sábado, 31 de octubre de 2009

Nothin' but the blues

Anoche me subí a un convoy lleno de blues. En poco más de una hora y media tuve una descarga eléctrica con lo mejor de Chicago: Steady Rollin’ Bob Margolin, Willie “Big Eyes” Smith y Bob Stroger, más el bonus del tecladista Donny Nichilo. El escenario fue el Teatro ND Ateneo, que estuvo colmado de fanáticos de blues. Lamentablemente el más fanático de todos se sentó atrás mio: cada solo caliente de Margolin provocaba en este desquiciado aullidos dementes. Gritaba con voz rasposa “Oh yeah”, como si se creyera la reencarnación de Howlin’ Wolf.

Más allá de eso, que fue circunstancial, fue un gran recital. Willie Smith empezó cantando y tocó la armónica durante gran parte del show. Sólo los últimos tres o cuatro temas se sentó en la batrería, que hasta entonces había estado en manos del crédito local, Gonzalo Martino. Smith, Margolin y Nichilo se repartieron los solos, aunque el guitarrista se llevó los mayores aplausos, sobre todo cuando arremetió con el slide. Bob Stroger cantó a la mitad del show un par de temas e hizo un pequeño numerito bajando del escenario para arengar al público. Por momentos parecía un predicador evangélico vibrando con el impulso de la palabra de Dios. Margolin tomó la voz cantante para la última parte del show y soportó estoicamente el baile sexy de una morena que se subió a un costado del escenario.

Entre los temas sobresalieron Big Boss man, Long distance call, Hoodoo man, It hurts me too -con un solo de slide fantástico de Margolin- y Bad boy. Willie Smith es muy versátil con la armónica aunque no me gustó mucho su intento con la cromática. Y Bob Stroger, a pesar de no moverse mucho, tiene mucho swing. Cuando ya faltaba poco para terminar subió al escenario Marcos Lenn y cantó Key to the Highway. Comentario al margen: físicamente Lenn se parece mucho al Clapton de los setentas, al de la época del Rainbow Concert.

En el final la locomotora del blues aceleró su marcha con dos clásicos inoxidables como Got my mojo working y Hoochie Coochie man. A las 11 en punto todo había terminado, pero faltaba el bis. Se bajó el telón y cuando volvió a subir, media docena de músicos argentinos habían copado el escenario: estaban Daniel Raffo, Emilio Villanueva y algunos de los miembros de la Luka, entre otros. Junto a Margolin y compañía tocaron Sweet Home Chicago. El bis fue un tanto desprolijo y ese es mi único cuestionamiento al show. Yo entiendo que para los músicos argentinos es un orgullo subir a tocar con semejantes “nenes”, pero me parece que el público se merecía un tema más con Margolin, Stroger y Smith solos. A los demás los podemos ver cualquier fin de semana.

Anyways (suena mejor que de todas maneras)... fue una gran velada con el espíritu de Muddy Waters presente. El esfuerzo de Roger, el organizador, no fue en vano y los porteños tuvimos otro show de blues de jerarquía. Por suerte no fue el último. Ya vendrán varios más.


lunes, 26 de octubre de 2009

Actors Studio

El post anterior trataba sobre músicos que actuaron en películas. Ahora cruzo la vereda y analizo los discos que sacaron actores. Aquí una pequeña y arbitraria selección.

Steven Seagal & Thunderbox – Mojo Priest (2006). El rey de las patadas y la expresión inanimada toca la guitarra y canta blues. Sí, aunque parezca mentira. El disco tuvo críticas dispares, algunas muy duras, pero a mí me gustó. Obvio que hay cientos, miles de discos de blues mejores, pero éste me pareció un buen intento por parte de Seagal. El actor de Alerta Máxima y Nico recurrió a la colaboración de algunos músicos de renombre como Bo Diddley, Robert Lockwood Jr., Ruth Brown, Hubert Sumlin y Bob Margolin para darle más esencia a su música.

The Blues Brothers - Briefcase Full of Blues (1978). Un par de años antes del lanzamiento de la película, los actores de Saturday Night Live, John Belushi y Dan Akyroyd, editaron bajo sus álter egos de Jake y Elwood Blues este disco fantástico, muy festivo y de puro soul. Los temas son todos clásicos: Hey Bartender, I Can't Turn You Loose, Messin’ with the kid y Flip, Flop & Fly. En su momento, antes de que se estrenara la película, a Belushi lo cuestionaron porque decían que quería imitar a Otis Redding. Cuando la verdad es que no era esa su intención. Con el tiempo lo que se le rescata a los Blues Brothers es el impulso que le dieron a los géneros de música negra en la década del ochenta.

William Shatner – Has been (2004). Tengo dos recuerdos puntuales de William Shatner: su papel del Capitán Kirk en la clásica Viaje a las Estrellas y su interpretación de un abogado desquiciado en Boston Legal, serie que miraba de costado mientras V almorzaba. Hoy Has been es un disco de culto. Rock and roll con una pizca de arreglos jazzeros y por momentos un sonido lounge. Shatner parece un crooner de la era espacial. La versión de Common People, de Pulp, es alucinante. El álbum fue producido por el multi-instrumentista Ben Folds y hay invitados de lujo como Aimee Mann, Henry Rollins y Joe Jackson. Una de las canciones, That’s me trying, fue compuesta por Folds y el escritor británico Nick Hornby.

Bruce Willis - The return of Bruno (1987). Este disco lo escuché en su momento y me pareció simpático. Nada más. Salió en la época en la que Willis era muy famoso por la seria Moonlighting y tuvo mucha prensa. Willis no está a la altura de los Blues Brothers, obvio, pero al menos la elección de los temas está bien y las interpretaciones Motown wanna be del pelado son aceptables. En 1989 editó otro álbum y desde entonces sólo se presentó en vivo, especialmente en las inauguraciones de los locales de la cadena Planet Hollywood. Cada tanto la versión de Under the boardwalk suena con el random de mi MP3.

Billy Bob Thorton - The Edge of the World (2003). Este muchacho estuvo en pareja con Angelina Jolie y tiene su banda de rock. Todo un crack. En total tiene cuatro discos editados y éste, The Edge of the World, es el segundo de esa lista. Su música tiene las raíces en el country del sur de los EE.UU. y sus letras son pequeñas historias personales, retratos de su mundo y trazos de sus vivencias. En Desperate one se da el lujo de tener como invitado a Warren Zevon, en una de sus últimas grabaciones. Otros músicos conocidos que tocan en el álbum son Daniel Lanois y Joe Walsh.

Juliette and The Licks – Four on the floor (2006). La sexy Juliette Lewis, la misma de Asesinos por naturaleza, Kalifornia, Cabo de Miedo y Días extraños, canta y lo hace bien. Inspirada en PJ Harvey, Lewis editó un par de discos con su banda Juliette and The Licks. En Four on the Floor cuenta con la colaboración de… Dave Grohl (Nirvana, Foo Fighters). Es un disco consistente, de puro rock and roll. Lewis canta bien, está buena y tiene carisma. Pero no inventó nada. Hace dos años tocó en vivo en Buenos Aires en el Palacio Barolo, en un show exclusivo para personajes vip.

Jim Belushi and The Sacred Hearts – 36-22-36 (1998). El hermano de John Belushi también es actor y amante de la música negra. Protagonizó algunas películas mediocres como K9 y Red Heat, con Arnold Schwarzenegger, y algunas series de tevé como Saturday Night Live y According to Jim. 36-22-36 fue editado por el sello House of Blues, de su amigo Dan Aykroyd, y contó con la colaboración de grandes músicos como Charlie Musselwhite, McCoy Tyner, Delbert McClinton y Huey Lewis. Los temas en su mayoría son clásicos del del blues como I just want to make love to you, Born in Chicago, Watch yourself. Después de esta experiencia Jim Belushi grabó con Aykroyd en un intento fallido por rescatar a los Blues Brothers.

Woody Allen and His New Orleans Jazz Band – Wild man blues (1998). El Gran Woody siempre un fan del jazz tradicional. Basta con escuchar las bandas de sonido de sus películas para comprobarlo. Desde hace muchos años, casi todos los lunes Woody Allen se presenta con su banda en el exclusivo Café Carlyle, de su amada Nueva York. Wild man blues es una gran película para ver neurosis en acción. En una entrevista que reprodujo el sitio Jazzeando, Allen contó: "No soy más que un clarinetista amateur. Si yo no fuese célebre, la gente no vendría a mis conciertos. Vienen más a verme que a escucharme (…) Aprendí a tocar el saxo soprano cuando tenía 13 o 14 años, pero después escogí el clarinete porque siempre he querido el jazz de New Orleans , especialmente a Sydney Bechet ".

Tenacious D – Tenacious D (2001). Los actores Jack Black (The School of Rock, Alta Fidelidad, King Kong) y Kyle Gass se hicieron famosos en EE.UU. en 1999 con una serie del mismo nombre que la banda en HBO, en la que Black y Gass se identificaban como “The D”, la mejor banda del mundo. Mezclando humor, country, folk y hard rock, Tenacious D editó el primero de sus dos discos con la colaboración de Dave Grohl (sí, otra vez) y Page McConnell (Phish). Su canción más famosa se llama Tribute. En algún punto, la creación de esta banda tiene alguna similitud con los Blues Brothers, pero la música no.

The Bacon Brothers - Live: The No Food Jokes Tour (2003). El híper famoso Kevin Bacon (Footloose, Apollo 13, The river wild, JFK) y su ignoto hermano, Michael, empezaron tocando en fiestas y eventos de caridad. En 1997 editaron su primer álbum y Live, el cuarto, representa lo mejor de la banda. Todos los temas que interpretan fueron compuestos por los hermanos salvo uno: Footloose (este tema para Bacon es como Satisfaction para los Stones). Su sonido es una combinación de música country y alternativa, que podríamos comparar con Wilco o los Jayhawks.

BONUS TRACK:

Scarlett Johansson - Anywhere I lay my head (2008). Este disco lo agrego a pedido del Beto Moreno, quien lo exigió con justa razón. Aunque yo quiero hacer mi descargo de por qué no lo incluí de entrada. Me pasan tres cosas: 1) Me gusta mucho la música de Tom Waits. 2) Me encanta ella. Mal. Me parece la mujer más hermosa sobre la tierra. 3) El disco me aburrió bastante. El 1 + 2 debería haber dado un 3 de locos, pero no. En este caso esa fórmula no funcionó. A ella prefiero verla en Match Point o recorriendo Barcelona y a él dentro de poco cuando presente su nuevo disco, Glitter and Doom Live.

viernes, 23 de octubre de 2009

A la pantalla grande

Acá tenemos a diez músicos que en algún momento de sus vidas se volcaron al cine. En esta selección dejé afuera a los que en algunas películas se interpretaron a sí mismos o interpretaron papeles de músicos.

Bob Dylan – Pat Garrett & Billy the Kid (1973). En su biografía de Dylan, Howard Sounes cuenta: “Desde niño Bob había querido ser una estrella de cine. Había hecho sus pinitos en la desafortunada Eat the document, pero ahora se le presentó la oportunidad de aparecer en una gran producción de Hollywood”. La grabación no fue fácil: el director Sam Peckinpah tenía muchos problemas con el alcohol y, por consiguiente, con la gente que trabajaba para él. De todas maneras, la versión final dicen que fue brillante, pero como era muy extensa la MGM decidió acortarla sin el consentimiento del director y terminó siendo una película discreta. “La participación de Bob ya había sido exigua desde un principio. Ahora era tan intrascendente que podría considerarse irrelevante”, escribió Sounes. Pese a eso, el nombre de Dylan apareció tercero en los créditos y Kris Kristofferson, uno de los protagonistas, lo comparó a Bob con Chaplin.

Norah Jones – My blueberry nights (2008). Fue una de las mejores películas que vi el año pasado. Escrita y dirigida por Kar Wai Wong, es una historia de amor sin ningún cliché, pero también es una road movie muy musical. Norah Jones protagoniza la película junto a Jude Law con dos actrices secundarias de lujo, Rachel Weisz y Natalie Portman, más la aparición fugaz de Cat Power. La banda de sonido está a la altura de la película. Es un compilado con canciones que hablan de la soledad, la ruta, la tristeza, el amor y la memoria; desde Otis Redding y Ry Cooder hasta Amos Lee y Gustavo Santaolalla. La actuación de Norah Jones es de lujo; para comerla a besos. “How do you say goodbye to someone you can't imagine living without? I didn't say goodbye. I didn't say anything. I just walked away”.

Gregg Allman – Rush (1991). Gran película protagonizada por Jason Patrick y Jennifer Jason Leigh. Trata sobre policías de narcóticos infiltrados en el sórdido mundo de las drogas duras. Los protagonistas se mimetizan con yonkies, dealers, putas y matones. Gregg Allman (tecladista y cantante de los Allman Brothers, para quienes no lo conocen) es el malo de la historia. Está genial en el papel de Gaines, un mafioso intocable southern style. Si la película es buena, imaginen la música: Eric Clapton compuso la mayoría de las canciones, todas instrumentales salvo Tears in Heaven, por la que ganó un Grammy, y Help me up. También hay un blues ardiente entre Clapton y Buddy Guy.

Madonna – Body of evidence (1993). Claro que no es la única película que protagonizó Madonna (Evita, Dick Tracy, Buscando a Susan), pero definitivamente la más memorable, sobre todo para un hombre que la vio a los 20 años. El cuerpo del delito se estrenó un año después de Bajos instintos, con Sharon Stone, y la verdad que las dos películas supieron explotar muy bien las escenas eróticas que ellas protagonizaron. En El Cuerpo del delito hay dos escenas por las que Madonna merecería al menos algún premio o felicitación colectiva de todos los hombres del mundo: cuando muere el viejo en pleno acto sexual y cuando le derrama la cera caliente en el pecho al amigo Williem Dafoe.

Sting – Quadrophenia (1979). Fue la primera película en la que actuó el ex líder de The Police. Después vinieron más como Duna y Lunes tormentoso. Quadrophenia está basada en la ópera rock de The Who y cuenta la historia de Jimmy como excusa para retratar los enfrentamientos entre los Mods y los Rockers en el Swinging London de mediados de los sesenta. Sting tiene un papel secundario donde interpreta a Ace Face, el ídolo de Jimmy que no era más que el botones de un hotel. La música a está muy bien y para mí la película logra un buen clima. La ambientación sesentosa es muy acertada.

Willie Nelson - The Dukes of Hazzard (2005). La verdad que la película es bastante mala. Lo único bueno son las curvas de Jessica Simpson y la aparición del Gran Willie en el papel del tío Jesse. Después no hay mucho más para contar. Es un film para ver por cable, si lo enganchas haciendo zapping. Willie Nelson ya había actuado en otras películas y series durante los setenta y los ochenta. Pero yo lo tengo bien presente en Wag the dog (1997), con Dustin Hoffman y Robert De Niro, pero no lo elegí por esa película porque ahí interpreta a un músico que se parece mucho a él. Su representación del tío Jesse está bien, es divertida.

Mick Jagger – Freejack (1992). La verdad que la vi hace tanto tiempo que no me acuerdo bien de que iba así que tuve que navegar y leer un poco. Así y todo sigo sin acordarme. Lo único que recuerdo es que que fui al cine con ganas de ver a Jagger y también a Emilio Estévez (recuerden que por aquella época era un actor cotizado) en una buena película y salí un tanto decepcionado, como en el 80 por ciento de las películas de Hollywood muy promocionadas. Leyendo ahora sobre el argumento me causa gracia que la visión futurista de la película estaba ambientada en 2009. Mick Jagger tiene una actuación discreta en el papel de Víctor Vacendak, un cazador que tiene que dar en el futuro con el personaje de Estévez.

David Bowie - Basquiat (1996). Basquiat era un artista negro que en 1981 sorprendió al mundo del arte nada más y nada menos que en Nueva York. David Bowie (otro que actuó en muchas películas) interpreta aquí a Andy Warhol. La película, una de las favoritas de mi amigo Fede, tiene un reparto extraordinario: Jeffrey Wright está excelente como Basquiat y después acompañan muy bien Dennis Hopper, Gary Oldman, Christopher Walken y Benicio del Toro. La actuación de Bowie es magnífica. Como Hendrix, Cobain, Janis Joplin y Morrison, Basquiat murió a los 27 años de una sobredosis fulminante de heroína. Si hubiera sido músico seguramente hoy sería mucho más popular.

Harry Connick Jr. – Copycat (1995). A Harry Connick lo tenía como un pianista tranquilo y melodioso. La sorpresa que me llevé al verlo en papel de Daryll Lee Cullum en Copycat me estremeció. Es un violento y despiadado asesino serial al que le están copiando la forma de matar. Es un thriller interesante en el actúan Sigourney Weaver y Holly Hunter. Hay un par de escenas de Harry Connick que hielan la sangre.

Keith Richards - Pirates of the Caribbean: At world's end (2007). Esta es la única de todas las películas de este post que no vi. Pero los que sí lo hicieron me dijeron que Richards está diez puntos en el papel del Capitán Teague. Vi una escena en Youtube donde Richards se sienta y toca unos acordes en su guitarra y el director se encarga de mostrar su anillo-calavera que uno podría pensar que se lo puso para el papel pero que, en realidad, lo lleva desde hace muchos años. “No sólo se trata de vivir para siempre Jackie. El truco es vivir con uno mismo para siempre”.

BONUS TRACK:

Tom Waits - Short Cuts (1993). Me llamó Mariano un tanto indignado: "Falta Tom Waits", me dijo. Cuando tiene razón, tiene razón. Mis disculpas por haberlo omitido. En el caso de Waits hay al menos una docena de películas en las que actuó y una es mejor que la otra. Me vienen a la memoria The Outsiders, The Cotton Club, Drácula y Coffee and Cigarettes. Pero me quedo con su papel en el film Short Cuts (Ciudad de Angeles), de Robert Altman. Ahí interpreta a Earl Piggot, un chofer de limusinas, ahogado en problemas y alcohol. La película es excelente y el reparto es alucinante.

martes, 20 de octubre de 2009

¿Para tomar o coleccionar?

El otro día vi esta foto de la agencia AP y me llamó la atención. Se trata de cuatro botellas de 1875 Armagnac Vieux, cubiertas de un hongo negro. La información además decía que iban a ser subastadas junto a otras 450.000 botellas de la bodega del legendario restaurante parisino Tour d'Argent. El motivo de la subasta es que el restaurante quiere reducir el stock de los vinos que tiene en abundancia para variar y modernizar su selección. Los precios estimados para la subasta, que se hará entre el 7 y 8 de diciembre, empiezan en 10 euros y ascienden hasta los 3 mil.

La foto me disparó una serie de preguntas. ¿Se puede tomar un vino de 1875? ¿Cómo estará el corcho? ¿Más que el vino lo que se cotiza es la botella? Entonces decidí consultar a dos especialistas que me dieron dos opiniones diferentes.

Andrés Rosberg, presidente de la Asociación Argentina de Sommeliers (AAS), me respondió: “Si es Armagnac, es primo hermano del Cognac, ergo con una graduación cercana a los 40°. Y si tiene 40° el paso del tiempo no le hace nada, ya que no hay bacteria ni microorganismo que se la banque, con lo cual debería estar tomable. El corcho, sí, seguramente esté en malas condiciones, pero eso no es mayor problema”.

Por su parte, Daniel López Roca, director del sitio especializado Argentine Wines.com y creador del concurso Vino Sub30, me contestó lo siguiente: “Hay un viejo chiste sobre un pescador que llegó con su carga de atún al puerto y allí vendió todo a 10 pesos el kilo. El comerciante que lo compró puso la carga en un vagón de tren y partió hacia el centro del país. Llegando a una ciudad distante 100km del mar vendió todo el pescado a otro negociante a 20 pesos el kilo. Lo puso en un camión y partió hacia más adentro. A los 400 kilómetros llegó a un mercado y puso en venta su pescado, allí un hombre interesado le preguntó cuánto costaba, y él le dijo 40 pesos el kilo. El comprador dijo que estaba de acuerdo pero quería inspeccionar la mercadería. Al abrir el cargamento comprobó que los atunes estaban malolientes luego de tanto trajín. El comprador, molesto, le dijo que ese pescado no se podría comer. El vendedor le explicó que estaba en lo cierto, que había pescados para comer y pescados para vender, estos eran del segundo tipo”.

lunes, 19 de octubre de 2009

Al vino

Por Jorge Luis Borges

En el bronce de Homero resplandece tu nombre,
negro vino que alegras el corazón del hombre.

Siglos de siglos hace que vas de mano en mano
desde el ritón del griego al cuerno del germano.

En la aurora ya estabas. A las generaciones
les diste en el camino tu fuego y tus leones.

Junto a aquel otro río de noches y de días
corre el tuyo que aclaman amigos y alegrías,

vino que como un Eufrates patriarcal y profundo
vas fluyendo a lo largo de la historia del mundo.

En tu cristal que vive nuestros ojos han visto
una roja metáfora de la sangre de Cristo.

En las arrebatadas estrofas del sulfí
eres la cimitarra, la rosa y el rubí.

Que otros en tu Leteo beban un triste olvido;
yo busco en ti las fiestas del fervor compartido.

Sésamo con el cual antiguas noches abro
y en la dura tiniebla, dádiva y candelabro.

Vino del mutuo amor o la roja pelea,
alguna vez te llamaré. Que así sea.

jueves, 15 de octubre de 2009

A 15 años luz

Recuerdo que el cielo estaba limpio. George nos pasó a buscar con su inmensa y negra camioneta Ford Ranger. Llegó un poco tarde, con una lata de Heineken abierta, sudada y aferrada a su mano derecha. Yo estaba nervioso por el retraso pero, como siempre, a Hueso le daba igual. Los tres llegamos poco después de las 11 de la mañana al campo de deportes de la Universidad de California, en Long Beach. El escenario estaba montado en medio de una cancha de fútbol americano. Primero me topé con muchas carpas donde vendían de todo: remeras, discos, hamburguesas, gaseosas, helados, cervezas, panchos, pizzas, etc. Consumo asegurado. Pero lo que más me sorprendió fue que en el campo no había gente apretujada junto al escenario. Estaban todos prolijamente ubicados, con sus sillas playeras, sus lonas y sus heladeritas.

El show ya había empezado cuando entramos. Big Time Sarah estaba cantando sus blues de Chicago. Nos encontramos con unas amigas inglesas, George compró unas cervezas y después se perdió por ahí. El sol quemaba sin piedad. Hueso y yo terminamos nuestras cervezas y abandonamos el alcohol por el resto del día porque sino se nos iba a complicar. Entonces subió al escenario una anciana en silla de ruedas. Era Diamond Teeth Mary acompañada por Rock Bottom y Willie Lomax. Más blues.

Después hubo un desfile de bluesmen de antaño -Homesick James, Jesse Thomas y Jack Owens & Bud Spires- antes de que la electricidad de Jeff Healey copara el festival. Fue un show impactante, feroz y asombroso. Yo hasta ese momento sabía muy poco del canadiense, casi nada. Su forma de tocar, los temas elegidos (Roadhouse blues, Hideaway, While my guitar gently weeps), la potencia del trío dominaron todo. Tanto, que después a Robert Cray y su banda le costó mucho levantar a la gente y durante la hora que tocó no logró evitar que el campo se fuera vaciando de a poco. Eran las seis de la tarde, el primer día del festival terminaba y nosotros seguíamos sin noticias de George. Entonces lo vimos: estaba dormido junto a unos vagos que no conocía, pero que lo habían invitado a comer ensalada de fruta con vodka. Estaba out. Al final, la Ford la manejó Hueso.

Al día siguiente, el domingo, volvimos con Hueso al campo de deportes de Cal State University. George acusó una resaca abrumadora y se quedó en su casa. Llegamos temprano. El día estaba radiante otra vez y a la hora señalada empezaron a tocar los Staple Singers. Una mañana de domingo a puro soul en vivo es algo que desearía volver a vivir. Después tocó Taj Mahal con su banda y cantó todos los temas que nos gustaban en aquella época: She caught the Katy, Leaving trunk, Corinna. Pero había más. Un tributo al sello Chess con esta lista de músicos que fueron entrando y saliendo del escenario durante una hora y media: Bo Diddley, Johnny Johnson, Hubert Sumlin, Billy Boy Arnold, Lowell Fulson, Sam Lay, Junior Wells y Dave Myers. Increíble.

A pesar de esa clase magistral de historia del blues moderno, todavía faltaba el grand finale. Entonces sí, ya con el sol corrido a un costado, sin tener la responsabilidad de buscar a George, compramos dos vasos de cerveza de ¿un litro? a seis dólares cada uno y nos dedicamos a beberlo escuchando al gran Buddy Guy, tocando como una fiera suelta las cuerdas de su guitarra con lunares. El gran Buddy Guy dio un show memorable, en el que presentó su disco Slippin’ in. 

Pasaron 15 años de aquél gran acontecimiento, el primero de muchos otros. 

lunes, 12 de octubre de 2009

Guiados

Por Mariano Valdivieso

Sería extremadamente poco original si dijera que el Guiado Sol 2004 que tomamos con Martín y Fero el viernes por la noches es "cosa seria". Pero en este caso sé que no tengo aspiraciones a ganar ningún premio, así que no me importa: El Guiado Sol 2004 es cosa seria. Sobre todo porque ahora que no tomo vino tan seguido y "tan de arriba" como antes, no es habitual que me cruce con un assemblage; que no es sino una simpática palabrita en francés que suele utilizarse para decir que tal o cual vino es una mezcla de dos uvas, en este caso Cabernet Sauvignon y Syrah.

Pero volvamos al encuentro, al viernes a la noche. La noche estaba ciertamente en pañales, pero por alguna extraña sinrazón necesitaba que mi boca fuera un túnel inexplorado para este Guiado oscuro, pesado y robusto. Así que siendo poco cortés le pedí al anfitrión del encuentro que le diera marcha al vino. Así fue: volcamos el caldo dulcemente en un decanter; que no es sino otra simpática palabrita inglesa que suele referir a una especie de florero árabe del Siglo VI que en la actualidad se hace con cristal y suele utilizarse para que tal o cual vino de añosa procedencia descanse y libere sus aromas con un poco más de holgadez que en la botella.

Imaginen: la fuerza y la robustez que suele tener el cabernet había sido declarada apta por el enólogo de este Guiado Sol 2004 de bodega Chandon para mezclarse con la carnosidad que acostumbra tener el syrah. Digamos también que las vides de donde provienen estas uvas tienen más de un siglo de vida. Ahí sin dudas hay árboles que tienen experiencia, característica bien recibida por la bodega, que suma millones gracias al timing natural de la vid, ya acostumbrada a dar en tiempo y forma una uva sublime y perfecta, justa y precisa, tan sutil y fuerte a la vez. Se da entonces la paradoja de la naturaleza, donde el tiempo le hace al vino todo lo que no le hace al hombre. Y ahora estamos nosotros frente a las copas rebalsadas de oscuro sabor, prestos a vengarnos de semejante injusticia.

Como un cuento de principiante, llego al final sin sorpresa: al vino lo bebimos todo. Y sólo porque el anfitrión supo detenerme a tiempo, le dejamos al retrasado Fernando la porción que le correspondía antes de pasar a otra cosa, de menor calidad, de menor hidalguía. Fue una noche genial entre queso de cabra y vino delirante. Y fuimos nosotros, delirantes hombres sin destino, los que seguimos el camino de este vino que vino Guiado, y se fue perdido.

jueves, 8 de octubre de 2009

La música del azar

Esta selección de tapas es un poco el reflejo de cómo en la música –al igual que en la literatura, el cine y otras artes- el concepto del azar es algo esencial. Para bien o para mal. La suerte, el destino, lo inesperado y la casualidad juegan, a veces, roles decisivos. Y las cartas son un símbolo. El juego y la magia se mezclan. Y en el póker se gana o se deja la vida. Aquí una pequeña exhibición de cómo la música lo muestra.

Kenny Rogers – The Gambler (1978). Con este disco Kenny Rogers se salvó. Bah, en realidad con el tema The Gambler. Porque después de eso, salvo por She believes in me que también fue un éxito, al disco no le sobra nada. La cuestión es que la canción The Gambler sonó y sigue sonando en todos lados; Hollywood la usó hasta el cansancio. Sin dudas para el barbado y campestre de Kenny fue una gran apuesta. Johnny Cash y otros habían grabado versiones de la misma canción antes y no tuvieron su éxito. La tapa es una parodia con el bueno de Kenny poniendo cara de que, con tal de ganar, está decidido a perderlo todo.



B.B. King – Deuces wild (1997). El rey del blues se rodeó de viejos amigos y notables figuras del mundo de la música para realizar este disco de duetos. Tal vez no sea su mejor trabajo, pero sin dudas es un álbum para tener porque no es fácil reunir en una sesión a Eric Clapton, los Rolling Stones, Van Morrison, Joe Cocker, Tracy Chapman, David Gilmour y Willie Nelson, entre otros. En la portada se lo ve a B.B. sonriendo como un verdadero rey de oro.





Otis Redding & Carla Thomas – King and Queen (1967). El gran Otis grabó este disco poco antes de morir. La compañía de Carla Thomas le dio una nueva frescura a su música. El álbum tiene grandes joyas del soul como Tramp, Knock on wood y Tell it like it is. De alguna manera, con este disco, el sello Stax siguió los pasos de Motown, que poco antes había editado a Marvin Gaye junto a Kim Weston. De hecho Otis y Carla interpretan una versión de un tema que ellos ya habían grabado: It takes two.




Phillip Walker – The Bottom of the top (1973). Este disco lo escuché por primera vez hace muchos años en la disquería Minton’s y me encantó. Recuerdo que en aquella época a mis amigos les hacía escuchar blues todo el tiempo y algunos me lo recriminaban. Hasta que les puse Hello my Darling de Phillip Walker y flashearon y con eso tuve mi tregua. Walker absorbió la música del golfo, ahí donde Texas y Louisiana se juntan, pero se radicó en Los Angeles y allí se consolidó como un gran guitarrista. Este disco es uno de los mejores que grabó. Aquí, se presenta como el Rey de corazones.




The Outlaws – Playin’ to win (1978). Sólo de casualidad esta tapa no entra en una selección de las peores de toda la historia. Para los que no conocen a esta banda, son originales de Florida y tocan rock sureño siguiendo los pasos de Lynyrd Skynyrd y Little Feat. Este disco marcó un quiebre en la música de los Outlaws, incorporaron sonidos pop y funky de la época pero sin dejar de lado el poderío de sus guitarras. Volviendo a la foto de tapa, qué les puedo decir… es malísima.





Dave Van Ronk – Gambler’s blues (1965). Van Ronk es un músico que me fascina. Lo descubrí hace unos años leyendo la biografía de Bob Dylan, donde se lo menciona como uno de sus máximas influencias. Dueño de una voz poderosa, Van Ronk encaminó su carrera interpretando folk y blues acústico, respetando las raíces. Este es un muy buen disco, muy pero muy difícil de conseguir, donde toca clásicos como Backwater blues, Careless love, John Henry y How long blues.



Chain – Two of a kind (1974). Chain es una de las bandas de blues australianas más populares. A lo largo de los años sufrió modificaciones y cambios profundos: en tres décadas pasaron más de cuarenta músicos. En este disco de mediados de los setenta la banda se reforzó con Mojo Buford y Pee Wee Madison, dos de los músicos que integraron la banda de Muddy Waters durante los sesenta. Blues del otro lado del mundo.






Lazy Poker – The Real Deal (2004). Hablando de blues de otras tierras, acá están los suizos de Lazy Poker. Al igual que los australianos, desde su formación, en 1975, tuvieron muchos cambios. A mediados de los noventa viajaron un par de veces a Chicago y grabaron con músicos como Steve Freund, Jimmy Johnson, Little Smokey Smothers y Maurice John Vaughn. En este disco, que en la portada presenta una escalera real, el mayor juego que se puede lograr en el póker, interpretan todos temas propios salvo uno: Ain’t no sunshine, el clásico de Bill Withers.



Varios artistas – Poker Lounge (2008). Este es un compiladri de cuatro discos, y cada uno de los cd’s tiene un eje. El disco dos, por ejemplo, se llama “Crooners & Divas” y hay temas de Louis Prima, Sammy Davis Jr., Ella Fitzgerald, Dean Martin, Frank Sinatra, Billie Holiday, Dinah Washington y Fred Astaire & Ginger Rodgers. El tres tiene como título “Jazz Standards” y hay canciones de Miles Davis, Django Reinhardt, Count Basie, Stan Getz y Art Tatum. Los otros dos son medio indescifrables. Igual, más allá de la seductora oferta de nombres, estos compilados no aportan mucho.



The Alan Parsons Project – The turn of a friendly card (1980). Me sacó el sombrero ante mi amigo (y excelente periodista) Carlos Galván. Me faltaba un disco para completar los diez y le fui a preguntar a él si recordaba alguno. No tardó un segundo en darme el dato. No me voy a extender mucho en este álbum porque la verdad escuché muy poco de Alan Parsons. Según All Music es uno de los mejores discos de la banda. Gracias Carlitos.

martes, 6 de octubre de 2009

John Butler rocks!!!



Ahí esta John, el rasta, acariciando la guitarra y cantando este clásico de The Police y de los ochenta. Jason McGann en batería y Gavin Shoesmith en contrabajo conforman el John Butler Trio. Esta es una versión suave, condenadamente relajada y muy respetuosa de la original. Pero John Butler no sólo interpreta covers. Tiene un estilo propio. En algún punto podemos compararlo con Ben Harper. Los dos tienen las mismas fuentes: blues, reggae, folk, funky. Pero cada uno consiguió una identidad muy definida que los distingue. Claro que Butler es más joven y, a pesar de ser californiano, se crío en Australia y por ahí eso lo hace menos conocido. Así que los que no lo conocen, acá tienen un adelanto para entrar su maravilloso mundo. (Si les gusta, recomiendo que empiecen por el disco Grand National).

viernes, 2 de octubre de 2009

Tarde de cuervos

Estábamos en un remís clavados en la 9 de julio a las cuatro de la tarde. Todavía quedaba un largo camino cargado de tránsito, barreras bajas y calles cortadas. Nuestro destino era Villa Ortúzar para una nota que no nos motivaba mucho; éramos una turbina de entusiasmo, diría HC. Todo pintaba bastante sombrío. Ojeaba las páginas del Gran Diario sin mucho interés, mientras charlaba con Martín Bonetto de música. Entonces él me preguntó: “¿Escuchaste el último de Black Crowes? Está buenísimo”. No, le respondí. Me dio su Ipod, me pasó los auriculares y me hizo escuchar el corte de difusión: I Ain't Hiding. Wow!!! Fue arrollador. Rock setentoso y muy funky, bien al estilo Stone de esa época. El auto siguió avanzando pero a mí ya no importaba mucho el destino. Estaba metido de lleno en la música de los Black Corwes. Esa misma noche bajé el disco, Before the frost. Es una presentación en vivo feroz. Del más puro rock and roll de guitarras en llamas a canciones acústicas que hurgan en las raíces de la tradición sureña. Es cierto que no está Marc Ford, pero Chris Robinson y Luther Dickinson están en una etapa de creatividad e interpretación insuperable. Como si fuera poco, además de Before the frost, editaron Until the freeze, el complemento ideal del primero, que sólo se consigue descargándolo de la web. Salvo por un cover de Stephen Stills, todos los temas son de la banda. A veces me pregunto por qué me sigue gustando tanto el rock and roll. Y la respuesta aparece cuando escucho discos como éste. El espíritu musical de los setenta sigue vivo y los Black Crowes también. Keep on rockin’…