrero de 2014

Satisfacción garantizada


El show está garantizado de antemano. Más de cuatro décadas de experiencia y grandes canciones respaldan al músico que, pese a sus 69 años, todavía se muestra jovial y activo. La banda es híper profesional y suena de la manera que un cantante de su talla lo merece. Pero no hay grandes sorpresas en el repertorio, de hecho me resultó muy similar a su show de 2008 en Vélez, aunque aquella vez para mí, al ser el primero que vi de él, me dejó mucho más entusiasmado que este.

El camaleón se presenta en escena vestido con un traje magenta brillante, camisa negra y una corbata a tono. La cabellera, la clásica, firme por el efecto del gel. Su voz, como siempre, rasposa, vibrante y emotiva. La mitad del campo de GEBA tiene sillas para aquellos que decidieron pagar una fortuna para verlo de cerca. Del medio para atrás están lo que pagaron menos por no ver más que lo que muestran las pantallas. El sonido no es el mejor, pero tampoco es pésimo.

Rod Stewart hace lo suyo. Abre con This old heart of mine (Is weak for you), de los Isley Brothers y sigue con su repertorio tradicional que incluye Some guys have all the luck, Tonight's the night, Have you ever seen the rain?, de Creedence, y Twistin´the night away. Sus músicos hacen apariciones por tanda. Primero los saxofonistas Jimmy Roberts y Katja Rieckermann, y luego la multi instrumentista J'anna Jacoby se presenta con un solo de violín. Las tres coristas también muestran lo suyo con mucho fervor.

Su hija, Ruby Stewart, aparece en escena después de Rhythm of my heart y Baby Jane, temas de dos discos olvidables como Vagabond heart (1991) y Body wishes (1983). El viejo Rod aprovecha la presentación de la sucesora y desaparece. Ella canta Just one more day y se gana una discreta ovación. El camaleón regresa al escenario vestido de blanco, y juntos interpretan Forever Young, que termina con un duelo de guitarras y un impresionante solo de batería de David Palmer. Y de blanco sigue para un set acústico con las maravillosas The first cut is the deeper y Have I told you lately, más Brighton Beach, de su último disco Time, en el que recuerda sus años de juventud y la década del 60.

El espíritu del gran Danny Whitten y Crazy Horse dice presente con una sutil versión de I don't want to talk about it y da pie al momento más inequívocamente rockero de la noche: los guitarristas Don Kirkpatrick y Emerson Swinford pasan a primer plano con Sweet little rock & roller, de Chuck Berry, y el camaleón mueve la pelvis a lo Elvis. Una canción más de Time, Can’t stop me now, y Rod Stewart vuelve a delegar el control de mando, esta vez en sus corsitas. Di Reed hace las veces de Tina Turner y con notable registro canta Proud Mary, apuntalada por sus compañeras Kimmi Johnson y Lucy Woodward, más el “rollin’…” profundo del tecladista Chuck Kentis.

Ya pasó más de una hora y pico de show y el final es inevitable. Cuando termina You're in my heart (The final acclaim), dedicado a su querido Celtic escocés, se produce un momento bizarro e inexplicable. Por la pantalla pasan un par de bloopers de esos que vemos por youtube y el los relata como si fueran una gran novedad. Para entonces ya se cambió por tercera vez y luce una camisa a rayas multicolor. El camaleón ofrece un cierre bien a su estilo: rock and roll con la poderosa Hot legs; folk con Maggie May (hermosa intro de mandolina de J'anna Jacoby); disco con Da ya think I’m sexy?; y balada para el bis con Sailing.

En parte es lo mismo de siempre, pero a la gente le encanta. El camaleón del rock puede pifiar en la elección de temas pero no se equivoca en como cantarlos. Eso lo sabe bien, por eso su show es satisfacción garantizada.

2 comentarios:

Fero Soriano dijo...

Me pareció un embole. Un Dysney para milf's

Anónimo dijo...

Uh, tenía entradas que nos consiguió el papá de una amiga pero se hizo tarde y finalmente no fuimos. Y me estaba empezando a sentir mal hasta que leí tu comentario Soriano. Gracias