jueves, 19 de abril de 2012

Clarksdale


I went to the crossroads, fell down on my knees

El mítico cruce de las rutas 49 y 61, en Clarksdale, no es una encrucijada de caminos polvorientos como se desprende del folclore blusero de la década del treinta. Hoy hay un local de venta de muebles, un restaurante, una estación de servicio y algunos otros comercios. En el centro hay una plazoleta con un monumento: unas guitarras cruzadas con los carteles de ambas rutas. Algunos sostienen que el verdadero punto en el que, según la leyenda, Robert Johnson pactó con el Diablo, está a unos diez kilómetros, donde la 49 se cruza con la 1, aunque este sea el lugar que convoca a los visitantes. Así empecé el día en lo que podría denominarse "el corazón del blues" Por aquí pasaron todos: desde Muddy Waters y John Lee Hooker, hasta Robert Nighthawk y Sonny Boy Williamson. Caminar sus calles es como agarrar la historia del blues con la mano.

El porche del hotel
Me levanté muy temprano, tal vez por la ansiedad de salir a recorrer, y desayuné rápido un café con un bagel y cereales. Después de estar en el crossroads fui al Riverside Hotel, el lugar que más bluesmen alojó en el mundo. Durante los años de la segregación racial, ese hotel fue el único en el que los músicos negros podían pasar la noche. En una de sus habitaciones, en 1937, murió Bessie Smith. Había sufrido graves heridas en un accidente automovilístico en la ruta 61 y en tres hospitales se negaron a atenderla porque era negra (aunque esa versión de la historia sostenida por John Hammond y Alan Lomax es refutada por Ted Gioia en su libro Blues - La música del Delta del Mississippi, quien afirma que ella murió en una ambulancia). Entonces la llevaron al hotel -que en ese momento funcionaba como un precario centro de salud para afroamericanos- donde se desangró hasta morir. El conserje actual, un personaje apodado Rat, no me dejó entrar a ver las habitaciones porque, según me explicó, estaban todas ocupadas. ¡Sí, hasta en la que murió Bessie Smith había un huésped!.

Hopson Plantation
Luego fui al Rock ‘n’ Roll & Blues Heritage Museum, un lugar muy acogedor que pertenece a un coleccionista holandés. La cantidad de discos, posters y souvenirs que tiene el tipo es impresionante: desde vinilos de Blind Blake y Fred McDowell hasta una guitarra de Super Chikan. De allí me fui caminando al Delta Blues Museum. A diferencia del anterior es mucho más grande y tiene de todo: guitarras Stella, como la que usaba Charley Patton y otros bluesmen rurales; prendas de vestir de músicos como Little Milton, Otis Rush o Ike Turner; un teclado de Otis Spann; armónicas de Charlie Musselwhite; y cientos de fotos. Salí de allí y me fui a almorzar una ensalada al paso. Me di una vuelta por el New World, un barrio que en la década del 20 fue muy próspero y musicalmente la meca, pero hoy es una zona humilde con sus edificaciones en muy mal estado. Pasé por la barbería de Wade Walton, un músico notable que pasó toda su vida en Clarksdale atendiendo en su local, y luego me subí al coche y fui por la Plantación de algodón Hopson, muy ligada al blues. Cuando en 1944 reemplazaron la mano de obra por las máquinas cambiaron el curso de la historia de la música. Ese fue uno de los factores determinantes para que miles de afroamericanos decidieran emigrar hacia el norte en busca de un mejor porvenir.

Ole Miss

Blues trail
El día estaba soleado y me dieron ganas de volver a la ruta. Puse un cd de Henry Gray, programé el GPS y me fui hacia el este. Mi destino: Oxford, donde está la Universidad de Mississippi. Tardé una hora en llegar. Allí me encontré con una hermosa ciudad. Estudiantes por todos lados, las calles muy limpias, el centro impecable. Durante los 60, la universidad fue un lugar clave en la lucha por los derechos civiles de los negros.Hoy tiene uno de los archivos de blues más importantes de los Estados Unidos. La ciudad de Oxford también fue el epicentro del denominado North Mississippi blues, que tuvo como principales referentes a dos guitarristas nacidos en Holly Springs, Junior Kimbrough y R.L. Burnside, que grabaron varios discos para el sello local Fat Possum.

Back in Clarksdale

Phillip Carter en Ground Zero Blues Club
La noche fue rara. Primero fui al Ground Zero Blues Club, que pertenece al actor Morgan Freeman y al productor Howard Stovall. El lugar está buenísimo, es un galpón amplio y muy bien ambientado. Tocaba Phillip Carter and the Blues Underground, una banda de dos flacos y dos chicas, que si bien no sonaban mal todavía están bastante tiernitos. Hicieron más que nada covers como Before you accuse me y I’ll play the blues for you. Los escuché durante un rato mientras me comía un sandwich de cerdo con salsa barbacoa con una cerveza. Después salí en busca de algo más autóctono. Fui a Red’s, un juke joint de los de antes, pero estaba cerrado. Mala suerte. La otra opción que me quedaba era el Bluesberry Café. Cuando entré me encontré con un tal Walt Busby que, acompañado por su guitarra acústica, cantaba temas propios muy alejados del blues y algún cover como Don’t let me down y People are strange. El público, unas diez o doce personas, eran todos lugareños. Reconocí entre ellos a Watermelon Slim y eso me dio un poco de esperanza de que subiera al escenario. Pero todo se disipó enseguida, ya que el tipo estaba bastante borracho y era obvio que no iba a tocar. En un momento se puso una galera y se fue. “Termino mi cerveza y me rajo”, pensé. En eso se subió al escenario un loco que no alcancé a entender su nombre. “Vamos a tocar unos blues con Walt”, dijo. En cuanto terminó de pronunciar esas palabras quedó expuesto que estaba más ebrio que Slim. Empezó a cantar y sonaba tan mal que apuré el último sorbo de mi Miller y me esfumé. Me subí al coche, puse un disco Big T Williams y me fui escuchando blues por las calles de Clarksdale a mi manera.

3 comentarios:

Rafa dijo...

si estoy en facebook.. rafa colomer ( foto con mis dos hijos.. ). un saludo

Darth Vader dijo...

A la Rat que esta intentando desde esta mañana hackear este sitio que se nutre con tanto amor y dedicacion para ser compartido con todos Uds desinteresadamente y a pulmón sin esponchoreos ni le digo: No te tenemos miedo. Watch your back.

Escuchate Esto! dijo...

muy linda crónica!